Por Vanessa Federico
El sábado 19 de mayo en la capilla de St. George, Reino Unido se celebró uno de los eventos más esperados del año. La boda real entre Meghan Markle y el príncipe Harry. Sin dudas, fue uno de los eventos que más repercusión y críticas han traído esta última semana.
Normalmente las bodas reales están llenas de lujos, protocolos, monarquías, políticos e incluso famosos. Además de ser una fiesta nacional; miles de personas asisten a las bodas reales para verlas desde lejos, aplaudir, gritar y “cubrir el magno evento”; sin embargo, la boda de Meghan y Harry fue poco tradicional en ese sentido.
Muchos catalogaron esta boda como una ceremonia moderna, deslucida, feminista, poco monárquica, no tradicional y hasta irreal. Todas estas etiquetas ancladas, por supuesto, en la cultura tradicional y del pensamiento arcaico. Pero, si bien es cierto que las bodas reales son precisamente eso, “reales” nunca deja de ser foco de críticas la manera en que se realiza una ceremonia eclesiástica en la que los protagonistas son (de toda la vida), los novios.
Durante años, he leído mucho acerca de las bodas reales, sobre los matrimonios convencionales y sobre las parejas que deciden no casarse. En cada una de las historias existe una trama distinta y que inevitablemente tiene desenlaces distintos que cada persona juzgará según sus propias creencias, cuál es la más idónea para su vida o para la vida de los demás, porque eso si nos encanta, hablar sobre lo que el otro hizo.
Si bien es cierto que esta fue una de las bodas más criticadas de la historia debemos saber por qué y cuáles fueron los motivos por los que este evento fue denominado como irreal, antimonárquico y feminista (que no sé qué tendrá de malo).
Empecemos, en primer lugar, mucho se habló en la previa de la boda de la emergencia de protocolo que desató la enfermedad del padre de Meghan, internado por sus problemas cardíacos. Motivo por el cual la madre de Meghan, Doria Ragland estaba sola en la ceremonia. Por otro lado, también fue objeto de críticas el hecho de que Meghan caminara sola hasta la mitad de la iglesia. Esa soledad fue todo un mensaje, el de una mujer decidida, independiente y feminista.
Luego, no fue de conocimiento para muchos que Meghan es mayor que Harry por tres años y que es divorciada, contraviniendo punto por punto las reglas de la realeza.
La novia también ha decidido prescindir de la palabra “obedeceré” y a la hora de pronunciar sus votos matrimoniales: “Prometo amarte, apreciarte y obedecerte”. Es la fórmula más tradicional que Diana quiso eliminar a lo que el arzobispo de Canterbury, Robert Runcie que ofició la ceremonia se negó.
Según el diario El País, Meghan había dado señales de ser una feminista hace tiempo. En 2015 acudió como invitada a un evento organizado por Naciones Unidas Step It Up For Gender Equality y pronunció un discurso muy aplaudido, en el que aseguró que su conciencia feminista se despertó cuando solo tenía 11 años.
A finales de febrero ya como prometida de Enrique aprovechó un acto de la Royal Foundation de los príncipes Guillermo y Enrique en el que también participó Kate Middleton para posicionarse nuevamente a favor del movimiento feminista. «Es interesante que cuando se habla de empoderamiento femenino se dice que hay que ayudar a las mujeres a encontrar su voz. Sin embargo no creo que las mujeres tengan que encontrar su voz, sino que ya tienen voz y solo tienen que sentirse empoderadas para usarla». Además, la exactriz también habló de los movimientos Times Up y Mee Too y aseguró que actualmente «vivimos en un momento único» en el que todos tienen que seguir apoyando a las mujeres, ya que «eso es lo que marca una enorme diferencia».
¿Qué quiero decir con todo esto?
Que la historia está cambiando y que cada vez con más frecuencia se rompen las barreras de estereotipos sociales y de género que día tras día nos limitan y atrasan en las sociedades modernas dejando pasar el potencial de tantas mujeres que hoy son juzgadas por lo que otros llaman “correcto”. Meghan es uno de los iconos más relevantes hasta los momentos por ir en contra la corriente por quien la etiqueta de “mestiza”, “divorciada”, “asalta cunas” y hasta “falta de respeto a las monarquías europeas”.
Después que leí la cantidad de críticas a Meghan Markle el día de su boda me queda claro que las personas y las sociedades en general tienen una resistencia al cambio impresionante y siempre están buscando sus expectativas propias de lo que “debe ser”, esta chica deja claro y en alto que las mujeres no depende de nadie para lo que representó el día de su boda el hecho de caminar sola, al contrario, para muchas mujeres esto es un soplo de aire fresco y la emoción de saber que somos más mujeres luchando por la misma independencia y libertad.
Foto AFP.