Pamela Palm: El lenguaje inclusivo incide en que aparezcan formas de expresión “no normativas”

Pamela Palm: El lenguaje inclusivo incide en que aparezcan formas de expresión “no normativas”
noviembre 14, 2019 Alejandra Watts

El lenguaje inclusivo, también llamado no sexista, nació por la necesidad de hacer las comunicaciones más justas. A través del tiempo, tanto los colectivos feministas como la comunidad LGBTI han utilizado diversos recursos como el @, la X y más recientemente la letra E, para que así la palabra no tenga género.

Uno de los argumentos más utilizados a la hora de abogar por la forma de implementar de este método de escritura y habla, es que las lenguas cambian en función de las necesidades de la sociedad.

Pamela Palm, profesora de la escuela de Letras de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de los Andes (ULA), ha investigado sobre escritura, género, identidad y discurso. Fue una de las ponentes en el foro “Tod[x]s: Miradas sobre el lenguaje inclusivo en Venezuela”, llevado a cabo por el Movimiento SOMOS, donde también es activista.

Al preguntarle qué le diría a alguien que cree en la igualdad de género, pero no se siente cómodo usando el lenguaje inclusivo manifiesta que sería necesario ver cómo entiende esa persona la igualdad de género, cuál es su concepción sobre el género y si su visión sobre el tema es binaria. Es decir, si solo cree en la existencia del femenino y masculino.

“Tal vez los argumentos que podrían ayudar a persuadir tengan que ver con el reconocimiento de otras realidades distintas, que no se sienten representadas ni con formas masculinas ni femeninas y que están buscando modos de representarse a sí mismos y hablar sobre sí mismos sin las limitaciones de tener que adscribirse a algo con lo que no se identifican. Mostrarle como, para algunos, el asunto de cambiar la forma de expresión, además de un acto político, es un modo de sentir que su identidad es válida, aceptada y respetada”, sostiene.

Añade que “también es importante saber que no hay consensos ni reglas sobre cuál es el modo de expresión por el que debe optarse. Hay opciones diferentes a las propuestas más radicales que también pueden cumplir la misma función. Hay alternativas al masculino genérico que no tienen que implicar necesariamente ni la adopción de una forma nueva, como las que representan la X o la E, ni la incomodidad de los desdoblamientos o de otras formas reiterativas”.

Más posibilidades

Palm explica que el uso de la X, el @ y la E varía en distintos países y en distintos contextos y que en Venezuela “realmente ninguna de estas tres formas se ve favorecida”. Sin embargo, es más común observar en redes sociales el uso de la X. Asimismo, destaca que hay personas que prefieren otros modos, como hablar de “la ciudadanía” en lugar de “los ciudadanos” (y no precisamente “ciudadanxs”, ni “ciudadanes”), o de “personas” (y no de “hombres y mujeres”).

De igual forma, menciona que la E ha ganado terreno y ha sido adoptada por muchas personas con identidades no binarias para la autorreferencia por factores como pronunciabilidad, inteligibilidad y porque se parece a formas que ya existen en el español.

Ponerse en el lugar de los demás

“Como lingüistas, tenemos el trabajo de describir lo que está pasando y los cambios que van ocurriendo. Además, no tiene sentido promover una opción sin saber primero qué es lo que prefieren las personas involucradas y qué grados de aceptación o rechazo hay hacia su adopción. Yo tomo en cuenta a quién me estoy dirigiendo y para quién estoy escribiendo. Si estoy buscando que todas las personas, independientemente de su identidad de género, puedan sentir que el mensaje se refiere a ellas, en formas generalizadoras, puedo hacerlo. También uso el masculino genérico en algunos contextos, pero la mayoría de las veces opto por formas epicenas, que, como mencioné antes, gozan de mayor aceptación y son un buen “término medio”. Claro, si estoy escribiendo sobre alguien, o hablando con alguien, que indica que, por ejemplo, su pronombre es “elle” y que le gustaría que se use la E cuando se hagan referencias que le aludan, entonces, por cortesía, por empatía, por respeto, uso el pronombre que le hace sentir bien”, detalla.

La RAE y otras instituciones dicen no

Instituciones especializadas como la Real Academia Española (RAE) se niegan a validar y aceptar el lenguaje inclusivo por tres razones principales, la primera es que, como regla ortográfica, el masculino equivale a la mayoría, en segundo lugar porque un buen texto o discurso debe hacer uso de la economía de las palabras y finalmente, porque al @ y a la X no se le puede atribuir pronunciación.

La docente y activista afirma que muchas personas en cargos de autoridad en instituciones como las academias de la lengua y algunas universidades, que en su mayoría son hombres cisgénero, pero también mujeres”, manifiestan su crítica porque consideran los desdoblamientos (“hombres y mujeres”, “ciudadanos y ciudadanas”, “niños y niñas”) son un problema. Sin embargo, en su opinión, “eso no implica estar en contra sino considerar que ya la lengua cuenta con todos los mecanismos necesarios para incluir y, desde esa postura conservadora, desaconsejar los cambios (sobre todo los cambios radicales)”.

Finalmente, destaca que la existencia y utilización del lenguaje inclusivo es algo que no se puede negar y que incide en la aparición de formas de expresión “no normativas”. “Creo que ese movimiento que percibimos en la actualidad encontrará en algún momento un equilibrio, pero en estos momentos yo estoy fascinada observando el proceso y mi rol no es promoverlo ni frenarlo, sino entenderlo y ayudar a que otros comprendan lo que ocurre.”

 

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

Comments (0)

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*