Empecemos por recordar que vivimos en un país machista y patriarcal, en forma y fondo. Dado ese contexto común a toda Latinoamérica y el resto del planeta, la idea de sentirnos empoderadas pareciera que surge desde las posiciones individuales de quienes han vivido su propio desarrollo partiendo de posiciones favorecedoras en términos socio-educativos, socio-económicos y, un pequeño porcentaje, favorecedoras también en términos de género.
Ojo, esto no significa haber nacido en cuna rica. Nada más con crecer en un hogar con familia más o menos estructurada, con madre y/o padre responsable, asistir a la escuela y a la universidad, tener acceso a servicios sanitarios, no pasar hambre, tener una cuenta bancaria, conseguir un trabajo decente, casarse mas o menos con quien se quiere, entre otros privilegios de los cuales no estamos siempre conscientes, ya te pone unos cuantos pisos por encima de muchas mujeres en Venezuela y en el mundo que están lejos de disfrutar de todas esas ventajas, por lo que acceder al poder se les hace muy cuesta arriba.
Pero aclaremos que una cosa es ser poderosa y otra estar empoderada.
Tener poder supone cierto dominio cognitivo intelectual o capacidad para hacer las cosas de manera más o menos autosuficiente, ser autónomas financiera y personalmente, acceder a una red de contactos de esos que abren puertas, tener influencia política, ocupar posiciones altas en estructuras organizacionales importantes, etc.
En el caso de las mujeres venezolanas, si revisamos nuestras posiciones actuales creo que muchas de nosotras podemos decir que hemos accedido a espacios donde en algún momento hemos ejercido poder.
Pero a muchas poderosas les falta empoderamiento, porque les falta conocimiento sobre la forma como operan las estructuras de poder entre géneros, viven desconectadas del amplio contexto sociopolítico, histórico y económico que genera desigualdades de género y esto les impide preocuparse por las demás, convencidas de que lo que consiguieron en la vida se debió a su único esfuerzo y mérito.
Empoderamiento es…
Según la filósofa y feminista española Celia Amorós, empoderamiento es “el aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder. Conlleva también la toma de conciencia del poder que ostentan las mujeres y la recuperación de la propia dignidad de las mujeres como personas”.
Esta es una buena definición porque contiene tres aspectos que nos parecen esenciales para emprender acciones dirigidas a empoderar:
1. Incremento de la participación de las mujeres en espacios públicos: en la academia, en las empresas, en las asociaciones, medios de comunicación, partidos políticos, condominios, agrupaciones sociales o vecinales, donde sea. Esto implica superar la dicotomía público/privado, donde el espacio público está reservado para los hombres y el espacio privado/doméstico para las mujeres.
2. Recuperación de la propia dignidad de las mujeres como personas, para que se enteren de que tienen derechos, que sepan que las otras no son sus enemigas, que deben prepararse, técnica y emocionalmente para alcanzar el poder y que vivan sin culpa el éxito y la realización como una posibilidad real.
3. Identificación y toma de conciencia de las barreras de género que explican el escaso poder que ostentamos las mujeres, producto de la histórica discriminación que nos han hecho por razón de nuestro sexo. No ayuda comprar y sostener la superficial idea de que una mujer empoderada es la que “echa para adelante”, la multitasking, la 4×4, la-todo-terreno-wonderwoman-entaconada o la que se masculiniza para poder ser tomada en cuenta. Esa es una trampa que nos culpabiliza, desgasta y desestimula.
Son como tres pilares esenciales que se apoyan el uno en el otro, todos dirigidos al mismo objetivo: ejercer el poder de forma colectiva como género. Solas no podremos.
Se empodera desde el Feminismo
Las que trabajamos en estas lides feministas debemos seguir apostando al empoderamiento como estrategia emancipatoria que, a través de la capacitación, nos dota de las estrategias analíticas y transformadoras necesarias para romper (a nivel individual) con los roles de género y transformar (a nivel colectivo) las estructuras patriarcales sociales que expresan un poder masculino dominante que nos deja mayoritariamente por fuera.
Sirva este mensaje para estimular a más mujeres poderosas de nuestro país para no esconderse en su espacio de confort y unirse a este esfuerzo conjunto. Millones de niñas y adolescentes están en este momento desarrollando y programando en su cerebro, a base de gestos, hábitos e incentivos, una mentalidad autolimitada, patriarcal, sexualmente instrumentalizada, material, económica y emocionalmente dependiente.
En Venezuela, a lo mejor algunas somos poderosas, pero empoderadas, muy poquitas. Luchemos juntas por ellas también.