El justo valor del trabajo femenino y el “techo de cristal salarial” por motivos de género y de clase

El justo valor del trabajo femenino y el “techo de cristal salarial” por motivos de género y de clase
julio 23, 2018 Ana Mary Risso

Por Ana Mary Risso

 

“Las mujeres con buen comportamiento, rara vez hacen historia”.

Eleanor Rooselvet

Las feministas académicas (hago la distinción por aquello de que estudiamos científicamente las discriminaciones contra las mujeres) sabemos de la interseccionalidad de las discriminaciones y que dentro de ellas, unas prelan con más fuerza que otras, en este sentido, hablaré sobre las dos que considero principales en una sociedad machista y patriarcal como la venezolana: las discriminaciones por género y por clase social.

¡Si!, en Venezuela también se discrimina por razones de clase, no solamente a la gente que vive en las zonas populares, llamados también “barrios marginales” (que si son barrios pero no tan marginales porque hay un sector de la economía que existe y vive de satisfacer sus necesidades como estrato social, pero eso es harina de otro costal, como diría Aníbal Quijano).

Traigo este tema a colación porque dentro de la valoración del trabajo de las mujeres, incide no solamente las discriminaciones por motivos de género, la brecha salarial, los empleos precarios, los bajos salarios son una realidad que ocurre porque somos mujeres y en el mercado de trabajo (machista) se nos considera “trabajadoras de 2da. categoría”, tenga Ud. los títulos académicos y la experiencia que quiera, salvo muy contadas excepciones, las mujeres tenemos diferentes sueldos (más bajos) que los hombres del mismo nivel, ellos no tienen cargas familiares que cuidar ni trabajos domésticos que atender, también gozan de la libre disposición de su tiempo para reunirse en la “oficina no formal”, es decir, irse a beber con sus compañeros de trabajo después que termina la jornada laboral donde siempre se discute sobre “cosas de la empresa”, ese es el verdadero “lugar” donde se toman las decisiones importantes: seleccionar los candidatos a promociones, cargos de poder, etc. Reuniones donde usualmente las mujeres de la oficina no participan porque a esas horas ellas están en sus casas atendiendo a sus familias, no pueden estar hasta altas horas de la noche en la calle por seguridad, entre otros muchos motivos (limitaciones) que tienen las mujeres para poder disponer libremente de su tiempo.

Qué difícil es para las mujeres obtener el justo reconocimiento (y pago) del valor de su trabajo, aprecio que en el contexto de la presente crisis socio económica de Venezuela, ¡cómo siempre! las mujeres son las que llevan la peor parte, las oportunidades de empleo o trabajo remunerado son para ellos, los sueldos o remuneraciones (hago la distinción porque me refiero a trabajo tipo facilitador de cursos, coordinadores de proyectos, etc.) los más altos son para ellos. A ellas les pagan una cantidad significativamente menor, yo diría que escandalosamente menor.

Esto ocurre, entre otras cosas, porque a las mujeres no se nos enseña a tasar y vender adecuadamente nuestro trabajo, por el contrario, se nos enseña a través de la socialización de género, que nuestro trabajo (y conocimiento) vale poco (o nada), que debemos regalarlo para ser “buenas personas” no “peseteras”, que siempre será un ingreso “complementario” al de nuestra pareja aunque no tengamos pareja y seamos las jefas de hogar. Esta situación se complica cuando incide el sesgo de clase, si Ud. es profesional universitaria de un estrato social medio o bajo tendrá menos oportunidades (y sueldo) que una mujer en sus mismas condiciones pero perteneciente al estrato medio alto o alto; no estoy exagerando, simplemente vean a su alrededor con ojo crítico…

Desde los años 80 la movilidad social en Venezuela se ralentizó hasta finalmente detenerse a finales de la década de los 90. En la actualidad lograr un título universitario y tener un empleo formal en su profesión no es garantía de ascenso social y una mejor calidad de vida. Sí, es verdad, eso afecta a toda la población, pero afecta de manera diferenciada a las mujeres por ser mujeres.

Ocurre algo que he denominado “techo de cristal salarial”, pareciera haber una especie de límite salarial que se no puede rebasar (cuando provienes de la clase trabajadora profesional o media baja según la escala de estratificación social que se utilice), algo como una “gaveta” dentro de la cual te puedes mover pero de la que no conseguirás salir porque quienes pagan los sueldos, consideran que aspiras “demasiado”. He hecho mis sondeos y cuando indago y comparo lo que se está pagando a ellas y a ellos por el mismo tipo de trabajo, casi que tengo que salir corriendo por la valeriana y las sales para los desmayos!!

La brecha que he detectado son en decenas de dólares!! Mientras a ellas les pagan (cuando les pagan “bien”) 20$ por un taller de 4 horas (y hay ONG que pagan menos aún), a ellos les pagan entre 150$ (la ONG más pobrecita) y 200$ por el mismo taller de 4 horas!! ¿Entonces? ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo podemos salvar semejante abismo? OJO!! en algunos de los casos que he podido conocer ellas tienen mayor nivel académico y experiencia, hasta son Doctoras y no es que tienen “baja autoestima”, no consiguen en qué palo ahorcarse, o “rematan” su trabajo!! No señor/a!! Es lo que está pagando “el mercado” por el trabajo que ofertan ellas. A ellos, sus congéneres masculinos no se atreven a ofrecerle esas condiciones de trabajo precarias y subpagadas, sería un irrespeto de género (por aquello de la solidaridad masculina! Se comportan como los motorizados en la autopista, no importa si no conocen al accidentado, igualito se paran a amedrentar al chofer de carro que tuvo la mala suerte de pasarle por el lado).

Creo que tenemos que empezar por aprender a conocer cuál es el valor de nuestro trabajo (hay que estar atentas al valor del trabajo antes de decir “si, lo acepto”), aprender a competir con ellos (hacer un estudio de mercado periódico para ver cómo andan las cosas con salarios), desterrar de nuestra mente todo rastro de “abnegación” femenina y “espíritu de sacrificio” por la causa (cualquier causa), y perder la “vergüenza” por exigir mejores niveles salariales y condiciones laborales.

Obviamente, en todo esto incide la carga familiar que las mujeres tienen a cuesta, el peso de las responsabilidades domésticas, ellas no se sienten libres (sobre todo las jóvenes de 40 años y más) para tomar decisiones drásticas como renunciar a un empleo mal pagado o rechazar trabajos subpagados. La realidad machista se impone: ellas saben que no es fácil conseguir el empleo que aspiran rápidamente, usualmente no tienen ahorros para mantenerse durante el tiempo de búsqueda de otra opción laboral, viven “al día”, son discriminadas laboralmente porque tienen hijas/os, ya tienen “cierta edad” y los empleadores las consideran “viejas”, etc.

Esa realidad es un lastre que limita significativamente a las mujeres la libertad de decidir, eso no ocurre de la misma forma con ellos, como nunca fueron educados para regalar su trabajo y consideran una ofensa que no se les reconozca el valor económico que ellos consideran tiene su trabajo, renuncian y ¡santas pascuas!! Sin conflictos emocionales toman la decisión de cambiar y buscar un empleo que se ajuste a sus percepciones. Además, como para la sociedad machista, ellos no tienen obligaciones de cuidados y trabajo doméstico, salen de un empleo y entran en otro más fácilmente, la edad, las canas y las arrugas no son consideradas de la misma forma, en ellos es “experiencia”.

Esto no es cuento, es realidad… Solo que las “fastidiosas” feministas la estamos visibilizando a través de un recurso tan valioso como las redes sociales y los medios digitales, y por eso hablamos de discriminación sexista hasta dormidas!! Si nosotras no evidenciamos cómo nos afectan diferenciadamente los problemas que también afectan a los hombres, nunca lograremos resolverlos!!

Igual salario por igual trabajo es un principio jurídico que en la práctica no se cumple y en estos tiempos de ventolera hiperinflacionaria menos aún. Por este motivo tenemos que alertarnos y avisparnos!! Que ninguna se quede atrás!!

Es indispensable que las mujeres se empoderen financieramente, aprendan a ganar dinero y a cobrarlo, aprendan a utilizar los recursos de las tecnologías de información y comunicación TIC para sacarle provecho económico a las diferentes destrezas y habilidades que se tengan. El dinero tiene sexo y es masculino, como dice la psicóloga argentina Clara Coria, pues hay que cortarle el piripicho y desarrollar una mejor relación con él, el dinero también tiene que ser femenino, nos lo merecemos!!

 

Foto: www.fmdos.cl

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