En la actualidad la movilidad humana se realiza de forma involuntaria debido a varios factores que reflejan diversas necesidades: búsqueda de mejor calidad de vida, acceso a servicios básicos, nuevas y mejores oportunidades de empleo, ayuda y sustento económico para la familia, dificultad para el acceso a una vivienda, violación sistemática de los derechos humanos y la persecución política, entre otras. Bajo estas circunstancias es una movilidad que trae consigo conflictos, peligros y desigualdades.
Esta situación no se presenta de manera homogénea para las mujeres. El contexto migratorio genera mayor vulnerabilidad en las mujeres, niñas y adolescentes, desencadenando constantes situaciones de riesgo que transgreden la integridad de personas, lo cual ha dado espacio para que las redes de trata se aprovechen de la necesidad de las personas que aspiran salir de un país siendo las mujeres las más propensas a la exclusión y discriminación.
Los elementos que influyen en este proceso de migración, como lo son la desinformación y dificultades para acceder a documentos necesarios para migrar, genera que quienes migren dejen a sus hijas e hijos al cuidado de otras mujeres de la familia para ir en busca de mejores oportunidades, generándose maternidades trasnacionales y en algunos casos niñez apátrida.
Las trabajadoras migrantes a menudo padecen formas de discriminación, no solo por razones de género, sino también por nacionalidad, etnia o raza, que puede llegar a ser particularmente aguda en relación con el embarazo. Pueden percibir remuneraciones inferiores a las de los hombres, no recibir su sueldo, también sufrir demoras en los pagos o ver transferidos sus ingresos a cuentas a las que no tienen acceso; no siempre pueden ahorrar o transferir sus ahorros de manera segura, debido procedimientos engorrosos, barreras lingüísticas y los posibles altos costos de sustentos y gastos al no contar con la seguridad social. Pueden sufrir de arrestos por violaciones a las leyes migratorias, con la consecuente deportación luego de haber cumplido una condena de varios meses o de al menos un año o la cancelación de una multa.
El trabajo mayormente realizado por las mujeres migrantes es invisible, debido a la concepción de naturalizar el rol y labores cotidianas ubicadas en el espacio privado reproductivo (labores del hogar y el cuido de niñas, niños, ancianas y ancianos, este trabajo se considera precario y poco remunerado, no es considerada como parte de una economía productiva, dejando a la mujer en un espacio subordinado con respecto al hombre), aunque su trabajo sea fundamental.
Debido a la construcción histórico social y cultural, a las mujeres se le da un trato diferenciado que recae en señalamientos y discriminación al retornar a su lugar de origen. A las mujeres migrantes se las culpa de la desintegración familiar por el hecho de haberse ausentado del hogar, se les estigmatiza, rechaza y señala, además de crear prejuicios o rumores dentro y fuera de la familia o en la comunidad por haber sido explotadas sexualmente, no así en el caso de los hombres.
Las crisis económicas y sociales históricamente han generado una migración de manera forzada. Por todo esto es importante visibilizar las implicaciones de una movilidad improvisada, concientizando acerca de las consecuencias que representa esta problemática e identificar situaciones que representen alto riesgo para la población que migra, sobre todo las mujeres. Hay que denunciar que existe una gran brecha y desigualdades en términos fluctuantes, que depende de las condiciones sociales de género, así como también basadas en relaciones desiguales de poder que repercuten en el acceso de oportunidades.