Ficha del Capítulo escrito por : Lorena Fries Monleón y Nicole Lacrampette Polanco
Planteamiento central del texto
Esta lectura hace una recapitulación de las condiciones y estudios que han dado pie al planteamiento feminista, tanto desde las aproximaciones históricas (al menos a partir de la ilustración, pasando luego por la revolución liberal y más adelante por diferentes etapas de la modernidad hasta los albores del nuevo milenio); las institucionales (centradas en los derechos humanos de las mujeres y en la articulación internacional de los derechos humanos de las mujeres) y teórico-científicas (con su evolución anterior y posterior a los estudios específicos de la mujer, con su continua revisión crítica a partir de las limitaciones de la misma ciencia para enfocar y abordar el objeto de estudio más adecuado y con las principales corrientes de esta evolución teórica). Su principal conclusión es que mujer, la organización sexual de la sociedad, el género como construcción social, los feminismos y los determinantes y oportunidades para la mejora de condiciones de vida en el Planeta a partir de la liberación e igualdad, son temas con una evolución trascendente, pero aún viva, continua y retante para todos.
Ideas clave del texto
Observación previa: Este texto es, en sí mismo, una ficha analítica que relaciona y resume en cuatro apartados más de una treintena de lecturas con múltiples enfoques, posiciones, variantes y proposiciones. Por tanto, resumir en dos párrafos sus contenidos implica, inevitablemente, dejar de considerar parte de los planteamientos medulares que sirven de base a su constitución. Como opción se considera ampliar el resumen a cuatro párrafos para abordar en cada uno los elementos de cada apartado.
Históricamente, el feminismo surge como respuesta a la perspectiva misógina en la que se desenvolvió la ilustración, usando para ello sus propias herramientas y reclamos: racionalidad, universalidad e igualdad. A partir de sus primeros planteamientos, en los que destaca la “Vindicación…” de Wollstonecraft y otros como los de Gouges y Condorcet, evoluciona con el surgimiento de la filosofía liberal y tiene implicaciones en el acceso a la educación básica, luego a la de oficio y más adelante a los primeros cupos universitarios; todo ello construido con formas de intervención no violenta (panfletos, huelgas de hambre, interrupción de oradores…) Las dos guerras mundiales impulsan la participación forzada de mujeres en actividades fabriles y de servicios públicos, generando en los períodos de postguerra la discusión sobre la “conveniencia” de que regresasen o no a sus roles previos y generando un conjunto de adaptaciones sociales y culturales (mística de la femeneidad) sobre los nuevos roles de la mujer en la sociedad moderna y sus consecuencias (el malestar sin nombre). También este período es de construcción de derechos políticos, principalmente elegir y ser elegidas. Simone de Beauvoir precisa por primera vez la visión de una sociedad determinada lingüística, sociológica y políticamente por el rol sexual que el hombre le asigna a la mujer. En la tercera ola de las reformas, aparte de los cambios legislativos, se abordan cambios en modales y costumbres sociales, se critica a la familia como fuente patriarcal de relaciones (Millet, 1969) y se plantea el contrato sexual como la base de la interacción social (Pateman, 1988). A pesar de una reacción conservadora en los 80 (Reagan/Thatcherh), el cambio de siglo trajo múltiples perspectivas al enfoque feminista a través de la globalización y la percepción de la multiculturalidad, con nuevas exigencias para adaptar los avances a las necesidades de las mujeres en el planeta.
Hay varias corrientes teóricas en feminismo. El feminismo de la igualdad aborda que las mujeres no son tratadas igual que los hombres. De allí surgen tres líneas ideológicas: los feminismos liberales (clásicos y sociales), los socialistas y los radicales. El feminismo de la diferencia, que teoriza sobre una sociedad con una ética y política cargada de nuevos valores a partir de la femeneidad (ética del cuidado vs ética de la justicia). Facchi explica el derecho como un producto social ambiguo: poderoso para defender a la mujer, pero patriarcal para considerar sus necesidades. Olsen (teoría jurídica feminista) plantea el dualismo universal-particular como eje sexualizado y el derecho se jerarquiza a favor del lado masculino. Propone tres estrategias: a) Rechazar la sexualización del dualismo, ubicando a la mujer en su lado poderoso (esto conduce al “reformismo legal”) argumentando que el derecho no logra ser racional, objetivo y universal, b) estrategias que aceptan la sexualización del dualismo pero rechazan la jerarquización masculina (seleccionando dualismos que la contradicen o adjetivos que revalorizan lo femenino) que conduce a las críticas al carácter patriarcal del derecho y busca nuevas vías para la valoración de diferencias y resolución de conflictos; también esta estrategia da lugar a versiones de feminismo radical que argumentan la necesidad de reubicar el espacio de la sexualidad en la política y asemeja esta posición a la del trabajo en la teoría marxista (Mackinnon) y c) Androginia, que implica atacar simultáneamente sexualización y jerarquización de los dualismos. Las críticas que surgen de esta estrategia se conjugan con la teoría jurídica crítica feminista y plantean al derecho como instrumento represivo, pero no inmutable, no masculino per sé.
En cuanto al derecho internacional de los derechos humanos (DIDH) se critica que haya sido hecho por hombres; preserva las diferencias en los planos público/privados; se concentra en los derechos políticos (públicos) y descontextualiza la experiencia femenina. El abordaje crítico del sistema del DIDH incluye la deconstrucción ideológica del sistema liberal que diseña los DDHH, buscando la contextualización por género, etnia, posición social y cualquier otra característica que enriquezca la explicación situacional. Se produce la adaptación gradual nacional a las principales líneas surgidas del DIDH: la declaración universal de los DDHH; el pacto internacional de derechos civiles y políticos; el pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales; el convenio 100 de OIT (1951); la convención de derechos políticos de las mujeres (1952); la convención sobre nacionalidad de la mujer casada (1957) y la convención sobre consentimiento, edad mínima y registro del matrimonio (1962). Luego surge la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación y violencia contra la mujer (CEDAW) que dota de especificidad a la mujer en todos los DDHH. Las críticas a este sistema incluyen que, al separar su operación en el conjunto de ONU, su operatividad adolece de eficacia, recursos y poder en comparación con otros subsistemas de DDHH. También que el sistema desconoce múltiples figuras y relaciones de poder en el ámbito de cada sociedad y cultura. Charlesworth considera que el sistema es útil al menos para para visibilizar y habilitar a través del discurso de DDHH y para canalizar a nivel internacional las violaciones de DDHH a nivel nacional.
Con respecto al soporte científico del feminismo, a partir de los 60 del S. XX se hace evidente una carencia sistémica y surgen los “Estudios sobre la Mujer” en centros académicos y ONG´s. Con ellos se cuestionan algunos de los principales relatos teóricos de las ciencias sociales. Se podrían clasificar (Barbieri) estos estudios entre los que se centran en la experiencia femenina y los que evalúan a la sociedad en su conjunto. Surge la aproximación al género como construcción social, como equivalente social del sexo en biología y la condición de género estaría definida a partir de la cantidad de masculinidad o femeneidad presente en un ser humano (Money/Stoller, 1968). En 1972 Oakley arrastra el término a las ciencias sociales y el concepto de género se consolidó como herramienta. Rubin fue una de las primeras antropólogas que lleva el género al análisis del contexto social y estudia cómo se organiza sexualmente la sociedad a partir de las estructuras elementales del parentesco que había estudiado Levi Strauss. Identifica vínculos entre la división sexual y la especialización del trabajo y considera que esta división exacerba los rasgos que diferencian a hombres y mujeres, puesto que la sociedad humana primitiva promueve que esta división sea hetero-complementable, es decir, que las parejas adaptadas a los roles sociales exitosos y productivos sean parejas de hombres y mujeres que aceptan estos roles.
Principales aprendizajes propios con el texto, dudas que suscita y posición personal (puntos 4, 5 y 6 de la ficha, juntos)
Podría decir que todas y cada una de las páginas del texto fueron enriquecedoras. Leí previamente la introducción, leí dos veces el capítulo y continué al capítulo siguiente para saber si continuaba ampliando el espectro temático o ahondaba en algún aspecto de estos temas (aborda el DIDH que no es precisamente una de las partes que más me gustaba). Si tuviera que resumir mi experiencia de aprendizaje lo reseñaría así (ajena al orden de la lectura):
- Me impactó que tan recientemente se aborda la generalización internacional de la protección de derechos humanos con la especificidad femenina, en su mayoría de la segunda mitad del siglo XX, incluyendo los derechos civiles y políticos que, como indica la lectura, tienen tanto matiz masculino.
- Me confundió el entramado político ideológico del feminismo y me intrigó la forma en la que abordo mi dedicación feminista (soy vicepresidenta corporativa de un grupo asegurador con 15 compañías en las que promuevo romper techo de cristal para las chicas más jóvenes, pero, a partir de esta experiencia, creé Feminismo INC como una organización orientada a ayudar a otras mujeres en el ámbito empresarial) porque hay muchos “cruces” de temas transversales como pobreza, inequidad, cultura, morbilidad, sexualidad, familia, ruralidad…Creo que me cuesta menos encontrar claridad (tampoco mucha) en el desenvolvimiento teórico (igualdad vs diferencia; lo biológico y lo antropológico como bases de una evolución socio-jurídica y económica) que en el político ideológico.
- Me sigue gustando mucho la simplicidad del planteamiento público/privado que genera la jerarquización dualista masculino/femenina. Creo que desde el espacio educativo familiar y desde sus ramificaciones tempranas en la educación preescolar y básica, se pueden presentar la mayor parte de los avances que necesitamos. Esta lectura me reforzó esa idea.
- Algunas de las ideas más radicales tienen para mí mayor atractivo, pero derivan fácilmente en dudas sobre las condiciones generales del devenir socio económico histórico de la humanidad. Es decir, la lectura me motiva a preguntarme ¿Hasta qué punto la pobreza, el subdesarrollo, la injusticia o la inequidad son consecuencias básicas de un gran montaje socio institucional del patriarcado? Más allá de los planteamientos de Mackinnon y de Gayle Rubin y abogando por un enfoque más práctico, creo que el mundo tendría más oportunidades de superar sus problemas con mayor presencia femenina en los espacios de poder.
Ficha de lectura elaborada para la Especialización de Políticas Públicas con enfoque de género de la Unión Iberoamericana de Municipalistas y ONU Mujeres. 2017