8 de marzo: ¿Qué aspiramos cambiar desde el feminismo?

8 de marzo: ¿Qué aspiramos cambiar desde el feminismo?
marzo 6, 2019 Susana Reina

En ocasiones las personas que nos reconocemos como feministas pasamos un buen tiempo de nuestras vidas discutiendo con otras personas sobre la necesidad del feminismo. Yo he evitado durante la mayor parte de mi vida discutir, quizá como parte de mi educación machista, en la que aprendemos desde niñas a adaptarnos mejor a nuestros entornos familiares y sociales si no participamos mucho de las interacciones públicas, menos aún si es para discutir, todavía menos si es para hacerlo con hombres.

Como sucede con otros “debe ser” aplicables al conjunto de las sociedades humanas, el feminismo no es un constructo ideológico muy homogéneo y eso facilita las diatribas y confusiones. Se mezcla con facilidad en argumentos más proclives a la intervención del Estado para regular tal o cual aspecto de lo que se aspira cambiar como conducta en sus individuos y por ello lo hacen suyo personas con más perfil socialista que liberal. Pero aspira también a incidir sobre la manera en la que la sociedad concibe la libertad, siempre mediatizada a un ejercicio previo de poderes de cuya asignación cabe discutir su “racionalidad”.

Quizá cueste un poco más construir el mix de feminismos en los ideales más conservadores, especialmente si se vinculan con ideas en las que previamente se asigna poder discriminante a un Dios que nos ha hecho no solo diferentes a hombres y mujeres (también las feministas creemos que hombres y mujeres somos diferentes en muchas cosas, peleamos por la igualdad de nuestros derechos), sino que nos ha asignado roles especiales a unos y otros, por ejemplo, el hombre debe proveer y la mujer criar hijos, por citar un ejemplo paradigmático. En ocasiones ese Dios extrema en detalles sobre la vida “permisible” a la mujer y vincula su honor con el respaldo de un hombre a través del matrimonio, figura institucional de amplio calado patriarcal, allá por donde se mire.

El feminismo contemporáneo aspira a cambiar estos prejuicios que condicionan la vida de las niñas y los niños y construyen estructuras diferenciadas de acceso a los juegos, la educación, el trabajo, la propiedad, los emprendimientos, el rol en la familia, la libre iniciativa. Pero no solo aspiramos a reglas y conductas más equitativas, también creemos que deben cambiar –y convencida estoy que cambiarán- los principios y valores que generaron aquellas conductas, aquellas lecturas y evaluaciones de lo que sucedía en nuestras relaciones.

Todas las personas deberíamos vivir en un mundo en el que las decisiones sobre el liderazgo, los compromisos de cuidados sobre hijos y ancianos, los mecanismos para repartir los patrimonios en las empresas familiares, los sistemas que regulan las asociaciones con fines de procreación y construcción familiar, los sistemas de dirección científica, política y espiritual, dejen de estar condicionados por las asignaciones con las que dotamos a cada género hasta el día de hoy. Deberán surgir de asignaciones independientes del género, o vinculadas al género en aquellos excepcionales casos en los que el género pueda quizá aportar algo útil.

Las feministas no solo queremos una sociedad con reglas para la igualdad entre géneros y políticas que avancen hacia ello (equidad), las feministas queremos una sociedad que olvide la distinción que construía distinciones sociales, económicas y políticas a partir del género. Una sociedad en la que las personas valoran de otro modo, evalúan de otro modo y en función de ello, la discriminación por género, aun produciéndose, no llame la atención por ser de género.

Porque ¿a quién se le ocurre que podrían estar discriminando a una persona por ser mujer? ¿Cómo podría alguien imaginarse que las mujeres sean sexualmente violentadas como si fueran objetos? ¿Cómo concebir que la mayor parte de las mujeres estén en sus hogares cuidando a sus hijos y los varones en la calle trabajando para mantener la casa? ¿A quién se le ocurre que la virginidad sea un valor? Todo sería visto como un chiste.

Ojalá este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, contribuya a que todos veamos lo absurdo de tener que celebrarlo.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

Comments (2)

  1. Jackeline Vanessa Perilla 6 años ago

    Muy hermosa la aspiración de tu escrito… Que un día, las clásicas o adaptadas formas de discriminación y sumisión que se aplican a las mujeres queden atrás, reducidas a chiste incomprensible, porque nos reconocemos como personas con los mismos derechos humanos y ciudadanos. Antes de conocer el programa de Liderazgo y empoderamiento para mujeres de la Universidad Monte Ávila, y Feminismo Inc; había vivido pero no comprendido los mecanismos de esa discriminación. Más fácil lo veía con la discriminación que sufren las mujeres transgénero y transexuales o los hombres gay en especial los más jóvenes y vulnerables.

    Las personas, somos personas. Nuestra identidad o filiación sexual o de género, no debería implicar distinciones o duda en que somos personas humanas exactamente igual de valiosas, con el mismo potencial para el pensamiento y la acción.

    Gracias a este extra-ordinario espacio y todas las mujeres que lo integran, este será mi 08 de marzo en que más y mejor entiendo las limitaciones, exigencias y oportunidades que implica ser mujer, en que me siento más capaz de trabajar con mis fortalezas y zonas de oportunidad femenina, y más e que estoy más preparada para ayudarme y ayudar a otras mujeres a triunfar en este hermoso y muy masculino mundo!

    Un abrazo a todas… Feliz día de la mujer trabajadora y lideresa!

  2. Author
    Susana Reina 6 años ago

    Gracias por tu opinión!

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