EL EJE DE LA SEXUALIDAD EN EL EUROCENTRISMO. NUESTRA HERENCIA HISTÓRICA

EL EJE DE LA SEXUALIDAD EN EL EUROCENTRISMO. NUESTRA HERENCIA HISTÓRICA
octubre 9, 2017 Nohely Marin

 

Por: Nohely Marín

Según estudios de Felipe Carrera Damas, para el ejercicio de la sexualidad eurocéntrica, el aspecto religioso juega un papel fundamental en su restricción sexual. El judeo-cristianismo tuvo su auge como predominante en aras de la reproducción bajo la vigilancia de la institución del matrimonio, regulando la energía sexual y erótica del ser humano hacia una sola persona (Freud, 1930) y mitificando las diversas prácticas sexuales en problemas médicos, como la homosexualidad definida como “un problema con cura” y donde elementos como la masturbación traían consecuencias graves de desgaste físico y espiritual para hombres y mujeres, es decir, la desintegración del cuerpo.

Estas visiones fueron legitimadas bajo el sistema económico burgués, surgiendo así la llamada etiqueta española y la nueva distinción entre el hombre y la mujer. Carrera Damas, en su obra “el comportamiento sexual del venezolano”, describe la antigüedad Europea referente al comportamiento sexual: Antes de establecerse el judeo-cristianismo (XVI), la vista sexual fue similar al mundo tribal. La masturbación, la intimidad y la limitación sexual por edad, no constituían un problema aparente para esa sociedad. Según Damas, era común la educación sexual práctica desde padres y cuidadoras, usando la masturbación como forma de calma para los infantes, la energía sexual no distinguía edades, ocupaciones o sexo, legitimando el erotismo en políticas públicas a través de la construcción de lo que hoy se nombra como prostíbulo. La experimentación prematrimonial era institucional, no existía el celibato para el sacerdocio, además de que la desnudez mancomunada no implicaba excitación sexual y el exhibicionismo era parte de tradiciones culturales de celebración.

El asentamiento del judío-cristianismo propone la dualidad entre cuerpo y alma, dando mayor legitimidad a la segunda y satanizando la primera a causa de las “perversiones” vividas hasta ese momento como alegato válido para los siglos siguientes. A partir de ello se comenzó lo que para este autor es la Inquisición Sexual como parte de la represión institucionalizada del sexo y la sexualidad en ambos géneros.

La presión social y el estigma sexual surgen dentro de la cultura occidental acerca de lo bueno y lo malo sobre las prácticas sexuales, se recrean y refuerzan ideas como la jerarquización, la cual hace del hombre el dominante y esto le naturaliza ciertos comportamientos no permitidos para la mujer (relacionamiento extramatrimonial, promiscuidad, entre otros), de allí hasta nuestros tiempos, en que la psiquis femenina suele mediarse más por la impresión social que la del hombre. La herencia histórica tiene implicación directa sobre las prácticas sexuales y la desinformación vivenciada en estos tiempos a pesar de la apertura tecnológica suscitada.

     Las consecuencias aparentes de la reconfiguración sexual en nuestro continente en las prácticas sexuales actuales de nuestra cultura, implican un cortejo extenso (acercamiento, seducción, juego previo), una experimentación sexual limitada, un apego hacia la institución del matrimonio, un estigma hacia las diversas prácticas sexuales existentes en la vida privada, entre muchos otros elementos. La diferencia con la cultura tribal radica en que no se requiere este preámbulo para la vivencia sexual porque no hay presiones sociales que medien dentro de los individuos, en cambio, el occidental requiere preparación, despojarse miedos, prejuicios y el alerta que están a la cabecera del pensamiento antes que el placer sexual debido al tipo de educación sexual recibida, distinta en ambos géneros (embarazos/enfermedades).

Las contradicciones en materia de sexualidad, estudiada y abordada en profundidad, tomando en cuenta la complejidad social y la multidisciplinariedad, permitieron, después de innumerables cambios, el cuestionamiento de la vivencia sexual occidental en años recientes. Sin embargo, los cambios sociales suscitados a favor de las prácticas sexuales y en pro de la liberación sexual en general, suele sensacionalizarse y tergiversarse a través de los medios audiovisuales, bombardeando simbólica y explícitamente al receptor en general, de una mezcla de ficción con realidad y mitos dentro de las prácticas sexuales.

Esta diferencia entre culturas en respuesta a las prácticas sexuales, están determinados por los entramados sociales de cada comunidad (Geertz, 1983), también por la significancia de la misma para la vida. Para los indígenas, la vida sexual media la forma en la que se convive con la naturaleza y para el occidental, este plano está relegado después del poder político, el económico y el prestigio.

La caracterización de la modificación de la vivencia sexual nuestra, ha pasado por la herencia recibida y no con esto se busca volver al pasado, pues el eurocentrismo está arraigado a nosotros. La educación y la información sexual son la clave para el cuidado y el goce en este mundo vital para el ser humano.

Referencias

Carrera Damas. F (1978) El comportamiento sexual del venezolano. Monte Ávila Editores. Caracas, Venezuela

Correa. P, Jaramillo. I, Ucrós. A (1972) “Influencia de la educación sexual en el nivel de información y en las actitudes hacia la sexualidad”. Revista latinoamericana de psicología. Volumen 4. Bogotá, Colombia. Disponible en: http://www.redalyc.org/html/805/80540304/

Freud. S (1930) Malestar en la cultura. Editorial Akal. España.

Geertz. C (1983) Conocimiento local. Editorial Paidós. Mexico

Rodríguez. C (2015) Análisis del sexo: ¿Qué es y cómo se ha desarrollado en nuestra sociedad? Disponible en: https://www.guioteca.com/psicologia-y-tendencias/analisis-del-sexo-que-es-y-como-se-ha-desarrollado-en-nuestra-sociedad/

Publicado el 12 junio 2017 en https://periodicovisionsociologica.blogspot.com/2017/06/el-eje-de-la-sexualidad-en-el.html y reproducido aquí con permiso de su autora.

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