Por María Daniela Bravo
¿Alguna vez te has sentido víctima de acoso en la calle?
Yo creía que no. Incluso me parecía un poco exagerado cuando escuchaba decir a las mujeres que “se sentían acosadas” si un hombre les decía algo en la calle o así. Me lo parecía, porque cuando me pasaba a mi solía ignorarlo; no entendía porque no hacían lo mismo y quizás no era lo suficientemente empática con ellas.
No las juzgaba, pero no intentaba entenderlas tampoco.
Hasta que en una de esas caminatas en la calle, me puse a pensar en ellas. Aquellas mujeres que no “lo ignoran y ya”. Luego me di cuenta que yo no sólo lo ignoro; yo también me sentía víctima. Y estoy segura que tú también, pero lo hemos normalizado tanto, que lo ignoramos.
¿Cuántas veces has cruzado la calle para no pasar por donde está el grupo de hombre? ¿Cuántas has tomado otro camino porque allí está la licorería y hay hombres tomando? ¿Has sentido como aquel hombre que se te acerca te está mirando, e incluso se voltea a verte el trasero? ¿Te has sentido incómoda por la forma que alguien te dice buenos días? Si respondiste que sí aunque sea a una de estas preguntas, te sentiste -y fuiste- víctima de acoso.
Después de analizar la situación, me he percatado la cantidad de mujeres en redes sociales que muestran su inconformidad. Buscando que su voz sea escuchada; por alguien, por quien sea. Pero, ¿qué pasa si tu voz es escuchada por tu acosador? Debemos empezar a poner límites. El acoso es cuestión de poder; no lo alimenta la “satisfacción” de decirlo, sino la reacción que generan en nosotras. No les demos ese poder. Y, más aún, dejemos de normalizarlo. El acoso NO ES NORMAL.
Yo por fin desperté. Ahora, no quiero quedarme callada en contra del acoso. No quiero sentirme vulnerable. Luego de mi despertar, un grupo de hombres trató de silbarme en la calle, y esta vez no me callé. Les respondí y mostré mi molestia. No espero hacerlos con todos, hasta yo sé que hay algunas batallas que no podemos ganar; pero, quizás, esa misma sensación de incomodidad que yo siento por ellos, la sentirán cuando vean que no soy la sumisa que esperaban. Que no soy un objeto esperando por su atención.
Y que, por última vez, EL ACOSO NO ES NORMAL.