Hablemos de Pobreza Menstrual

Hablemos de Pobreza Menstrual
febrero 17, 2020 Daniela Oropeza

Regla, la marea roja, estar en los días y un largo etcétera de nombres, es como popularmente se le conoce a la menstruación, un proceso biológico que, aún en el siglo actual pareciese seguir causando espanto y rechazo, como si de un ser indeseable se tratase y cuyo nombre es mejor no pronunciar.

Aunque sea usual usar una retahíla de “sinónimos” populares y culturalmente aceptados para referirse a la menstruación, existe un problema en cuanto a ello.
Lo que no se identifica por su nombre, no se reconoce y no puede manejarse adecuadamente, generando así una serie de consecuencias realmente importantes.

En el caso al que nos referimos, la desinformación, los estigmas sociales y la falta de comprensión real sobre un proceso tan natural como la menstruación afecta a millones de mujeres alrededor del mundo en lo que se refiere al manejo de su salud reproductiva, cosa que se agrava cuando las restricciones económicas entran en juego.

Y es entonces, cuando comenzamos a hablar de pobreza menstrual. Dicho de manera sencilla, se refiere a la incapacidad de acceder a productos sanitarios (toallas, tampones y copa menstrual por ejemplo), educación sobre higiene y salud, así como a condiciones higiénicas básicas como un baño con suministro de agua.

Si bien en principio muchos pudiesen tomar el tema a la ligera, de acuerdo a la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, aproximadamente 500 millones de mujeres y niñas en el mundo experimentan mensualmente la pobreza menstrual, una cifra significativa y alarmante sin duda.

En India, se estima que entre el 10% y 12% de la población menstruante tiene problemas para acceder a productos sanitarios, por lo que deben recurrir a medios alternativos para manejar sus períodos, estos pueden incluir trozos de telas y medias, pasando por papel periódico e incluso llegando a usar lodo y aserrín. Cosa que además de ser totalmente antihigiénico, tiene serias implicaciones para la salud, como infecciones graves y cáncer cervical (por mencionar solo algunas de los escenarios que podrían darse). Mismo caso se ve en Nigeria (un 7% de la población menstruante sufre de esta problemática) e incluso, zonas con mayor crecimiento económico como Reino Unido no escapan de esta realidad (1 de cada 10 mujeres se ve afectada).

El no poder acceder a los productos y recursos necesarios para manejar la menstruación constituye un asunto sanitario importante donde la seguridad, privacidad y dignidad son conceptos inexistentes, además, resulta en un impedimento a mediano y largo plazo para el desarrollo de actividades cotidianas de muchas niñas y mujeres.

De acuerdo a la UNESCO, 1 de cada 10 niñas en África faltará a la escuela cuando tenga su período menstrual. En Macedonia, se estima que el 90% de las estudiantes que se encuentran en áreas rurales lo hará por alrededor de 4 o 5 días, y estadísticamente, esa tasa de ausentismo se transformará en deserción escolar. Es decir, millones de niñas ven afectada su educación y muchas otras no continuarán con ella por no poder acceder a algo tan común como una toalla sanitaria. Por supuesto, esto repercute inmediatamente en las posibilidades de insertarse en el mundo laboral y obtener una remuneración adecuada que permita cubrir (mínimo) sus necesidades básicas y en muchísimos casos, mantener a sus familias, continuando un ciclo de pobreza que en la realidad es factible romper.

Si bien muchos de los cambios para reducir (y eventualmente) terminar con la pobreza menstrual corresponden a un establecimiento adecuado de políticas públicas (como la eliminación del impuesto rosa y programas para brindar mayor información sobre salud menstrual y reproductiva), otra cuota de la responsabilidad recae en el colectivo al momento de derribar estigmas, mitos y falsas creencias sobre el tema, cosa que no resulta nada sencillo, pero que además de factible, es imperativo.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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