Documento de Flavia Tello (ONU MUJERES)
Planteamiento central del texto
El ámbito local de interacciones y de poderes públicos ha venido siendo un campo fecundo para el progreso de la democracia paritaria en América Latina, con avances innegables en los últimos años. Sin embargo, mucho hay aún por hacer en casi todas las áreas del desempeño social local para mejorar la eficacia, eficiencia y autenticidad de las iniciativas, que muchas veces cubren aspectos formales o incluso rituales, pero no ahondan en las problemáticas y ocultan muchas veces graves condiciones de inequidad con gran arraigo en los modelos patriarcales dominantes en la región, especialmente en sus espacios rurales. Con la muestra de diversos estudios se resaltan los avances más importantes, se reconocen las limitaciones más evidentes y se proponen los cambios en el diseño de políticas, destacando ejemplos de buenas prácticas y, más en general, sugiriendo recomendaciones para mejorar y profundizar la democracia paritaria en los municipios de la región.
Ideas clave del texto
Las acciones afirmativas (cuotas) se han venido constituyendo como herramienta determinante para los avances de la democracia paritaria en el ámbito local. El acuerdo del Parlatino de 2015, propuesto con el apoyo de ONU Mujeres, recoge y reimpulsa un conjunto de reformas que se podrían resumir en tres dimensiones: a) legales y de políticas públicas para el logro de la igualdad sustantiva en el ámbito político, económico, social, cultural y civil, b) implementación de la paridad representativa en todos los poderes del Estado y c) reformas en el seno de los partidos y organizaciones políticas hacia un modelo paritario y garante de la igualdad sustantiva en las relaciones y dinámica del poder. Muchos avances se han hecho evidentes en la Región, con muchos países que avanzan en sus marcos normativos buscando la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, pero la evidencia empírica demuestra que la perspectiva de género aún está lejos de instalarse en forma transversal en los diferentes espacios de política, representación y gestión pública. La representación femenina en los gobiernos municipales de la región evidencia una modesta evolución positiva (pasando del 11% de mujeres concejalas en 1996 al 25,1% en 2015 y un incremento de alcaldesas del 5% al 12,5%, en el mismo período). El discurso a favor de la igualdad, en la práctica, se contradice cuando sigue presente una cultura patriarcal que no ve con buenos ojos la participación de las mujeres en el ámbito público y se ejerce violencia política hacia ellas; se incumplen las cuotas de género o se estigmatiza su rol en los gabinetes; se ven sometidas a una vigilancia permanente en su vida privada y su logro se condiciona a una buena conducta familiar. En el ámbito rural, se desescolarizan más las chicas, sufren más embarazos precoces o restricciones económicas en el ámbito familiar.
¿Qué pueden hacer los municipios? Los municipios pueden promover el empoderamiento político de las mujeres, apoyando al movimiento asociativo de mujeres y creando espacios de diálogo e interlocución para mejorar las agendas públicas. La eficacia de las cuotas para el ámbito municipal depende del sistema electoral, dando mejores resultados los sistemas proporcionales que los sistemas de mayoría; las listas cerradas a las abiertas; que haya alternancia y se consideren garantías reglamentarias y mecanismos de control y sanción ante el incumplimiento de las cuotas. Se requiere adoptar legislativamente la paridad horizontal. Se requiere estimular la formación de las mujeres para la gestión pública; promover el crecimiento e intensificación de las interacciones en redes y asociaciones de mujeres alcaldesas y concejalas. Los gobiernos locales pueden apoyar al fortalecimiento institucional de estas asociaciones nacionales de mujeres autoridades locales, aportando una cuota que contribuya al sostenimiento financiero de la organización, así como promoviendo y facilitando la participación de sus alcaldesas y concejalas en las mismas. Se requiere transversalizar el enfoque de género en todas las estrategias de desarrollo y sus políticas, en todos los procesos y todos los servicios. Para poder lograr resultados eficaces en los mecanismos institucionales, para promover la equidad, se requiere elevar la jerarquía y asignación presupuestaria de las operaciones vinculadas a estos mecanismos, legitimidad política, capacitación del personal directivo y técnico y sensibilización a todos los niveles. El Municipio puede también hacer benchmarking con las prácticas exitosas en áreas como autonomía económica de las mujeres, planificación urbana, movilidad, seguridad, vivienda, cuidados, lucha contra la pobreza y desarrollo sostenible (varios ejemplos en la lectura).
El resumen de recomendaciones a los municipios incluye: acumular voluntad y compromiso político; apostar por planes de igualdad de largo plazo e impacto sostenible; sensibilizar y capacitar; institucionalizar y transversalizar el enfoque de género; incorporar presupuestos participativos y sensibles al género; desarrollar auditorías de género; desarrollar indicadores de género; promover y favorecer la participación femenina en el poder local; promover el asociacionismo de las mujeres y conectar agendas.
Síntesis de los principales aportes recibidos
Aunque no se abordan problemas ni soluciones que no hayamos visto ya en el programa con anterioridad, me impactó positivamente un resumen tan completo de la perspectiva de género para el desarrollo local, un tema que se me antoja escurridizo, por mis dificultades para distinguirlo de otras áreas de desarrollo local.
La idea de la mejora a partir de las políticas de afirmación me sacó de un área de indecisión sobre este asunto, porque siempre manejamos culpa por imponer representaciones que, en ocasiones, podrían suponer discriminar liderazgos masculinos con mejores condiciones técnicas o políticas para su ejercicio. Observar la mejora (lenta pero evidente) en algunos países de fuerte arraigo machista y patriarcal -como en Centroamérica y el Caribe- me abrió a la idea de la promoción decidida de las cuotas. Otra idea trascendente es la de las redes que surgen a partir de ese avance previo de representación: concejalas y alcaldesas sensibilizadas ayudando a impulsar a otras mujeres y también actuando como promotoras y garantes de las reformas institucionales me parece una excelente forma de avanzar. La idea más dura me parece transversalizar, pero resulta vital en el asunto. La contrasto con la cantidad, calidad y poder de las instituciones dedicadas especialmente al asunto, porque siempre las veo como reflejo de la situación de igualdad. Me atrevería a afirmar que la transversalidad y su avance se medirán en el futuro en sentido inverso con la presencia de ministerios, institutos y servicios de la mujer. Pero estamos tan lejos aún, que entiendo bien la necesidad de extender, mejorar y empoderar estas organizaciones. Recabar e imitar buenas prácticas me parece una excelente herramienta también.
Dudas o cuestiones no resueltas
Mis dudas frente a esta lectura guardan relación con la aplicación, quizá incluso desde una perspectiva personal. Creo que deberíamos enriquecer la base de experiencias no solo desde la aplicación general de un municipio o un departamento, sino desde la experiencia de una líder comunal, una concejala, una alcaldesa, una diputada provincial, una ministra…Es decir, creo que falta mucho de los detalles y protocolos que facilitan la implantación y de las dificultades específicas en el juego de poder interno de organizaciones políticas y de cuerpos de gobierno.
Por otro lado, extrañé un poco el enfoque de nuevas masculinidades. En la lectura el hombre aparece como sujeto invisible de un proceso cultural de discriminación que conocemos bien. Pero se habla muy poco de su participación como sujeto activo de la transformación. No sé si es más una crítica que una duda, pero no imagino cómo se podrían adelantar reformas institucionales tan profundas sin una transformación de las bases sustentadoras de estos comportamientos con profundo arraigo cultural. Los que guardan relación con la mujer están suficientemente abordados y ejemplificados; los relativos al hombre parecen supuestos. Para mí, transversalidad es también que consideremos, contabilicemos, reconozcamos y visualicemos las manifestaciones de líderes, concejales, alcaldes, diputados y otras figuras de poder masculinas que declaran y actúan como feministas, como contribución fundamental a la normalización que entendemos como equidad y democracia paritaria.
Evaluación crítica personal
Como resumen y como guía orientadora me parece excelente. Es simple, fácil de entender, ilustrado con las investigaciones de la propia autora sin abusar en el planteamiento de las relaciones causales. He estado involucrada como consultora en planes de desarrollo local y no cabe duda que este tipo de guías puede ayudar a redefinir agendas de discusión, planes de desarrollo con sus políticas e incluso algún que otro elemento de planificación operativa (especialmente a través de los ejemplos de buenas prácticas).
La segunda lectura que hice me hizo pensar que podría evolucionar hacia un manual. Es decir, su generalidad y simplicidad es al mismo tiempo su principal fortaleza y debilidad. No se dice mucho del cómo lograr avanzar en términos de ambiciones que se narran fácilmente pero que me parecen sumamente complicadas de sugerir, convencer e implementar. La idea de transversalizar es la más complicada creo. Los planes y proyectos de cada área en un gobierno lo son en función de combinaciones técnicas y políticas de muy difícil modificación, a veces sustentadas en modelos científicos y relaciones de poder que rara vez se modifican en sus fuentes principales, a veces por haber sido profundamente exitosas en sus cometidos generalistas sin necesidad del enfoque de género (por ejemplo, el diseño de ciertas infraestructuras o equipamientos urbanos). Tal cual ya avanzábamos en el procesamiento de la lectura anterior, la reforma institucional tiene como principal obstáculo la resistencia al cambio, con mayor potencia en la medida del arraigo cultural de los factores centrípetos de la práctica cultural que se pretende alterar. Esta guía actúa como un ejemplo más de ambiciones bien justificadas de cambio institucional y cultural que podrían enfrentar -y no cabe duda que de hecho enfrentan- múltiples obstáculos de implementación. Avanzar hacia el complemento de un documento guía (mucho más creíble quizá hacia muchos documentos guías) que sugieran desde diversas metodologías -fichas, casos, entrevistas, etc- mecanismos de aplicación dado ciertos contextos generales con facilidades de extrapolación, me parece una necesidad. Quizá ya existan, intentaré averiguar para las áreas más cercanas a mi interés.