Estoy complacida de haber visto Star Wars 7, no solo por pasar un rato agradable en familia que siempre es reconfortante, sino además por lo que pude observar de la protagonista de la película. Una joven, estimo no mayor de 25 años, ágil, flexible, inteligente, bonita. Sabe de mecánica, es piloto, experta en artes marciales. Negociadora, atrevida, defensora de lo suyo, valiente. Hasta allí, nada diferente a las mujeres que conozco ahora, tanto millennials como mayorcitas del presente en nuestro planeta Tierra.
Lo que me llena de emoción con esta estampa de Rey, así se llama la protagonista, (no King, no rey en inglés, sino un nombre propio de mujer), es que para los demás personajes eso no es algo raro, no es digno de admiración, ni es una bicha extraña por ser como es. No es discriminada, no tienen compasión por ella, no la subestiman ni es nada anormal lo que hace y por qué lo hace. Eso es la verdadera equidad de género, porque actualmente, si una mujer hace todas esas cosas para sobrevivir, o se la busca proteger y salvar, o se le tilda de “marimacha”, “machorra”, “agresiva”, “mandona”.
Rey es una heroína sin duda alguna, por defender sus principios, por estar en la resistencia contra las fuerzas del mal, por soportar estoicamente la tortura y no venderse por la necesidad de agua o comida para sobrevivir. Pero es una heroína además por llevar con naturalidad su rol de salvadora, jefe de una aeronave, constructora de un nuevo orden, y todo ello sin dejar de mostrar emociones, risa, lágrimas, afectos… de hacer equipo con sus pares masculinos sin ofenderlos y de asumirse como aprendiz de Jedi de las manos de Luke. Es la imagen de la nueva femineidad, la que se requiere para sobrevivir en tiempos de incertidumbre.
El otro excelente mensaje de la película es ver a Leia, ya no como princesa, sino como Comandante de la Resistencia, ya entrada en sus 60s, elegante y regia, abrazando a Rey, cuando vuelve victoriosa de la batalla. Ellas dos fundidas en un abrazo, sin necesidad de palabras, conmovidas, al margen de la algarabía de todos los demás. En realidad, ya Princess Leia en la primera película de la zaga, proyectaba la imagen de una mujer diferente. A muchas nos influyó en su manera de ser, hablar y actuar desde que la vimos por primera vez, allá por los años 70.
Existe un test, el test de Bechdel, que es una prueba sencilla para detectar la brecha de género en una obra:
- Aparecen al menos dos personajes femeninos.
- Estos personajes tienen nombre.
- Se hablan la una a la otra en algún momento.
- Dicha conversación trata de algo más que no sea un hombre.
Parece mentira, pero pocas películas lo cumplen. Star Wars sí lo logra, gracias al guión de J.J.Abrams. Sin duda un buen avance para el cine masivo comercial y excelente mensaje a las nuevas generaciones de muchachas y muchachos que se enganchan con estos contenidos.
Comment (1)
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Que asco de película, severas marimachas tan asquerosas, a ver si en la vida real son así, que ni para cambiar la rueda de un carro sirven