Las niñas de Mustang

Tan sólo la rebeldía sincera, es capaz de romper el acero de las cadenas que encarcelan el alma

(Ma. Graciela Díaz L.)

A lo largo de la historia de la humanidad el rol del género femenino y por ende de la mujer ha sido vilmente descalificado, pisoteado y otras veces satanizado.

Muchos son los arquetipos y estigmas que le han adosado. Con el perdón de las «beatas», los famosos Libros Sagrados, clásicos literarios emblemáticos, contados por no sé quién, nos muestran cómo la terrible Eva, condenó al «pobre» Adán y a toda su descendencia al exilio del paraíso; mostró sin pudor a la prostituta más antigua de la historia de la humanidad: Maria Magdalena, y tantos íconos más, se han dado a la tarea de agredir a la mujer en su género y en su transitar por la historia.

Otros panoramas no menos funestos son los «Harams», vocablo preferido en el lejano oriente, cuya traducción es «pecado»…Pues de «Haram en Haram», hemos llegado al 2016 y en ciertos países parece que el tiempo se hubiera detenido, para tranformar a las mujeres en seres nacidas en el siglo XXI, pero con la pesada carga, de erguir y perpetuar las banderas de su obsoleta «cultura».

Mientras reflexionaba sobre estas «cosas religiosas y culturales», me topé con una recomendación: Mustang, película del ciclo de cine francés, que tuvo lugar en Caracas…Confieso que aún respiro y suspiro.

Las niñas de Mustang, no escapan al planteamiento inicial, todo lo contrario son niñas predestinadas a sufrir y padecer los designios de una teocracia implacable, hostil y criminal como son todas ellas.

Las niñas de Mustang tenían sueños, ilusiones y por algunos momentos sintieron que la felicidad y la libertad no eran conceptos abstractos, sino realidades tangibles…Luego la «cultura» les abofeteó el rostro, les disparó una bala, las humilló con exámenes médicos que certificaran su virginidad, las vistió de esposas a los 16 años y luego la tristeza se les volvió hábito y les truncó el camino.

Pero como en todas las historias hiperbólicas, siempre hay alguien que hace uso de la rebeldía, de la pasión, de las insaciables ganas de no resignarse a la suerte que ciertas culturas diseñan para ti, y transforman, a pesar del Maktub (todo está escrito), sus propias vidas, arrastrando a otras a la felicidad y al corte tajante de grilletes y cadenas que te habían condenado a la infelicidad, ésta no escapa a eso.

Las Niñas de Mustang son el reflejo de cuanto expongo: Lale la menor de cinco hermanas sepultadas por su propia cultura, no sólo lo piensa, sino que lo hace. Transforma su sueño en hecho y salva no sólo a su hermana…salva a otro sin fin de mujeres que de seguro tomarán su ejemplo, como lo hemos tomado todas las que nos atrevimos a ser, todo cuanto soñamos que algún día seríamos…Gracias a muchas «Lales», hoy muchas mujeres logramos romper oprobiosas cadenas: las religiosas, las sociológicas y las culturales.