«El patriarcado no se va a acabar mientras se sublime la violencia machista
dentro del amor romántico»
Coral Herrera.
Resulta que alguien inventó que el 6 de julio era un buen día para celebrar el “Día del beso robado”. Varios medios, cuentas de redes sociales y grupos publicaban la noticia con un entusiasmo romántico, casi que cerrando los ojos al darle send al post, tal y como hacen las actrices y actores en las películas y novelas.
Está tan arraigada la cultura de violación entre nosotr@s, que se entiende este tipo de actos como ingenuos o inocuos. A las que lo cuestionamos y decimos que no, que algo está mal ahí, somos calificadas de amargadas y aguafiestas. Exageradas, por decir lo menos: ¡pero chica! ¿qué tiene de malo un simple beso? ¿Dígame si después te gusta quien te lo dio? ¿Será que tú eres feminista porque nadie te ha besado? … ¡es que así somos los latinos!
Varias cosas que comentar aquí. Los retratos que observé en las publicaciones para celebrar la citada fecha eran de hombres robando besos a mujeres. Es lo que tenemos en el imaginario colectivo: son ellos los que dan el paso adelante, los que buscan, los que piden. Eso es lo que se espera de un “hombre de verdad” y tienes que terminar además agradecida de que un tipo te besó porque eso significa que eres algo así como “la elegida”.
SI eres tú la que lo robas, pasas a ser una fresca o una desesperada. Pero ponle que no te vean así, que te tomen como una tipa moderna. Ok. En el código de crianza masculino, el que una mujer le caiga encima al tipo, es una cosa super deseada. Se convierte enseguida en el más admirado y envidiado entre sus amigos. (Esto es para los que siempre salen con “a nosotros los hombres también nos acosan y no nos quejamos”)
Si un hombre, conocido o no conocido, te para en medio de la calle y te estampa un beso, por más que lo quieran vender como una gran suerte, es acoso, es invasión a la intimidad, es violencia. Así es como lo sentimos las mujeres. No conozco a ninguna que tal ataque le encante, la reacción es de lógica defensa. Entre que te den un beso que no has pedido, o te agarren una teta o te den una nalgada mientras caminas, la diferencia es sólo de órgano. La intención es la misma. Es la vieja consigna machista que supone que el cuerpo de las mujeres es territorio de conquista.
Para colmo, si respondes al beso y después el tipo quiere seguir pa lante y tu no quieres, la culpa es tuya, como dicen las españolas, por “calienta pollas”. Si te fuerza y te viola y te dejas, la culpa es tuya porque ¿quién te mandó a dejarte besar?… es que no pusiste resistencia ni te defendiste… Si te fuerza y te resistes, te mata, pero claro, por tu culpa, por busca fiesta. Culpabilización de la víctima, se llama eso. Un fenómeno que nos deja sin muchas alternativas a la hora de denunciar o reclamar. Véase caso “la manada” en Pamplona y estadísticas de feminicidio en todo el mundo, sobre todo y muy especialmente, oh casualidad, en los países latinos.
Y es que ya el calificativo de “robado” lo indica todo. Robar es un delito ¿no? Si es robado, es no consentido. No solicitado. No esperado. No entregado de buena voluntad. Es un No. Pero para muchos hombres, según he oído en sus conversaciones, un no de una mujer no es un no. Es un sí disfrazado, “lo que pasa es que hay que insistir”. La palabra de una mujer no vale. Es lo que él interpreta y le da la gana entender. Macho por lo tanto es el que persiste, el que obtiene lo que quiere, el que roba besos.
Esta semana, casualmente, un grupo de periodistas brasileras que cubren la fuente de deportes, con ocasión del mundial de fútbol, lanzaron la campaña #DejalaTrabajar para denunciar el hostigamiento del cual son objeto mientras están transmitiendo noticias a sus televidentes. ¡Qué interesante que lo que ellas denuncian como acoso, es que les roban un beso mientras hablan! Si han visto el video, coincidirán conmigo en que es bastante repugnante ver como son irrespetadas, teniendo muchas de ellas que reaccionar agresivamente para quitarse al tipo de encima y poder seguir trabajando. Fue esta declaración de ¨ya basta¨ de las profesionales de Brasil, una buena noticia para compensar el bodrio de la inventada efeméride del 6 de julio.
Yo me pregunto ¿hasta cuándo las mujeres van a seguir creyendo el mito de la esperanza del milagro romántico? ¿hasta cuándo como sociedad, vamos a aplaudir apologías a la barbarie? ¿hasta cuándo vamos a ser cómplices, hombres y mujeres, de esta normalización del acoso sexual disfrazado de cosa bonita, coqueta y simpática, pero que en el fondo lleva inscrito el mensaje de que tu cuerpo no te pertenece? ¿Hasta cuándo los medios van a celebrar el mensaje sexista del macho alfa cayéndole con todo a las mujeres sin pedir permiso ni respeto alguno por su integridad y su derecho a vivir una vida sin violencia? Nada más hay que leer los comentarios en las redes y dan ganas de llorar. Machismo inoculado que brota en cada línea.
Violencia de género no es sólo golpes e insultos. No hay nada inocente en el abordaje sexual de una persona por otra sin su consentimiento, ni siquiera por un beso. Es importante que lo veamos y pongamos los límites necesarios para que podamos vivir civilizadamente.