Frase triste esta. Alude a condena, destino, resignación… a falta de libertad. Muchas veces se nos escapa cuando hablamos, como una suerte de excusa para justificar lo que tenemos que hacer en contra de nuestra voluntad.
Tener a quien culpar de nuestros fallos es reconfortante, lo reconozco. Decir “no tuve más remedio que…” tranquiliza. Pero al mismo tiempo transmite la imagen de alguien que no tiene imaginación, por decir lo menos, o que se siente condicionado por la suerte o el destino. Siendo así, entonces se encuentra uno con el marido que no le quedó otro remedio que aguantar, o el trabajo que no le quedaba más remedio que aceptar, o la vida que, que más remedio, le tocó vivir.
Quizá hasta el hecho de que se piense en la necesidad de un remedio se deba a la percepción de que algo está enfermo o dañado y que debe ser reparado con lo menos malo, con lo que tienes a mano… es una forma muy lamentable de vivir. Es como reaccionar a lo que acontece en lugar de hacer que las cosas pasen con proactividad y dinamismo.
El lenguaje nos constituye, genera realidades. Si siempre te expresas así, estás limitando tus posibilidades de futuro. Si “no me queda otro remedio” es una frase que usas con frecuencia, analízate y busca cambiarla por otra donde no tengas que remediar nada, que refleje que quien comanda su propia vida eres tú.
En “Etica para Amador”, el maravilloso Fernando Savater nos dice que llevemos nuestra vida de forma tal que ésta nunca nos ponga entre la espada y la pared. ¡Qué buen consejo! Desde que lo leí intento tener muchas alternativas de acción en el trabajo, con mis hijos, con mi pareja, con las amistades…. en todos los ámbitos. Plan A, pero también B, C y D y los que sean necesarios para actuar a conciencia de forma preventiva y no obligada por las circunstancias.
Comments (4)
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Muy bueno y cierto a su vez, gracias por compartirlo.
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Gracias por conminarnos a la reflexión del «no conformarnos», por contribuir a quitarnos las capas de la carga pesada de estereotipos y juicios sobre la mujer.
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Gracias a tí por leernos Regina!
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[…] No me queda más remedio […]
