Noviembre es el mes contra la Violencia de Género, específicamente el día 25, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, decretado por Naciones Unidas en 1999. El naranja o el violeta son los colores emblemáticos que más se asocian a esta terrible endemia que muchas sociedades estamos viviendo. Lamentable oír y ver en prensa historias terribles sobre mujeres que son asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, y si no llegan a matarlas, el sufrimiento físico proporcionado puede llegar a ser enorme.
Muchas organizaciones y personas a nivel mundial han elevado su voz contra este fenómeno, y muchos están trabajando activamente para hacer que las leyes que regulan la materia no sean letra muerta, para que se aplique justicia y para que la penalización sea efectiva y ejemplarizante.
Sin embargo, hay mucha frustración entre esas ONGs y expertos conocedores de la materia por los resultados obtenidos a la fecha. Las estadísticas de mujeres asesinadas van en ascenso en muchos países. La misoginia, el machismo, el acoso callejero, acoso sexual y otras formas de discriminación parece no solo no tener fin, sino que coge aire y se afianza. ¿No es un contrasentido esto de que mientras más avanzadas y modernas son nuestras sociedades en términos tecnológicos y científicos, estas conductas de barbarie pervivan y florezcan?
Aquí en Venezuela, Magdymar León, de AVESA, ofrece un panorama nada alentador que da cuenta de la dimensión del problema de la Violencia de Género en nuestro país, que nos ayuda a contextualizar posibles acciones en la materia a futuro: La violencia contra las mujeres es el segundo delito más denunciado en el país, según cifras del Ministerio Público; poseemos altas cifras de impunidad y grandes debilidades en el acceso a la justicia de las mujeres; las mujeres sufren la victimización secundaria de muchos de los delitos ocurridos en el país.
A pesar de contar con una Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LODMVLV), un Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, una Defensoría Nacional de la Mujer, con defensoras estatales y municipales y una Defensoría Delegada Especial desde la Defensoría del Pueblo sobre los Derechos de la Mujer, Institutos regionales, estatales y municipales en materia de mujer a nivel nacional, una Subcomisión de la Mujer, adscrita a la Comisión de Desarrollo Social, a pesar de todo ello, siguen los obstáculos para enfrentar el problema de raíz.
“La implementación de la LODMVLV, no se ha traducido en verdadero acceso de las mujeres a la Justicia, ni en prevención de la violencia, por lo que se siguen vulnerando los derechos de las mujeres a una vida libre de violencia. Para que existan cambios reales y una disminución de la violencia contra las mujeres, es necesario impartir programas educativos en igualdad de género y cultura de derechos humanos; el abordaje no puede ser solo jurídico. Es necesario desmontar los valores y creencias que sostienen la inequidad de género en nuestro país”, concluye Magdymar León.
De todas las posibles salidas que pueden contribuir a enfrentar la violencia de género, nos quedamos con la educación como estrategia clave. Educación que comienza en casa con madres y padres no machistas, educación para la paz en su sentido más amplio, educación para tolerar las diferencias de criterio y creencias, educación para entender que el poder se pelea en el plano de las ideas y no de la tortura y el acoso físico o psicológico, educación para aprender a controlar impulsos, educación para saber hacer uso de la fuerza con fines constructivos, educación en valores para la convivencia.
Educación dirigida a ambos, niños y niñas, mujeres y hombres. Educación formal en aulas e informal en la calle, en los medios, en los clubes y asociaciones. Educación para niños, jóvenes y viejos. Educación para aprender a expresar en vez de dar puños, reclamar asertivamente en lugar de lanzar patadas, llorar y no insultar, perdonar para no sufrir y hacer sufrir.
Educación para que cada vez más mujeres se atrevan a denunciar a su agresor, o para que otras mujeres y hombres, cuando veamos el sufrimiento en una compañera, amiga, familiar o vecina, lo hagamos por ellas. Educación para entender que esto es un asunto público y que debiera ser prioridad para los Estados. Educación para saber identificar a tiempo las señales de violencia institucional, obstétrica, sexual, familiar, económica, mediática y todas las 21 formas tipificadas en la Ley.
Sensibilizar a todos sobre la forma de identificar violencia a tiempo y poner límites, debiera ser una de las lecciones más básicas en nuestro proceso de formación. Las feministas vivimos señalándolo aún a riesgo de que nos digan exageradas o paranoicas, lo cual es a su modo una forma más de violencia, pero lo seguiremos haciendo. Únete a las actividades que a nivel nacional se están organizando para que esto pare de una vez. Sigue las etiquetas #RedNaranja #Niunamenos #dianaranja #VivasNosQueremos #MachismoMata. Prevenir para no seguir lamentándonos.
Comment (1)
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En las escuelas ya hace mucho tiempo que se educa contra el machismo y contra la violencia de genero y desde una perspectiva feminista además.