Siempre supe que hay tres poderes que los humanos tenemos y por ende ejercemos: La Inteligencia, La Riqueza y La Belleza.
Todos los grandes y no tan famosos han sido víctimas y blancos de resentimientos que sin duda albergan personas patológicas, tóxicas y con grandes alteraciones de índole psíquica.
Esa vieja era, que en nada es proporcional a lo cronológico, aún no ha muerto, y no ha muerto porque todavía en pleno siglo XXI, la mujer sigue siendo víctima de frases y conceptos como estos: «mujer es la que cuida la casa, los hijos, atiende al marido, no debe hacer más nada»… sino venerar estos tres cultos y estos tres ídolos.
Las que se atrevieron a romper esquemas que datan de miles de años atras, fueron sin duda castigadas, tal y como esta vieja era lo sugiere, es decir: «como merecían».
Son muchos e interminables los castigos que ha tenido que sufrir la mujer: lapidación, ablación, violación, humillación, golpes, discriminación, rechazo, abandono, horfandad, tortura y un sin fin de abominaciones. Hoy también ser bella es un pecado!
El que es psicópata nato, de esencia, de ADN, un misógino real, siempre inventará algo más cruel para herir a la mujer. En estos días estuve frente a una noticia que me dejó sin brújula: «La hermosa Miss Italia, fue atacada y rociada con ácido en su rostro por su pareja».
Atención, no es una práctica novedosa, ya vienen padeciendo esto la mujeres hindúes. En la India ser bella es una autentica desgracia, es una sentencia a muerte y el castigo ordenado por «el hecho cultural» es desfigurarles el rostro, por qué? Porque ser bella es un pecado.
La belleza, lejos de ser venerada y amada, es sancionada y castigada, además de la peor manera: tatuando marcas y cicatrices imborrables en sus rostros…
¿Qué nos queda, además de escribir estas cortas líneas que tienen la pretensión de ser una denuncia? Pues nos queda seguir denunciando, ser la voz de las que la opresión masculina les cortó la lengua, ser el grito de las que no tienen garganta, ser el aliento de las que son asfixiadas, ser el bálsamo de las que sufren las brasas del machismo y ser miles de millones en una. Este flagelo debe acabar y por mi parte seguiré contribuyendo a que muera y sea sepultado por la justicia de la evolución y el cambio.
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