¿Te acuerdas cuando a los 16 querías ser grande para hacer lo que te diera la gana? ¿Cómo te va con eso?
Nuestra visión de la vida
Hacemos menos caso a las cosas que antes veíamos como transcendentes. Nos hemos deslastrado de un peso grande. Ahora queremos hacer lo que nos dé la gana. Tomamos decisiones con más seguridad. Nos expresamos con mayor libertad y desenfado. La experiencia nos fortalece. Nos importa poco lo que opinen o lo que digan de nosotras. Si no nos aceptan, ni modo. Nuestros valores han cambiado de lo material a lo espiritual. Estamos claras en los estereotipos inútiles que nos inculcaron desde la infancia y que intentaron reducirnos al rol servil, protector y cuidadoras de los demás. No siempre lo hemos superado y caemos muchas veces en la repetición del patrón machista, pero siempre que podemos nos rebelamos. A las de nuestra generación nos tocó vivir la ruptura del modelo. Estudiar en la Universidad y salir a trabajar nos permitió liberarnos del yugo. Muchas nos casamos para salir del control de nuestros padres, y nos divorciamos para salir del control de los esposos. Los eventos te van cambiando la percepción de la vida. Estamos más en paz y hemos perdonado muchas cosas del pasado. Las de cincuenta de hace 30 años, no son iguales a las cincuenta de la actualidad. No nos vemos como nuestras madres a esta edad, sino mucho más modernas y activas. Aprovechamos nuestro tiempo. Ahora llenamos nuestros espacios con cosas que son significativas para nosotras. Estamos en la tarea de satisfacernos más a nosotras mismas que a otros. Somos coherentes entre lo que decimos, sentimos y actuamos. Antes había que guardarse más los verdaderos pensamientos y sentimientos…
Nuestra visión del trabajo
Dispuestas a emprender lo que sea. Negocios, planes, proyectos. Estamos trabajando en lo que de verdad nos gusta y no en lo que sea socialmente bien valorado. Tenemos energía para arrancar nuevas ideas, con mucha mayor madurez. Queremos tener una vida útil. En el pasado manejamos mucha culpa las que fuimos trabajadoras y dejamos a nuestros hijos solos. El escenario de trabajo 100% doméstico jamás fue una opción viable para nosotras. Siempre nos concebimos como estudiantes y trabajadoras. A muchas de nuestras madres eso no les fue permitido en su época. Hemos capitalizado triunfos, logros y metas. Pudimos elegir con cierta libertad nuestras carreras, aunque copamos las áreas humanísticas y poco las científicas, por los estereotipos de lo que debía estudiar un hombre y una mujer. Tuvimos algunas dificultades para mostrar nuestros éxitos de forma abierta, sobre todo si nuestras parejas eran celosas o acomplejadas por tener menor posición laboral, o no haber estudiado una carrera, o ganar menos dinero que nosotras. Sacrificamos algunas oportunidades por el bien de la familia. Aprendimos a ser independientes y a valorar el dinero que nos ganamos como fuente de realización personal. Pudimos comprar casa, carro, vimos evolucionar nuestro progreso personal y familiar. Ahora somos más capaces de tomar decisiones por nosotras mismas y menos por nuestras familias. Nos sentimos en libertad de decirles a nuestros jefes lo que pensamos sin el temor a que nos despidan. Antes cuando viajábamos por trabajo sentíamos remordimiento y culpa por el cuidado de los hijos, o de la casa. Ahora viajamos felices sin que nos pese. Seguimos trabajando para ahorrar para la vejez. Las que aún trabajamos, no nos queremos jubilar. ¡Salir a la calle nos rejuvenece! Aún tenemos mucho que aportar y hacer, pero no de forma arriesgada, sino calculada.
Nuestra visión de la tecnología
Somos inmigrantes digitales. Positivamente orientadas al uso de lo que la tecnología nos ofrece. Son nuestras grandes aliadas. Al principio nos costaba, pero nos pusimos con el apoyo (y la burla) de los más jóvenes, medio obligadas…. Usamos teléfonos inteligentes, googleamos, tenemos cuentas en redes sociales. Nos aturden tantas aplicaciones y cambios. Pero ahí vamos.
Nuestra visión de las madres
Nuestras madres vivieron el modelo de la perfecta ama de casa. Expertas en labores domésticas muchas, otras emprendedoras o empleadas, pero siempre con la familia y el mantenimiento del hogar como prioridad. Divorcio era una palabra prohibida y para nada una opción posible, aún cuando estuviesen involucradas en relaciones insatisfactorias. Nuestros padres fueron los proveedores, trabajadores casi ausentes de la dinámica diaria de la casa. Nuestras mamás eran las verdaderas jefas de hogar y nadie parecía confundirse con eso. Reforzaron el modelo machista de que los varones de la casa no hacían nada y a nosotras sí nos lo exigían. Nos criaron para que nos casáramos y si a los 25 seguíamos sin novios nos entraba la angustia de que nos fuéramos a quedar solteronas. Sin embargo y al mismo tiempo, nos alentaron a ser diferentes a ellas y a buscar un camino que no fuera el mismo que les tocó vivir. Nuestras madres nos sacaron adelante con mucho esfuerzo y sacrificio y todas les estamos profundamente agradecidas.
Nuestra visión como madres
Vivimos con mucha culpa por trabajar en la calle y al mismo tiempo educar a los hijos. Vivimos la vida pensando si íbamos a ser buenas madres. Cada realización de nuestros hijos es una reafirmación de que hicimos las cosas bien. A nuestras hijas les hablamos para que sean independientes y no tengan que calarse a ningún hombre por falta de dinero; a veces nos da la sensación de que criamos pequeños monstruos, porque ellas vuelan. Ellas son menos hacendosas que nosotras. Muchas veces pensamos que no saben hacer nada hasta que les toca y nos sorprenden. Pero si saben o no saben defenderse en la vida eso es rollo de ellas, ya nosotras las criamos, ahora que se las arreglen. A nuestros hijos varones les hemos hablado de la igualdad y que se involucren en las tareas de la casa. Los nietos, de visita. El nido vacío es un regalo a tanto esfuerzo. Es justicia que la vida nos depare un tiempo para nosotras y nuestra pareja. No es motivo de depresión ni de retirada. Ahora nos toca dedicarnos a nosotras mismas, menos madres y más mujeres. ¿Egoístas? No. Independientes.
Nuestra visión de los hombres
Vivimos bajo la crianza del “culto al pene”. Los hombres no tenían por qué encargarse de la casa ni hacer labores domésticas. Eso nos daba mucha rabia y nos rebelamos una y mil veces ante nuestras madres por los sutiles y no tan sutiles privilegios otorgados a los hermanos, al padre, al abuelo y no a nosotras ni nuestras madres o abuelas. Machismo hay en todas partes y por parte de todos y no se dan cuenta. Los hombres no nos valoran. Suponen que lo que hacemos en la casa y con los hijos es una obligación. Muchas veces son desconsiderados con todo lo que uno hace y ellos ni agradecen. Eso nos da rabia y pensamos que ya a los de nuestra generación no es posible cambiarlos. Cuando tienen el climaterio se ponen insoportables, agresivos, susceptibles. Nos temen por la posibilidad de que nos emancipemos completamente. El machismo está muy arraigado en la visión del venezolano, aun cuando en los últimos tiempos se involucran más en las tareas de la casa, es bajo la idea de que te están ayudando. Ante la posibilidad de que sean infieles, nos sentimos menos celosas que antes. ¡Que hagan lo que quieran! Nosotras estamos entretenidas.
Nuestra visión del sexo
No hay temor a una barriga. Aprendimos a disfrutarnos sin culpas. Hacemos el amor sin temor a esconder nuestras fealdades o a parecer más bonitas. La menopausia es una bendición. No toallas sanitarias ni tampones. No más cólicos menstruales. No más pastillas anticonceptivas o la píldora del día después. Para algunas, la falta de hormonas es difícil de sobrellevar, por los calorones, cambios de humor, sequedad vaginal, llanto fácil, etc. Pero para otras es un paso normal de la vida y no la sufrimos. En general, la vivimos sin el tabú y la desinformación que había antes. Declaramos abiertamente los calores sin temor a la burla. El sexo es perfecto para fortalecernos el suelo pélvico y no tener complicaciones de prolapso uterino ni nada de eso que sufrían nuestras madres. Ahora disfrutamos más a nuestras parejas. Después de que se fueron los hijos, nos encontramos otra vez.
Nuestra visión del cuerpo, salud y belleza
No nos sentimos viejas a pesar del pelo, de las canas, de las arrugas, de la piel. Nos sentimos más a gusto con lo que somos y tenemos. Nos cuidamos y queremos estar a la moda, con ropa de buena marca, maquilladas, bonitas, pero sin ansiedad. Ya no nos importan si nos dicen gordas. Antes vivíamos obsesionadas por los kilos de más por asuntos de estética, podíamos hasta morirnos de hambre. Ahora eso nos da risa. Nos vestimos para nosotras y no como a los 20s o 30s que nos vestíamos para otras mujeres o para complacer a un hombre. Estamos más relajadas, menos estrés. Nos cuidamos más y atendemos nuestra salud, caminamos, hacemos ejercicios, comemos mejor. Estamos pendientes de temas de salud, nutrición, belleza. Gastamos dinero en cremas y productos buenos para el cuerpo y la cara. Nos gusta sentirnos bien. Tenemos nuestras lagunas mentales pero nos reímos de eso. Respetamos más nuestro propio estilo y ritmo. Ahora nos sentimos un poco más lentas que antes, ya no es igual la energía, no es el mismo aguante, dormimos menos horas. Le vamos bajando la velocidad porque escuchamos más al cuerpo. Nos hacemos más chequeos médicos para prevenir cáncer de mama, osteoporosis y todas esas cosas de la edad. Pero seguimos con el motor prendido.
Nuestra visión de las amigas
Ya no competimos entre nosotras como a los 15. En muchos sentidos nos tratamos como muchachas jóvenes y nos reunimos para divertirnos. Nuestras amigas son muy importantes en este momento de la vida, son compañía, aliento y hermandad. Somos más solidarias. Ahora sabemos relacionarnos mucho mejor, con más cancha, con más facilidad.
Nuestra visión sobre la soledad
Ya no nos asusta. Puede ser adictiva. Nos atrevemos más a viajar solas. Es mejor la vida en pareja, pero si no se da, se puede vivir de una forma inteligente. Nos dimos cuenta de que solas pudimos con todo. Ya no le tenemos miedo. Algunas de nosotras mantenemos relaciones a distancia con nuestras parejas y funciona. No hay necesidad de estar juntos todo el tiempo y de controlarnos el uno al otro. Mejor solas que mal acompañadas, es a esta edad, una certeza. Más tiempo y espacio para hacer lo que queremos hacer.
Nuestros miedos
Pánico a llegar a los 80 con una condición de salud discapacitante. ¿Quién nos va a cuidar? ¿Seremos una carga para nuestros hijos o parejas? ¿Nos abandonarán? ¿Tendremos cómo mantenernos económicamente? ¿Nos podremos valer por nosotras mismas? Vivimos con una bolsita de medicamentos en la cartera por si nos duele la cabeza, o el estómago o nos da gripe o alergia… Sin embargo, ahora tenemos menos miedos que antes, porque ya sabemos que hemos vencido muchas batallas. No nos dejamos llevar por la angustia o ansiedad tan fácil como antes. Somos más pacientes. Lo de la famosa crisis de los cuarenta es un asunto de hombres, a nosotras no nos dan esas crisis de no saber qué hacer con tu vida. Tenemos miedo a la casa, porque vivir encerradas enferma.
Nuestra visión del futuro
50 años pasaron muy rápido, por lo que estamos preparadas para los próximos que vienen. Tenemos la convicción de que es necesario disfrutar el hoy porque todo se va, nada perdura. Vivimos el momento porque no sabemos lo que nos espera mañana. Crecimos en una Venezuela de progreso y esperanza. Hoy no podemos darle a nuestros hijos el tipo de vida que nosotras tuvimos, cuando tener un título universitario era garantía de éxito. No nos vamos a ir de este país. Estamos en la política, en las acciones sociales, en organizaciones de influencia y podemos cambiar las cosas. Dispuestas a involucrarnos cada vez más en actividades plenas de significado personal y social. Nos da algo de angustia pensar en el futuro, pero como ya muchas cosas están resueltas a esta edad, nos calmamos pronto. Queremos llegar a los 80s bellas y modernas. Somos mucho más selectivas con las amistades, con los proyectos en los que nos involucramos, con las peleas que damos. Estamos dispuestas a disfrutar de lo que venga y como venga. Hemos probado el cóctel del triunfo: conocimiento, serenidad, paciencia y experiencia.
Nuestro consejo a las más jóvenes
No se dejen quitar sus sueños. Cada edad tiene sus aspectos positivos y negativos y hay que aprender de todos. Dejen que cada quien viva su experiencia sin tanto control. No se desgasten. No le den tanta importancia a todo. Ahórrense los malos momentos. Tengan su propio dinero para que sean de verdad independientes. Enséñenles a sus pares masculinos que las mujeres no están a su servicio. No pierdan nunca el espíritu aventurero y emprendedor que tenemos las mujeres. Trabajen. Prepárense. Cuiden su vida con equilibrio. No vendan su independencia. Sean más tolerantes. Perseveren. No le tengan miedo a los cambios. Sean libres responsablemente, con disciplina y respeto. Comprométanse con causas sociales que permitan ayudar a otros. Involúcrense y participen, y sobre todo, nunca permitan que les digan que no se puede.
Estos testimonios se dieron en tres ciudades en reuniones convocadas por FeminismoINC para celebrar el DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER, los días 05, 11 y 15 de marzo 2016/ 24 mujeres clase media, venezolanas, profesionales, trabajadoras y dueñas de emprendimientos propios. De distintos estados civiles, divorciadas, solteras, casadas y con o sin hijos.
GRACIAS A LAS CINCUENTONAS
DE PORLAMAR:
MIMINA
MARIA ELENA
MUCKY
BELINDA
JELITSE
IVETTE
CAROLINA
DE MARACAIBO:
POCHA
EVELYN
DENYS
MARIA ISABEL
MIRELLA
MILAGROS
JUDITH
Y LAS DE CARACAS:
MENLY
JOSEFA
MAGDALENA
NIDIA
YAJAIRA
EDDY
KATHERINE
MARIA ANTONIETA
FRANCELINA
ALBA
ALBA MARITZA
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Comments (6)
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Susana maravilloso compendio de nuestro conversatorio, así exactamente somos las cincuentones de hoy. ¡Bravo!
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Author
Gracias a ti por tus testimonios por haber sido parte de esta revelación
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Más claro, imposible! Sobre todo en lo relacionado a Nuestra Visión como Madres. Excelente!! Recuerdo que cuando era más joven, el miedo a la soledad era una constante hoy la disfruto a plenitud. Muy acertado tú análisis. felicitaciones!?
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Author
Gracias Betty! Aprecio tus palabras. Eres una Cincuentona muy chama!
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Un resumen maravilloso. Feliz de ser una cincuenta con mucha vida. Me encantó escucharlas y compartir un poco de mi.
Gracias Susana -
Muy burguesa tu visión. Soy una mujer de 51 añs con un trastorno de personalidad ¿por qué nunca se habla de nosotras? se nos invisibliza. a mi esto me ha sumado el bajón de estar pensionada y no poder trabajar, de haber sido maltratada durante años. tu visión es muy de una señora burguesa que lo tuvo todo en la vida. «la mayoria no sufrimos la menopausia». mentira, será que vives en un país desarrollado, tienes póliza y no estás como yo y como tantas que no tenemos ni obra social y no podemos hacernos el tratamiento hormonal. ¿qué van a decir ahora, que el mío es un caso «puntual»? sí, claro, es un caso puntual entre los miles de millones de casos de los que no se habla.