- País de nacimiento: Venezuela
- Año de nacimiento: 1991
- Edad: 25 años
- País de residencia: Venezuela
- Ocupación: Jefe de Recursos Humanos
Mientras escribo esto, contemplo estos cinco puntos y solo puedo pensar en una cosa: «¡Coño! ¿En qué estoy metida yo?». Comenzaré por decir que me siento sumamente orgullosa de haber nacido en Venezuela; y si les soy sincera, no tengo idea porqué. Porque tener este nacionalismo, en pleno siglo XXI, cuando el mundo (valga la redundancia) está abierto al mundo; los denominados millennials sentimos que ya tenemos un poco más de libertad para sentirnos ciudadanos de cualquier lugar. Y, no sé, qué sé yo… el nacionalismo es algo que ha sido más asociado a los «viejos», ¿o me equivoco?.
El hecho es, que Venezuela se mete de una forma en tu corazón, que la condenada nunca (léase bien) NUNCA va a permitirte que la olvides. Nunca va a permitirte que dejes de quererla. Nunca va a permitirte que no llores por ella ante una situación de injusticia (Si no me creen, pueden preguntarle a cualquier extranjero que residió en Venezuela y se vio forzado a regresar a su país de origen por la situación difícil que estamos atravesando). Y justo ahora, Venezuela está pasando por una profunda crisis, donde la injusticia es la primera en llevarse el premio de «Cómo destruir a un país en 18 años de gobierno chavista». (¿Puedo escribir esto? ¿El gobierno no querrá apagar otra voz? Es que de verdad el «gobierno» chavista es tan INEFICIENTE, tan MALO, tan ASESINO, que me parece importante resaltar el hecho de que fue su gestión la que llevó a mi país a estar inmerso en tan semejante crisis, tan semejante decadencia de valores y tan semejante injusticia…)
Tuve la oportunidad de vivir fuera de Venezuela, y por diferentes motivos, tuve que regresar. Recuerdo que el día que estaba con mi vida condensada en tres maletas, esperando sentada en el piso multicolor del aeropuerto de Maiquetía, compartí en mis redes sociales la siguiente imagen con esta frase:
«No es la foto más original, ¿verdad? Me pregunto si Cruz Diez tenía, al menos, una pequeña certeza de que su obra sería testigo de millones de despedidas ocasionadas por temas políticos, sociales y económicos. Venezuela… tú y yo debemos darnos un tiempo para sanar»
«Venezuela… tú y yo debemos darnos un tiempo para sanar». Es un poco difícil sanar si nuestro entorno está contaminado de cosas negativas. Pero ahí vamos, ¿a qué sí, Venezuela? Yo tengo que sanar el hecho de que no me has ofrecido las bondades que le ofreciste a mis padres o abuelos (éstos últimos llegaron de Europa, en barco, buscando esas maravillas que tú ofrecías. El «sueño americano repotenciado», pues). Tengo que sanar el hecho de que mi plan de vida se vio completamente modificado, al pensar en que debo tomar otras vías para poder desarrollarme como ser humano, porque es difícil crecer aquí. Es muy difícil vivir con bajos salarios, siendo el salario mínimo equivalente a 12 latas de atún. Es muy difícil vivir con la inseguridad a flor de piel, donde tu vida puede costar un celular o una bolsa de comida. Es muy difícil enfermarse y luego no conseguir medicamentos. Es muy difícil tener que humillarse haciendo filas por horas para conseguir comida a «precios regulados por el (des)gobierno»; también es difícil lamerle las botas al dueño de un abasto, o peor aún, a una cajera de supermercado para que nos venda comida a precios exagerados o nos guarde ese «paquetico de harina pan que llegó hace 20 minutos». Es difícil sentir miedo a salir a protestar por los abusos de este sistema, porque unos cuantos gorilas (llámese Guardia Nacional Bolivariana, Policías Bolivarianos, Colectivos de Paz, etc.) no tienen el más mínimo respeto por la vida de las personas que solo quieren un cambio, que piensan distinto a esa cúpula que lamentablemente ostenta el poder, el poder que hace que te puedas llamar país en el resto del mundo.
Pero sé que no es tu culpa. No tienes la culpa de tronchar la vida de millones de jóvenes que residimos aún en tu tierra o de aquellos que están tratando de hacer una nueva vida fuera de tus fronteras. Quiero creer que estás en un fuerte trabajo de parto, porque tus habitantes (tus hijos) tenemos que aprender muchas cosas. Por ejemplo, antes no teníamos cultura migratoria. Ahora, a punta de golpes, la estamos adquiriendo… Que todo el mundo viniera para acá, pues bienvenidos, ¿pero que nos fuéramos masivamente por culpa de un gobierno maldito? ¡Jamás! También nos estás enseñando a valorar lo que tenemos. A que llevemos tu nombre siempre en alto cuando estamos por ahí, jodiendo en otros lugares. Esa es tu propia forma de sanar. No voy a llamar más a tu situación… «Cáncer». No tienes eso. Pero sí tienes que sanar las heridas de este difícil trabajo de parto que has tenido durante los últimos 18 años.
¿Por qué hago tanto hincapié en edades, años? Porque toda esta decadencia empezó cuando yo solo tenía siete años de edad. Lo único que he visto en mi vida, ha sido esta forma (plaga) de gobierno. No es normal que un mismo gobierno se mantenga en el poder durante 18 largos años. No es normal que casi tres generaciones de personas no recuerden otra política que no sea el chavismo. (Y al que se sienta aludido, porque aún comulga con las bestialidades de este gobierno, ¡pues qué te den! No me importa si en tu mente me puteas o me recuerdas que soy hija de mi madre). No es normal, porque luego todo termina en caos… justo lo que estamos atravesando en este preciso momento.
Hay algo que Venezuela sí me dio, a punta de esfuerzos y sacrificios, y fue la oportunidad de formarme como profesional universitario. Pude ejercer mi profesión durante tres años antes de tomar la decisión de migrar a otro país… y como millones más que se van, tuve la certeza de que al nuevo lugar al que iría, le tendría que decir «good bye» a mi título universitario y a mi experiencia laboral. (Y así pasó). Por distintos motivos, regresé; luego de un año de haber estado probando suerte, y no sé qué fue peor… si haber emigrado a un país extranjero, o haber regresado a mi tierra sintiéndome en el extranjero… porque de verdad, el deterioro que encontré, es algo que ni con las mejores palabras podría describir (Capaz, la mejor descripción que podría hacer, sería utilizando la frase: ¡Toma, torta en la cara!). La situación social, política y económica, se agudizó de forma abrumadora en solo un año.
Pero no todo es tan gris (así que te pone en plan de: «Estás bien jodida en la vida, ¿sabes?»). Tuve la oportunidad de regresar a la organización a la que le dije «adiós» cuando me fui del país, y lo que más agradezco es que las personas que fueron mis jefes, me dieron la confianza de otorgarme la Jefatura de Recursos Humanos en esta nueva etapa. ¿Estoy preparada para esto? Lo dejo al criterio de ellos. Yo voy aprendiendo según el ritmo lo vaya demandando. La dinámica de este país y sus leyes, van manteniéndote en constante «actualización»… créanme cuando les digo que ser profesional de RRHH en Venezuela, no es nada aburrido. ¿Qué se siente ser profesional de esta área en Venezuela? pues creo que tendría que dedicarle un artículo completo (muchos artículos… un libro, en realidad). Así que mejor reformulo la pregunta: ¿Qué se siente ser profesional de RRHH en una Venezuela que está atravesando una profunda crisis social en estos momentos?:
¡Se siente como la mi#$d@!
Sí. Así, sin tanto adorno. En otros países del mundo avanzado llevan la gestión de RRHH con normalidad. No sé… sin estar pendiente del próximo paso que tome el gobierno en contra de las organizaciones privadas… porque tienen un entorno propicio que fomenta el desarrollo del capital humano. El desarrollo del capital humano en todas sus formas.
El profesional de RRHH en Venezuela, además de llevar todos los subsistemas que componen a esta profesión, y tener ciertas competencias para desarrollarlos, también tiene en sus hombros la responsabilidad de manejar, eficientemente, las crisis sociales que se generan por tener un entorno putrefacto propiciado por las políticas erradas de este condenado gobierno que tenemos (¿ya lo dije?) desde hace ¡18 años! (*Hiperventila. Se peina. Sigue escribiendo* Lo siento, pero es que esta es una de mis pocas ventanas para drenar mi rabia). ¿A qué hechos se enfrenta el profesional de RRHH en Venezuela? repasemos algunos aspectos que considero importantes mencionar:
- El más insólito: estar pendiente de las protestas que se generan en nuestras respectivas ciudades, para velar por la integridad física del capital humano con el que contamos en la organización. Es decir, básicamente pones de lado dos horas de trabajo productivo que se realiza en un entorno normal, y las dedicas para verificar cuanta cantidad de noticias recibes en todas las redes sociales sobre el estado de las protestas y cómo se encuentran las zonas donde reside tu personal. Una vez tenemos todas las noticias verificadas, se toma la decisión de autorizar la salida oportuna de los trabajadores, sin que su vida se vea afectada mientras retornen a sus casas. Esto pasa porque en Venezuela no contamos con medios de comunicación libres. Entonces, dos-tres horas de trabajo que normalmente estarían dirigidas para el desarrollo del capital humano, las inviertes en esto. Tenemos ya un mes en este plan, todos los días ¡Cuánto favor nos haría Nicolás Maduro de renunciar y dejarnos trabajar a todos por un mejor país!
- Mediar (producto de las protestas que se viven diariamente) con los trabajadores y personal clave de la organización, en cuanto a que hay que mantener la calma ante situaciones de crisis, sin dejarse llevar por la desinformación y no ser generadores de pánico ante situaciones que muy probablemente ni siquiera estén pasando o que sucedieron en protestas de años anteriores. Las organizaciones privadas en Venezuela no pueden darse el lujo de lanzar comunicados que llamen a su personal a mantenerse en casa por seguridad, porque simplemente tenemos mil y un entes gubernamentales que nos regulan de mil y un formas, y si ven que la puerta de la organización está cerrada, se corre el riesgo de que hayan graves sanciones o incluso cierre u expropiación por parte del gobierno.
- Enfrentarnos a aumentos salariales por mandatos presidenciales (es decir, el condenado gobierno) que son completamente desmedidos y sin planificación alguna, lo que ha traído como consecuencia que miles de empresas pequeñas y medianas hayan cerrado sus puertas porque no tienen cómo cubrir la nómina de sus empleados. En 2016, caso Venezuela, hubo cuatro aumentos salariales, cada cual te condenaba más a la pobreza (somos el único país que le teme a un aumento salarial, porque sabemos que aumentando eso, aumenta el costo de la vida) y en lo que va de 2017, tenemos dos aumentos salariales y dos aumentos de ticket de alimentación. No se puede trabajar si no hay un consenso entre el sector privado y el público, si no existen reuniones que estén dirigidas a tomar estas medidas de forma oportuna, porque así lo demanda la vida. Lanzan estos aumentos y estas medidas y «al que le caiga pues que lo chupe». Pero es que este gobierno no tiene la más mínima noción de lo que es trabajar en equipo y fomentar un clima que genere producción. Pedirles que trabajen como debe ser, es mucho para ellos.
- Tener empleados con informes médicos que indican cuadros de desnutrición. Aún cuando perciben un salario por encima del mínimo. Como dije anteriormente, un salario mínimo venezolano equivale a comprar 12 latas de atún. La lata de atún cuesta Bs. 5000. Como diría Nicolás Maduro «Qué bello… qué bonito».
- Dar permisos (incluso remunerados) a los trabajadores, para que puedan comprar comida o recoger sus bolsas de comida CLAP. Los CLAP… otro logro de la revolución que garantiza el alimento al pueblo. *Nótese el sarcasmo*.
- Ver partir capital humano valiosísimo, porque se va del país. Tal vez a desarrollar su carrera, tal vez a limpiar retretes en un centro comercial. El hecho es que se van de su país que no ofrece muchas cosas, a un futuro incierto y lleno de sinsabores los primeros años.
Y si enumero en esta lista las consecuencias de tener una ley laboral con discurso comunista, donde el empleador es un esclavista y el trabajador es una pobre alma que debe trabajar para comer; tendría que dedicar muchísimas líneas más para describir a ese «Hombre Nuevo» del que tanto hablaba Chávez. El hombre holgazán, sinvergüenza y cara dura del siglo XXI.
Creo que en una oportunidad le dije a mi jefa, que si de algo podemos estar seguros los profesionales de RRHH en Venezuela, es que estaremos preparados para afrontar cualquier crisis que venga. Estoy segura de ello. Y si en algún momento nos toca ejercer nuestra profesión fuera de estas fronteras, ¡será pan comido!, es decir… ¿si pudimos hacer una buena gestión de RRHH aquí, con todo en nuestra contra, como no podremos brillar en otro lugar? Si les soy sincera, pensé que mi carrera sería algo más fácil de llevar. Mientras estaba en la universidad, no pensaba en que a mis 25 años estaría llevando la gestión de un cargo supervisorio. Pero así es la vida, te va mandando cositas para que tú aprendas a administrar tus peos (problemas-situaciones) de la mejor manera, y les saques bastante jugo de aprendizaje.
¡Qué la Fuerza esté con ustedes!
Nota: Es que estamos en época de resistencia 🙂
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Comment (1)
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Tus palabras recogen el sentir de todo profesional de RRHH mejor escrito no pudo estar…. Pero aqui estamos luchando por el Capital Humano y por lo que estudiamos y nos sentimos orgullosos…