Mujeres incompletas y el “milagro” de la varita mágica masculina

Mujeres incompletas y el “milagro” de la varita mágica masculina
abril 8, 2018 Ana Mary Risso

Por Ana Mary Risso Ramos

 “No se nace mujer, se llega a serlo”

Simone de Beauvoir

 

Nacemos, crecemos, nos debemos reproducir, y luego morir, ese parece ser el destino fatal de todo ser humano, sin embargo, el ciclo vital no es igual se trate de hombres que de mujeres. Yo hablaré de las mujeres, porque soy mujer, me interesan los problemas que han aquejado y aun confrontan las de mi género (sea cual sea su orientación sexual), porque la discriminación por sexo es la paradigmática, sobre ella se sustentan absolutamente todos los demás tipos de discriminación, porque primero nos discriminan por mujeres y luego, si somos feas, bonitas, gordas, pobres, indígenas, solteras, casadas, lesbianas y la Colonia Tovar…

Además de los mitos del amor romántico que aún en pleno siglo XXI nos marcan la vida, porque nos educan con base a estereotipos de género y la sociedad aún sigue reproduciendo la creencia que de los seres humanos, hombres y mujeres, pero sobre todo estas últimas, son seres incompletos que andan por la vida buscando su “alma gemela”, la “media naranja” perdida; están otros mitos o falsas creencias que son tabú, por cuánto ni las propias mujeres se atreven a hablar sinceramente del tema con la franqueza que considero necesaria, para desmontar el mito y deconstruir el patrón machista que lo reproduce y sostiene, se trata de la sexualidad femenina y la maternidad.

Obviamente, cada uno son temas para libros tan gordos como la propia Biblia, así que esbozaré a grandes rasgos algunas opiniones sobre ellos sin pretender realizar aquí un tratado académico. Todo alrededor de las mujeres, desde su nacimiento está impregnado del doble parámetro de valoración sexista, su desarrollo biológico y su existencia como ser humana.

Nacemos para ser el “complemento de”, existimos como madres en potencia (aunque no nos interese la maternidad), y nos “hacemos mujeres” cuando tenemos sexo con un hombre o traemos hijos/as al mundo. Es lo que nos dicen los cuentos infantiles, nos reiteran a cada rato las canciones románticas con las cuales suspiramos, mirando al cielo pensando en el caballero (que al fin) nos escogió. Puede pensarse que estas afirmaciones son cosa del siglo XIX y que estoy exagerando con situaciones que ya no ocurren. Hablen con adolescentes y mujeres jóvenes que aún no han sido escaldadas por la experiencia de los años, e indaguen, no en lo que dicen de las relaciones de pareja, sino en lo que hacen cuando se enamoran, aún, con las diferencias de la época, se siguen enamorando como las heroínas de las novelas románticas: perdida y abnegadamente, incluso muchas que se declaran independientes y feministas, las traiciona su troquel patriarcal cuando de enamorarse se trata, …no es nada fácil nadar contra corriente en una sociedad machista, hay sus excepciones –¡gracias a Dios!!- pero el común, se sigue enamorando románticamente.

En este sentido es importante escuchar qué dicen del amor las canciones que escuchamos; el reggaetón es terrible, salvo una que otra canción de Don Omar por allá en el 2007 cuando se estaba dando a conocer, el resto es terriblemente machista, pero ¿qué decir de las que nos cantaba Julio Iglesias? Que nos decía melosamente que “lo mejor de tu vida me lo he llevado yo, lo mejor de tu vida lo he disfrutado yo, tu experiencia primera, el despertar de tu carne, tu inocencia salvaje toda me la he bebido yo”… y por ahí se esbarrancaba mientras nosotras sonreíamos borrachas de oxitoxina soñando con la casita con niñitos y perro!! Ahora, con muchos más abriles encima y con conciencia de mi género, esas cancioncitas del Iglesias me parecen unas plagas, el tipo nos cantaba ofendiéndonos, nos decía que nos chupó todo y que ahora, con más edad solo éramos un bagazo, que ya no teníamos nada interesante para él o para cualquier otro hombre, si me pongo a rebuscar más, se puede incluso afirmar que al caballero ¡solo le gustaban las mujeres púberes!, las mozas de más edad y “conocimiento sexual” ya no eran atractivas para él… ¡Y así nos cantaban el resto de señores/as contemporáneos de su época!!

Otra frase que expresa la concepción que tiene el colectivo social sobre el poder del pene, es aquella, tanto en canciones como en poesía y otras artes similares que dice “yo te hice mujer”, refiriéndose al contacto sexual que mantuvieron y en el que por medio de la varita mágica masculina, ahora sí, ella se convierte en mujer. La verdad, no entiendo ese razonamiento masculino, es tan absurdo como afirmar que un hombre se convierte en hombre cuando una mujer “lo convierte” en padre. Cosa que a nadie se le ocurriría decir, para la sociedad los hombres son hombres desde bebés simplemente por el hecho de nacer con un pene; pero no ocurre lo mismo con las mujeres, resulta que nos “convertimos en mujeres” (según ellos) cuando su varita mágica “nos transforma” en tales, es decir, no somos mujeres por nacer con vagina ni otros caracteres sexuales femeninos ni por cumplir con los roles de género socialmente asignados, sino porque su poder masculino nos hizo el favor de “existir”, que antes que ellos nos tocaran no éramos mujer… ¡Vaya! ¿Entonces qué éramos?

El otro tabú es el de la maternidad, comparto lo que dicen respecto a ella Elizabeth Badinter y Nawal El Saadawi, es una institución patriarcal que oprime y mantiene la subordinación de las mujeres, hay que ver las consecuencias económicas que la reproducción humana le ocasiona a las mujeres a lo largo de sus vidas, las oportunidades perdidas por las cargas de trabajo doméstico y de cuidado, temas que apenas se están tocando desde hace pocos años, algunas investigadoras feministas se atrevieron hace 20 años a asomarlo para obligar al reconocimiento del valor económico del trabajo no remunerado doméstico en las cuentas fiscales de los países (cosa que aún no se ha logrado), detrás de ellas, está otras exponiendo el feo rostro de la discriminación socio económica que se ha ejercido históricamente contra las mujeres, hablando de las inequidades y desigualdades que restan calidad de vida y oportunidades a las mujeres, pero aún es un tabú, muy pocas mujeres se atreven a cuestionar la maternidad como institución machista.

Entre feministas no es necesario las aclaratorias sobre la premisa de este polémico tema, sin embargo, para personas que no lo son, es necesario precisar que cuando se cuestiona la maternidad como institución, no implica que se rechace la maternidad como hecho biológico, me explico, traer hijas/os al mundo es una experiencia maravillosa, pero que tanto el padre de las criaturas como las instituciones patriarcales (Estado, sistema religioso y educativo, sistema político, económico y social, es decir ¡TODO EL MUNDO!) considere que el cuidado y la crianza de las/os hijos son de exclusiva responsabilidad de las mujeres (madres, tías, abuelas) sobrecargándolas de trabajo, esclavizándolas con tareas que no tienen horarios, un trabajo que no es remunerado ni valorado socialmente, que no tiene descanso ni vacaciones y que es indispensable para la sociedad, porque se trata de la población de reserva que va a mantener funcionando la economía, es absolutamente oportunista e injusto.

La reproducción humana es un problema social, por tanto, su atención no compete solo a las mujeres, interesa y afecta a todos los actores sociales, y todos ellos deben asumir la cuota de responsabilidad que le corresponde, para no confrontar los problemas demográficos (con graves consecuencias económicas) que están experimentando países de Europa con la baja natalidad y los cambios a futuro en sus pirámides poblacionales.

Si las mujeres comprendieran el valor que tiene la natalidad y lo utilizaran para obtener reivindicaciones, ¡otra gallina cantaría!! Pero el romanticismo y los tabúes que todavía predominan no lo permiten. Se aprende a ser mujer, como lo dijo la querida Simone, y de nosotras dependen los cambios, no podemos esperar que otros los hagan, porque precisamente esos “otros” se han beneficiado de nuestro trabajo gratuito, que para ellos han representado privilegios de género, a través de un montaje teatral en tonos rosados con florecitas y corazoncitos, que mantiene a las mujeres atadas emocionalmente a lo que las oprime.

Poner las cosas en su justo lugar es un acto de rebeldía necesario para poder aspirar a vivir en igualdad de derechos, es un trabajo que debemos seguir haciendo y apoyando como mujeres, para que nuestras descendientes y nosotras tal vez en nuestra vejez, podamos disfrutar antes de morir.

Los cambios culturales llevan tiempo, de allí la emergencia y necesidad de que todas empujemos en la misma dirección aunque tengamos opiniones diversas. Se habla que la brecha salarial se logrará eliminar en 100 años (si se trabaja activamente para ello desde ahora), échenle pluma!!

La urgencia que tenemos de generar esos cambios es para ayer!!

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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