
La ancestralidad, entendida como la herencia cultural, social y emocional que se transmite de generación en generación, juega un papel fundamental en la formación de las identidades y valores de las sociedades. Sin embargo, esta herencia también puede incluir patrones de comportamiento que perpetúan el patriarcado y el machismo, ideologías que han dominado muchas culturas a lo largo de la historia. En este contexto, es esencial explorar cómo las nuevas generaciones de padres y madres pueden desmantelar estos paradigmas a través de procesos conscientes de deconstrucción.
El patriarcado, como sistema social que privilegia a los hombres sobre las mujeres, se ha arraigado en la mayoría de las sociedades. Desde una edad temprana, los niños son socializados en roles que refuerzan la idea de superioridad masculina. Este proceso se manifiesta en diversos ámbitos: desde la educación hasta los medios de comunicación, donde se glorifica la figura del hombre fuerte y dominante. Al mismo tiempo, las mujeres son a menudo relegadas a roles secundarias, reforzando la dependencia y la sumisión.
El machismo, por su parte, es una expresión extrema del patriarcado que promueve una visión distorsionada de la masculinidad. Este constructo social no solo afecta a las mujeres, sino que también encierra a los hombres en un molde rígido que les impide expresar emociones o vulnerabilidades. La presión por ser «el proveedor» o «el protector» puede llevar a comportamientos agresivos y a una desconexión emocional.
Sin embargo, hay un camino hacia el cambio.
Los padres y madres en proceso de deconstrucción juegan un papel crucial en este esfuerzo. Al cuestionar los valores y creencias heredados, pueden comenzar a romper con ciclos nocivos. Este proceso implica reconocer cómo sus propias experiencias han sido moldeadas por el patriarcado y el machismo.
-Educación consciente: La educación es una herramienta poderosa para desafiar normas patriarcales. Los padres pueden promover una crianza inclusiva donde se enseñen valores como el respeto mutuo, la igualdad, la libertad y la empatía. Hablar abiertamente sobre género y diversidad ayuda a los niños a entender que cada persona merece ser tratada con dignidad.
-Modelar comportamientos: Los padres deben ser conscientes de sus propias acciones y actitudes. Al modelar relaciones igualitarias y respetuosas en el hogar, envían un mensaje claro sobre cómo deben ser las interacciones humanas. La equidad en las tareas del hogar y la toma de decisiones compartidas son ejemplos concretos.
-Fomentar la comunicación emocional: Es fundamental permitir que tanto niños como niñas expresen sus emociones sin miedo al juicio. Crear un ambiente seguro donde todos puedan hablar sobre sus sentimientos contribuye a desmantelar estereotipos dañinos asociados con la masculinidad.
-Desafiar estereotipos: Los padres deben fomentar la exploración de intereses sin restricciones basadas en género. Tanto niños como niñas deben sentirse libres para elegir sus actividades sin temor a ser juzgados por no ajustarse a lo «esperado».
-Construir comunidades apoyadoras: La transformación no ocurre en aislamiento; construir redes comunitarias donde se comparta esta visión es vital. Grupos de apoyo entre padres pueden ser espacios donde se comparten estrategias y experiencias para criar hijos e hijas libres de prejuicios.
La mística de la ancestralidad nos recuerda que somos parte de un tejido más grande que abarca generaciones pasadas y futuras. Si bien el patriarcado y el machismo han sido pilares en muchas culturas, los padres y madres comprometidos con la deconstrucción tienen el poder de cambiar este legado. Al educar con amor, empatía e inclusión, pueden contribuir a un futuro donde cada individuo sea valorado por su humanidad.
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Mi nombre es Ignacio Spisso. Director de Hombres en Deconstrucción, un movimiento dedicado a desaprender la violencia y aprender cosas positivas y aprender a ser nuevas masculinidades. Nos pueden seguir en Instagram @hombresendeconstruccion y @nachospisso