Caminando por el parque escucho a
dos hombres hablando. Uno le aconsejaba al otro: “no te metas con mujer ajena vale, respeta…” Pareciera un sano consejo
de alguien que intenta prevenirle conflictos mayores a su amigo y que además
invoca el valor del respeto como principal argumento.
dos hombres hablando. Uno le aconsejaba al otro: “no te metas con mujer ajena vale, respeta…” Pareciera un sano consejo
de alguien que intenta prevenirle conflictos mayores a su amigo y que además
invoca el valor del respeto como principal argumento.
Ajena… ¿qué es una mujer ajena? Además
de ser el título de alguna ranchera mejicana, seguramente una que está casada o
comprometida con otro. Una mujer prohibida… En el guión patriarcal esto es
perfectamente viable, porque para ellos, la mujer siempre pertenece al hombre:
primero al padre, luego al marido, después a los hijos. Así, pasan de ser hijas
a esposas y luego a madres. Pero nunca
mujer. Es la posesión, la conquista, la propiedad de un otro que se asume
superior.
de ser el título de alguna ranchera mejicana, seguramente una que está casada o
comprometida con otro. Una mujer prohibida… En el guión patriarcal esto es
perfectamente viable, porque para ellos, la mujer siempre pertenece al hombre:
primero al padre, luego al marido, después a los hijos. Así, pasan de ser hijas
a esposas y luego a madres. Pero nunca
mujer. Es la posesión, la conquista, la propiedad de un otro que se asume
superior.
La idea de base es que la mujer
es débil y debe ser protegida por un hombre, y ella a cambio de esa protección pasa a ser de su propiedad. Nos han persuadido
de que eso es muy romántico, pero es un lenguaje de dominación.
es débil y debe ser protegida por un hombre, y ella a cambio de esa protección pasa a ser de su propiedad. Nos han persuadido
de que eso es muy romántico, pero es un lenguaje de dominación.
Mujer ajena es prohibida porque
entre los hombres hay un código para respetarse los límites, que cuando se
rompe termina en conflicto. El amigo invita al otro a “meterse con mujer no ajena, o
sea, sin dueño, libre aún”, como si de ir clavando banderas, o comprando
esclavas y delimitando el territorio se tratara.
entre los hombres hay un código para respetarse los límites, que cuando se
rompe termina en conflicto. El amigo invita al otro a “meterse con mujer no ajena, o
sea, sin dueño, libre aún”, como si de ir clavando banderas, o comprando
esclavas y delimitando el territorio se tratara.
Las mujeres no somos ajenas.
Somos de nosotras mismas. Aunque seamos hijas, o hermanas, o esposas o madres, primeramente
somos mujeres. No somos de nadie. No somos ni propias ni ajenas. Que lo tengan
claro.
Somos de nosotras mismas. Aunque seamos hijas, o hermanas, o esposas o madres, primeramente
somos mujeres. No somos de nadie. No somos ni propias ni ajenas. Que lo tengan
claro.
FEMINISMOINC.
Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.
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