Por Andrea Pardo (*)
El pasado 13 de febrero la Plataforma Animalista de Villena organizó una charla, a cargo de Eva Benet, llamada “Feminismo y animalismo: dos luchas con mucho en común.” En ella Eva relacionaba el machismo y el especismo (discriminación moral de los individuos por pertenecer a otra especie) y apuntaba ciertos aspectos que ambos movimientos poseen.
Uno de los ejemplos más claros lo vemos en la industria láctea. Las vacas son hormonadas con el fin de generar 45 litros de leche diarios (que equivale a diez veces más de su capacidad natural) y es medicada para soportar el confinamiento. Además, “una vaca podría vivir perfectamente 25 años, pero entre los cuatro y los seis es conducida al matadero”, indicó Eva. Y es que en la autobiografía de Frederick Douglass (Vida de un esclavo americano contada por el mismo) narra cómo un hombre blanco se compra una mujer negra y alquila un hombre negro (esclavo) para encerrar a ambos en una habitación y dar a luz unos gemelos para que el propietario obtuviese el rédito esperado. En definitiva, la esclavitud de la mujer (para gestar entre otras cosas) es comparable a la de las vacas o también de las gallinas puesto que son encerradas y forzadas a poner huevos y nos comemos así sus óvulos.
Otro ejemplo es el lenguaje como “zorra” (prostituta) y “zorro” (astuto), “vaca” (gorda) y “toro” (fuerte), “perra” (prostituta) y “perro” (vago), etc. La mayoría de los nombres de animales en femenino hacen referencia a la “no libertad” de la mujer y de su cuerpo, mientras que los masculinos a adjetivos o cualidades sin más.
La colombicultura es la escenificación de la violación en grupo. Consiste en soltar a una paloma hembra y a unos veinticinco machos para que picoteen y violen a la hembra. Se presenta como un “galán” al ganador.
Otra de las relaciones que hay que tener en cuenta es que el hecho de tener antecedentes de maltrato hacia animales es uno de los cuatro factores de riesgo más comunes para ejercer violencia machista. De hecho, el 71% de las mujeres que han sido maltratadas han referido que su agresor había herido, amenazado o matado a su animal de compañía por venganza o para ejercer control psicológico sobre ellas.
La mayoría de personas veganas o vegetarianas somos mujeres. Esto se debe a que a lo largo de toda la historia las mujeres hemos empatizado más porque también nosotras estamos oprimidas bajo un sistema patriarcal y solemos ser más sensibles y empáticas respecto a estos temas. De hecho, muchas sufragistas que luchaban por el derecho a voto de las mujeres fueron vegetarianas. Además, en Sudáfrica encontramos las Mambas Negras, es decir, un ejército de mujeres que está frenando de forma sobresaliente la caza furtiva de rinocerontes.
En resumidas cuentas, el feminismo y el animalismo son dos luchas por la igualdad que tienen muchas similitudes como hemos visto. Es por esto que tanto el machismo como el especismo deben ser abolidos para así llegar a esta igualdad que hemos indicado.
(*) Artículo publicado en linea36.com y reproducido aquí con el permiso de su autora