#MeToo cumplió dos años

#MeToo cumplió dos años
octubre 9, 2019 Susana Reina

Fue como un terremoto aquello. El 5 de octubre de 2017, los diarios The New York Times y New Yorker publicaron los relatos de varias mujeres acusando de conducta sexual inapropiada al famoso productor de cine Harvey Weinstein. Enseguida surgieron por redes sociales otras actrices denunciando al famoso cineasta con la etiqueta #MeToo.

Tarana Burke, una activista social norteamericana fue quien con anterioridad usó la frase “yo también” para hacer denuncia de comportamiento misógino contra las de su raza, pero la etiqueta fue popularizada por la actriz Alyssa Milano, quién animó a las mujeres a tuitear sus experiencias. Según Wikipedia, desde entonces este hashtag ha sido utilizado por más de 500.000 personas, entre ellas muchas celebridades.

Esta acción derivó en otro colectivo llamado “Time´s Up” (Se acabó el tiempo) el 1° de enero de 2018 formado por más de 300 actrices que anunciaron a través de la publicación de una carta en los diarios de USA, la creación de un fondo en Hollywood para ayudar a mujeres de cualquier estrato social contra agresiones sexuales.

Después de Weinstein fueron denunciados muchos más. Algunos fueron condenados, otros aún siguen en juicio. El porcentaje de denuncias falsas ha sido absolutamente marginal. Siguen las amenazas encubiertas a quienes se atreven a hablar públicamente. Algunas han elegido el anonimato, temerosas de las represalias. Otros dicen que es un movimiento de venganza contra los hombres. Lo que sí es cierto es que todas estas reacciones han puesto un necesario e impostergable debate sobre la mesa: la revelación de la normalización de la cultura de la violencia contra las mujeres en todos los ámbitos de la vida pública.

Un antes y un después

Para muchos este acto marcó el resurgir del movimiento feminista en todo el mundo. Desde ese momento, miles de mujeres se han atrevido a denunciar de forma abierta los múltiples actos de violencia machista que han sufrido en su vida laboral. #MeToo fue un clamor que se extendió por muchos lugares y aún hoy sigue en vigencia: #Cuéntalo en España, #MiraCómoNosPonemos en Argentina, #NiUnaMenos, #DelataATuCerdo en Francia #MeTooPeriodistasMexicanos y muchos otros más.

El principal valor de los movimientos sociales de denuncia es que abren ventanas de posibilidades para quienes viven la discriminación en silencio, con temor y culpa. Las que no se atreven sienten el poder acompañador de la solidaridad para no callar más nunca y como una suerte de efecto dominó, comienzan a entender que eso que les que les pasó no era “normal” y que denunciar es su derecho.

Es lo que se llama empatía empoderadora: la posibilidad de contar tu historia, de compartir tu vivencia y hablar de forma abierta sobre situaciones de abuso, que además de su efecto terapéutico, tiene el enorme poder de cambiar la narrativa hegemónica que dicta mandatos sociales para obligar a las víctimas y a la sociedad entera a mantener silencio ante semejantes aberraciones, sobre todo cuando están comprometidas figuras públicas, familiares directos o personalidades con poder político o económico. Es la conquista del derecho a ser escuchadas.

¿Ha cambiado en algo el acoso sexual después del #MeToo?

Desde desatar la paranoia masculina en torno a dudas sobre lo que califica como acoso o no, hasta chistes en torno al tema buscando banalizar sus efectos, la verdad es que este movimiento apuntó a lo que nadie quería admitir. Las empresas, partidos políticos y organizaciones varias, se tomaron en serio la elaboración de protocolos para detectar, prevenir y atender casos de acoso sexual, conscientes de que una denuncia pública afectaría la reputación de su marca. Gobernadores y legisladores de varios países se dedicaron a diseñar políticas y reglamentos dirigidos a hacerse cargo del asunto. Gracias a este movimiento, surgieron nuevas formas de reajustar las relaciones entre géneros basadas en las desigualdades de poder y eso es fantástico.

Sin embargo, en términos estadísticos el hostigamiento sexual, las violaciones y los actos de violencia extrema como el feminicidio, siguen campeando e incrementándose. Importante es visibilizar el delito, pero luego sigue el necesario proceso de creerle a las víctimas e impartir justicia no patriarcal y por sobre todas las cosas, educar para que los hombres aprendan a respetar un no, a no acosar, a no condicionar prebendas a cambio de sexo, ni a violar a sus anchas como ocurre en nuestros días. La deuda histórica con las mujeres de todo el mundo en este ámbito es enorme.

Toda transformación cultural toma tiempo, pero al menos en esta oportunidad, de cara a las nuevas generaciones, ya se ha dado un inicio de cambio de mentalidad en torno al tema del acoso en términos de información y posibilidades de acción para poder vivir sin violencia.  Gracias al #MeToo se abrió el debate para no cerrarlo más, por lo menos hasta que la cultura de dominación expresada en agresiones contra las mujeres sea totalmente erradicada.

 

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

Comments (0)

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*