Mano Larga

Mano Larga
julio 13, 2018 Sandra Ximena Duran

Por Sandra Ximena Durán

Para cualquier mujer que camine por la calle, es muy común que diario le chiflen, le griten, le hagan señas obscenas, o simplemente se le acerquen demasiado, y aunque cada día te acostumbras más, el miedo no disminuye ni si quiera un poco, al contrario.  Pero bueno, eres mujer y así  te tocó vivir, tienes que tomar tus precauciones y no provocar a la bestia… pero ¿hasta donde tienen que llegar esas “precauciones”?… ¿porque nos preparan para ser precavidas pero no preparan a la sociedad para no violentarnos?

Yo por ejemplo, tomaba mis precauciones diario, usaba jeans, caminaba acompañada y en lugares  iluminados, no hablaba con extraños, intentaba no ser la única mujer en el camión o en la calle, y me había mantenido a salvo; Hasta que un día, lo último que pasaba por mi mente era tomar precauciones.

Era un Martes a las 5 de la tarde en verano, alguien me había contagiado gripa y el virus se adueñó de mí, me dolía la cabeza, tenía demasiado flujo nasal, cuerpo cortado y un agotamiento extremo después de un largo día de clases; ese día a diferencia de todos los demás, no me fui en camión, me sentía demasiado mal y lo que menos necesitaba era caminar 20 minutos bajo el sol, así que llame a mi mamá y ella pasó por mí, pero antes de llegar a casa hicimos una parada en casa de mi tía que acababa de dar a luz, motivo por el cual decidí quedarme en el carro, pues no quería contagiar a la bebé de mi espantosa gripa.

-“No me tardo ni 20 minutos, ahí vengo”, me dijo mi mamá mientras me daba un antigripal, me lo tomé, baje el vidrio a la mitad, recliné el asiento, puse música y me acosté, cerré los ojos para reposar, y sin darme cuenta, el antigripal hizo sus efectos y me quede dormida. Estaba en un fraccionamiento residencial, afuera de casa de mi tía, muriéndome de gripa y lo que menos pasaba por mi mente era “Se precavida”

Entonces pasó, mientras estaba dormida alguien metió la mano por la ventana hasta donde yo estaba reclinada y me estrujo el busto fuertemente, desperté de inmediato muy asustada y desconcertada, cuando me levante solo pude ver a dos hombres que corriendo muy rápido se metieron a un baldío y los perdí de vista, intente alcanzarlos pero fue inútil, intente reconocerlos pero ni siquiera vi sus rostros, estaba llena de miedo, impotencia, asco, enojo y no sabía que hacer, volví al carro al tiempo que mi mamá iba saliendo de la casa, y por alguna extraña razón no le quería contar, me sentía sucia, culpable, y definitivamente violentada, pero le termine contando y ella se molestó tanto como yo, fuimos a buscarlos, pero de nuevo, no pudimos hallarlos.

Nunca supe quienes fueron, y sigo sin comprender porque lo hicieron, lo único que se es que jamás pedí ser violentada, jamás les hice un daño a ellos y yo no soy la culpable de lo que me pasó. Era muy difícil para mí creer que dos jóvenes, bien vestidos y en un fraccionamiento privado me habían hecho eso, pero así fue, y solo lo hicieron porque yo estaba vulnerable, no podían desaprovechar la oportunidad de tocar una “bubi”, porque ¿para eso son no?, no podían respetar mi esfera personal porque pues, yo deje el vidrio abajo, y no podían dar la cara porque ni siquiera eso merezco.

Las mujeres seguimos siendo vistas como objetos y quien diga lo contrario probablemente no conoce el mundo real, hablamos de derechos humanos, de Estado de Derecho, de valores, pero la dignidad de miles de mujeres sigue siendo pisoteada a diario.

No hago esto en forma de queja, pues lo que a mí me paso es nada en comparación con lo que viven otras mujeres diario, como violaciones, secuestros, prostitución, golpes, asesinatos, etc. Lo hago más bien en forma de concientización, de romper el silencio, ya estoy cansada de vivir con miedo, de no ser libre y eso solo va a cambiar cuando las mujeres dejemos de fomentar el machismo y cuando los hombres puedan sentir empatía por nosotras y reflexionar antes de actuar, pero esto solo lo podemos lograr mediante la educación, tanto en la familia como en las escuelas, a todos y todas nos tiene que quedar claro que hombres y mujeres somos iguales y merecemos el mismo respeto, en todo momento y en todo lugar, no importan las circunstancias, nadie tiene derecho de abusar de nadie, ni siquiera “aunque lo esté pidiendo”.

 

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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