Una de las habilidades sociales más difíciles de dominar para los seres humanos es la capacidad para coordinarnos con otros. Todo sería más sencillo si fuéramos los únicos actores en el escenario, que los recursos disponibles fueran extraordinarios y variados, y que además todos pensáramos igual para que no existieran conflictos. Pero no ocurre así en la realidad. La presencia de otros con sus propias agendas y en un ambiente de restricción de recursos, obliga a pactar y a unirse para sobrevivir y eventualmente triunfar en la consecución de las metas.
La lucha por los Derechos de las Mujeres es de esos retos donde se hace imperiosa la necesidad de aliarse con quienes comparten las mismas inquietudes. Si bien es cierto que esto aplicaría a todos los movimientos sociales, en el caso del feminismo creo que impacta más por dos razones: una, porque buscamos transformar las relaciones de poder entre géneros para que a las mujeres nos toquen los privilegios de los cuales han disfrutado los hombres desde los inicios de la humanidad, y eso es una revolución social que nadie puede intentar desde su particular trinchera. Y dos, porque la hermandad entre mujeres, mejor conocida como sororidad, es requerida para desmontar el típico mito de la envidia, los celos o la imposibilidad de trabajar juntas. Este es un camino muy arduo como para andarlo solas.
Explorando en la historia del feminismo venezolano, veo que los primeros movimientos de mujeres surgieron para apoyar presos políticos y en la acción clandestina contra el dictador Juan Vicente Gómez, creándose a finales del 35 una primera organización popular, la Agrupación Cultural Femenina, con un claro sentido de los problemas de las mujeres. Reclamaron sus derechos políticos y sociales, así como la necesidad de formación y capacitación para asegurar su desarrollo personal. Montaron una Casa de la Mujer Obrera, con dispensario de salud y escuelas nocturnas para mujeres. Entregaron al Presidente un «Mensaje de las Mujeres Venezolanas» reclamando mayor atención a las necesidades de las más pobres.
De ahí en adelante surgen varias asociaciones de mujeres, centradas en la lucha por el mejoramiento de las madres y sus niños. Luego en los 40s empieza el trabajo por los derechos políticos: voto, logrado en 1947, y la reforma del Código Civil, juntando 12 mil firmas que llevaron al parlamento, donde se promulgó un nuevo código. Viene un letargo hasta finales de los 60s cuando se funda el Movimiento de Liberación de la Mujer, primer grupo autoproclamado feminista que atrajo dirigentas y sindicalistas, básicamente como un movimiento de izquierdas.
Entre 1969 y 1990 hay un auge de organizaciones feministas con variedad de enfoques y objetivos, al declararse 1975 el Año de la Mujer y surgir las primeras instituciones gubernamentales para atender este tema, y se aprueba en 1993 La Ley de Igualdad de Oportunidades, producto del trabajo de la CONG, Coordinadora de ONGs de mujeres.
De los 90s para acá, han surgido distintos grupos cada uno con banderas específicas: derechos sexuales y reproductivos, defensa de los derechos de la mujer trabajadora, reformas a leyes, cuotas parlamentarias, violencia de género… lográndose avances gracias a la iniciativa de un cuerpo de activistas organizado para cada reclamo.
Esto llevó a la investigadora Gioconda Espina, del Centro de Estudios de la Mujer en la Universidad Central de Venezuela, a decir que: «Creemos que la experiencia venezolana (desde 1990 y hasta el presente) no puede definirse como una de «picos y bajas» de un movimiento continuo y amplio. Las actoras -del que llamamos core group o núcleo de activistas- no siempre son las mismas en cada lucha (las de la ley contra la violencia no son las mismas de la seguridad social del ama de casa, por ejemplo) y cada logro, en cada tema, ha sido resultado de un grupo muy pequeño de mujeres. Sólo puede hablarse de «movimiento» cuando muchos grupos se han convocado y puesto de acuerdo para actuar a favor de una reivindicación de consenso. En el caso de Venezuela, los acuerdos son entre individuas más que entre grupos y cada vez más, las mujeres son convocadas por femócratas (feministas en el gobierno), no por las mujeres de la sociedad civil que en 1985 fundaron la CONG».
Este «solapamiento» entre feministas de la sociedad civil y las que llegaron al gobierno, le hace pensar a Gioconda que no ha habido un movimiento continuo a favor de las mujeres, sino “mujeres en movimiento”, que se activan ante situaciones puntuales. Pareciera entonces que las feministas de esta era estamos llamadas a crear una plataforma mucho más permanente, dotadas de un plan estratégico que supere las banderas de la coyuntura, y que aglutine y potencie los esfuerzos aislados que muchas están intentando llevar adelante con sus propios recursos.
Dentro de este contexto, quiero destacar una experiencia reciente: la FemiRed Zulia. Cuando la creamos, producto de un encuentro a finales del 2014 donde estuvimos Proyecto Mujeres, Empoderadas FM, FeminismoINC y una decena de mujeres más, pensamos que siendo tan pocas teníamos que unirnos porque sí, con el objetivo de integrar y fortalecer a las organizaciones y personas que trabajaban por los Derechos de la Mujer en la región, a través de trabajo en equipo, comunicación, creación de capacidades y generación de conocimientos en materia de igualdad, empoderamiento y equidad de género.
Nos propusimos impulsar y visibilizar el trabajo que ya estaban haciendo las personas y organizaciones feministas en la ciudad para multiplicar su impacto y cobertura, extender los alcances de sus acciones y abrir oportunidades en beneficio de niñas, adolescentes y mujeres. Otros propósitos fueron: facilitar el acceso oportuno a información estratégica a las personas y organizaciones de la Red de tal modo que aumentaran las posibilidades de incidir más eficazmente con sus acciones; generar opinión y fijar posición en materia de protección a los Derechos Humanos de la Mujer, ejecutar proyectos conjuntos dirigidos a cambiar cultura de patrones de comportamiento machista, misógino y patriarcal en la sociedad y formar, capacitar e instruir diversos grupos de influencia en ámbitos públicos y privados en materia de feminismo.
Dos años y medio después de su fundación, nos reunimos el viernes pasado para hacer un balance de lo logrado hasta la fecha. Hemos sumado más organizaciones y activistas feministas: Aliadas en Cadena, CODHEZ, Aula Abierta, Médicos sin Fronteras, Mulier, Fundación Vida Jurídica, Fundación Blanca Nieve Sierra, Fundación Sinamaica, entre otras. Hemos organizado foros, conversatorios, cine foros, marchas, capacitaciones, tuitazos, campañas. Hemos publicado comunicados cuando se han quebrantado derechos fundamentales. Hemos invitado personalidades a conocer lo que hacen desde sus espacios para nutrirnos y aprender. Tenemos un programa de radio “República de las Mujeres”, en alianza con Radio Fe y Alegría, que junto a las redes sociales (@femired_zulia), permite hacer llegar el mensaje feminista a gran variedad de gente.
Nuestra agenda de futuro tiene la aspiración de incidir de forma directa en grupos de mujeres más vulnerables de la región, participar en la agenda legislativa del Estado posicionando temas álgidos pero necesarios para asegurar la defensa de los derechos básicos en materia de salud, trabajo y educación; crear una plataforma de educación en género a formuladores de políticas públicas, y sobre todo, queremos fortalecer esta red, para crear una masa crítica modernizadora favorable a la igualdad de oportunidades para todos.
Tenemos el empeño porque esta iniciativa se consolide y logre mantenernos unidos, para que no pase a ser una red más, sino un punto de referencia de trabajo serio por el feminismo en la región y en el país. Solo las organizaciones que son capaces de revisarse y estar abiertas a aprender son las que perduran en el tiempo, y puedo asegurar sin temor a equivocarme, por el empuje, convicción y creatividad de quienes la conformamos, que esta red zuliana dará mucho de qué hablar en la historia del movimiento feminista venezolano.