
Recientemente en una evaluación de la Universidad, tuve la gran oportunidad de escuchar a una compañera de estudios, hablar sobre el FEMINISMO NATURAL, lo cual llamó mi atención, llevándome a investigar y encontrar que el mismo surge de forma espontánea e intuitiva, sin necesidad de una formación teórica o ideológica, basándose en la experiencia de las mujeres y en su sentido común sobre la igualdad y la justicia.
No se adhieren a una corriente teórica específica, sino que se nutren de diversas fuentes y perspectivas, centrándose en los problemas concretos que afectan a las mujeres en su vida cotidiana, como la discriminación, las distintas formas de violencias basadas en género, la falta de oportunidades y acceso.
Utilizando el humor, la ironía y la provocación como herramientas para denunciar las injusticias, subvirtiendo y transformando los roles, estereotipos, espacios y relaciones de género que son impuestos a las personas, no busca el enfrentamiento con los hombres, sino la colaboración y el diálogo para construir una sociedad más igualitaria.
Una de las obras del feminismo natural se encuentra en el libro «El feminismo natural. Humor y extravagancia en María Jiménez, Brigitte Fontaine y otras divas (1960-2020)» de Deborah González Jurado, en la que se analizan la obra de artistas desde una perspectiva feminist,a que no se ajustan a los cánones académicos. Analizan cómo sus vidas impactaron en otras mujeres, materializando así un feminismo sin dogmas ni teorías, común, impreciso y esencial, que existe sin permiso de nadie como ente del lugar habitado por los infinitos especímenes de mujeres de cualquier sexo, raza, tiempo y cultura.
Llaman «feminismo natural» al que incita diariamente a la rebeldía y a la burla, a la coquetería y la indolencia, a la picaresca y la carcajada, socio de contradicciones y experticia en estigmas e interdicciones, a modo de oráculo antiguo. Existe porque allí acudimos todas las amazonas de la supervivencia y nos alivia cual si de un oráculo antiguo se tratase, sosteniendo que todas en algún momento hemos paladeado el drama de nacer mujer y, para sobrevivir, las que no morimos en el intento, nos encaramamos por encima de rupturas, escollos y convenciones.
Es así, como el feminismo natural no es una corriente homogénea, sino que engloba diversas formas de entender y practicar el feminismo. Entre las autoras que han reflexionado sobre este concepto se encuentran Celia Amorós, Alicia Miyares o Nélida Piñón.
Finalmente, quisiera concluir esta reflexión con una de las frases de María Jiménez “tengo tiempo para aprender todo lo que deseo, el límite es el cielo”.