Desde hace un tiempo me he puesto a analizar que para muchas personas cuando una mujer llega a un puesto de poder, o un puesto alto en cualquier ámbito (empresa, organización, estudios entre otros), es más fácil pensar que fue gracias a alguien más, y no a sus conocimientos o trabajos previos.
Hace unos días publiqué una imagen de mi ingreso a una organización y casi de inmediato me preguntaban: «¿Quién te metió?» Mi reacción fue decirle a la persona: «Nadie, yo entré solita», y me quedé pensando la cantidad de veces que me han dicho lo mismo, «¿Quién te dio ese puesto?» O «¿Cómo hiciste para ingresar?» Son algunas de las preguntas que he tenido que escuchar.
Y la verdad es que, para algunas personas es más fácil pensar que entramos a los lugares gracias a alguien más (comúnmente gracias a un hombre) en vez de ver todo el trabajo que hemos hecho en nuestros espacios; lo más triste de estos cuestionamientos es cuando viene de parte de otra mujer, porque sí, a veces nosotras mismas cuestionamos el trabajo y el esfuerzo de nuestras compañeras.
Sumado a lo complicado que puede ser abrirnos espacios en los ámbitos públicos (y esto deriva de nuestra propia cultura que sostiene la idea de que los espacios públicos son lugares para hombres) hay quienes piensan que no estamos capacitadas para ello.
Días antes de lo que comentaba al principio, tuve un encuentro por casualidad con un «precandidato» a ciertas elecciones. Cuando le hablé sobre la participación política de la mujer, me asombró el poco conocimiento del tema que esta persona manejaba (hasta el punto de asegurar que «la paridad solo te permite incluir mujeres no capacitadas en puestos de poder»).
Y lo más asombroso del asunto, es que muchos hombres que están en puestos de poder, cuando ven una mujer con su liderazgo marcado y que tiene alcance en todos los sentidos, la ven como amenaza y comienzan a tratarla con inferioridad para que otras personas duden de sus capacidades.
Pero al final del día el mensaje siempre será: «Mujer, lucha por tus sueños, no permitas que nadie te haga dudar de tus capacidades, y si una persona te cierra una puerta, te esfuerzas y abres cinco puertas más».
