En un encuentro de abogadas y abogados defensoras de derechos humanos en Berlín en 2019 comentábamos lo mal que nos sentíamos porque trabajábamos en temas de derechos humanos y en las tardes hacíamos actividades al aire libre que involucraban una que otra copa de vino o cerveza. Allí una colega y compañera nos invitó a leer el libro “¿Qué sentido tiene la revolución si no podemos bailar?” escrito por Jane Barry y Jelena Đjorđjevic, ambas activistas. No lo había leído hasta ahora, y agradezco ese momento, porque lo leí en un momento de mi vida de profunda reflexión y de un profundo cansancio del activismo. Como decía Mar, mi coach, en una sesión reciente “imagina que todo lo que sucede hoy está diseñado para ti”, así fue.
El libro trata acerca de la experiencia de las mujeres activistas, especialmente activistas por los derechos humanos de las mujeres y cuestiona millones de prácticas que nos colocan en lugares y espacios poco sanos para nosotras y para el movimiento. No solo por el riesgo que involucra la labor, sino también por lo poco saludable que se han vuelto los espacios de defensa de derechos humanos, que ya de por sí es un riesgo, pero que también estamos constantemente trabajando sin parar temáticas muy dolorosas sin válvulas de escape disponible para nosotras.
Las activistas por los derechos humanos y especialmente por los derechos de las mujeres vivimos sumergidas en un mundo profundamente doloroso, porque, ¿Qué más doloroso que el peligro de caminar por la calle siendo mujer?, ¿Qué más doloroso que exponerte a los trolles de tuiter que te señalan de forma personal por tus creencias? ¿Qué más doloroso que tú, tu amiga, tu prima haya sufrido de violencia o acoso en diferentes formas?
Como activistas nos cansamos, sí. Es agotador vivir en un mundo donde las noticias sobre feminicidios, criminalización de los cuerpos, violencia sexual ocurren día a día. Aun así, las activistas sentimos culpa cuando descansamos, porque ¿Cómo vas a estar tomándote un descanso cuando todos los días una mujer es asesinada? ¿Cómo tú vas a tener la dicha de disfrutar-gozar mientras el machismo sigue vivo? ¡BOM! la culpa llega y entra a tu cuerpo. Casi de egoísta me señala mi voz interna. Me di cuenta de que esta culpa que puedo sentir es muy común en el activismo y es importante saber que, nuestra salud, vida, felicidad tiene el mismo valor de las personas por las que trabajamos.
El libro se lo recomiendo a las activistas por los derechos humanos y derechos de las mujeres, tiene un contenido maravilloso e innumerables recomendaciones y vivencias. Me gustaría resaltar algunas herramientas que menciona el libro para el autocuidado.
- Amistad
Mi madre siempre me dice: ten muchas amigas, y no se ha equivocado ni un segundo de su vida al insistir en esto y felicitarme cada que vez que tengo un espacio con amigas. Que sea más frecuente, más amoroso siempre.
- Llorarlo todo
Pff, pues esto a mí me cuesta mucho. Tan solo de leer “llorarlo todo” mi cuerpo saca su caparazón protector. Me ha dado cuenta de lo MUCHO que me cuesta llorar, porque lo asocio con la debilidad, con no ser fuerte, pero estoy haciendo mi trabajo porque llorar es sentir, y qué sentido tiene vivir si no podemos sentir. ¿Sentir TODO, no solo la felicidad y la alegría? En esta sociedad que está intoxicada con el positivity como dice Mar y aleja otros sentimientos que son reales, normales y necesarios. Qué sentido tiene liderar redes, ser activista por los derechos de las mujeres si no puedo sentir, y dejarle saber a otras que está bien sentir, llorar y descansar.
- No al trabajo los fines de semana
Este ha sido mi nuevo motto, sábados y domingos de autocuidado desde el segundo trimestre del 2021. Salvo que sea muy necesario, pero en serio, muy necesario. La cosa es que no se trata de tomarte 15 días de vacaciones, irte a un retiro espiritual, hacerte reiki y volver al rush de la oficina y el activismo para volverte a quemar. Se trata de poder despresurizar todos los días y todas las semanas. No puedes los dos días, intenta al menos un día de descanso por completo.
- Diversión
La importancia de reírnos, darle luz a tu vida. De poner una música y bailar, y si, se vale el reguetón, a mi ese ritmo y sazón que tiene el reguetón me activa y me da vida, y está bien (me digo a mí misma) escuchar y bailar reguetón por muy feminista que seas.
- Escribir
Me encanta escribir, últimamente no lo hago tanto, son picos de inspiración que siento de vez en cuando para poner lo que pienso y siento en papel (o mejor dicho en computadora).
Yo también agregaría dos más…
- ¡Celebrarnos, ¡echarnos flores amiga!
Soy de aquellas que cuando tiene un logro es como ajá, que viene ahora, next. No me doy el espacio para, de verdad, celebrarlo. Por todo lo alto, cada pequeño logro. El informe publicado, el premio ganado, el evento realizado, celebremos más nuestros logros. No tiene que ser una fiesta, algo grande, date un gusto, algo que te haga sentir plena.
- Límites
Hace poco con Mar aprendí a poner límites saludables de forma física, con mis manos y con mi cuerpo, me di cuenta de la importancia de hacerlo con todos. Cuando ponemos límites, nos estamos cuidando y cuidarnos a nosotras es un acto de amor.
Prioricemos nuestro bienestar, nuestra salud, nuestros cuerpos, alimentemos nuestras almas para poder cambiar el mundo, un día a la vez y si es mientras bailamos, mejor.
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Cosby vs Cosby: la víctima invisible y los rigores de la justicia machista.
Comment (1)
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Gracias, excelente artículo. El auto cuidado es fundamental. No podemos proveer lo que no tenemos disponible para nosotras mismas. Me gustó lo que comentas del positivity , de cuan tóxico puede ser y cómo nos puede jugar en contra.