Venezuela pionera en categorizar la violencia obstétrica: El por qué y el cómo. (Parte II)

Venezuela pionera en categorizar la violencia obstétrica: El por qué y el cómo. (Parte II)
febrero 24, 2025 Marbella Camacaro Cuevas

En el artículo anterior comentábamos acerca de dos hechos que marcaron el camino que posibilitó la categorización del término violencia obstétrica en sinergia con la incorporación del mismo en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en Venezuela. El primero de dichos hechos fue la publicación del libro “La Experiencia del parto: Proceso de la mujer o acto médico” (2000), dicha obra versa acerca de los resultados de dos investigaciones. En este artículo expondré asuntos relativos a la primera investigación, la cual constituye la primera parte del libro.

De más está decir que los movimientos feministas habíamos logrado algunos triunfos en el marco internacional y nacional propicio en materia de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres para fraguar iniciativas relativas al debate. Es difícil referir circunstancias personales, pero la historia es un acontecimiento humano y las mujeres aprendimos que lo personal es político. Así pues, que con la disculpa de quienes leen, tendré que relatar las circunstancias que nos motivaron a realizar la investigación, cuyos resultados forman la primera parte del libro.

Así mismo, con la aquiescencia de lectoras/es, compartiré las ineluctables sinrazones de vida que me han llevado a dedicarle un apreciable tiempo y pasión a esta discusión. En 1996 mi hija Bellacarla cursaba la carrera de medicina en la escuela “Witremundo Torrealba” de la Facultad de Ciencias de la Salud en la sede Aragua de la Universidad de Carabobo (Venezuela), institución donde también me he desempeñado como docente e investigadora por más de 35 años.

Una de tantas madrugadas entre sorbos del acostumbrado café, ella consternada nos contó que su primera experiencia de guardia en obstetricia había sido muy traumática; estaba con su compañera de grupo, casualmente embarazada, la sala estaba abarrotada de mujeres, el ambiente muy tenso debido a la presión por acelerar el trabajo en un espacio laboral deshumanizado y jerárquico. Se les acercó un residente dirigiéndose a su compañera y agresivamente le dijo: -Bachiller, vea que le pasa a esa muchacha que está gritando como una loca, usted no está aquí de adorno; ella le manifestó que era su primera guardia, que le indicara qué hacer porque la paciente era una niña de 15 años con una crisis de pánico; el residente para ridiculizarla usó su condición de embarazo, diciéndole agresivamente: «las mujeres que quieren ser madres deberían quedarse en sus casas y no ocupar un puesto en la universidad, y las tales adolescentes  se preñan y después vienen a gritar». Siguió contándonos que tuvo que sacar a su compañera fuera del servicio, estaba anímicamente muy afectada, le dio una baja de tensión y náuseas, ambas estaban muy aprensivas por la experiencia vivida y por el  maltrato a que fue sometida la niña.

Me quedé absorta con el relato, me preguntaba: si los/as estudiantes manifiestan temor, incertidumbre y rechazo, sin ser ellos/as el último peldaño de la pirámide jerárquica en ese servicio, ¿Qué sentirán quienes sí son el último peldaño de dicha pirámide, es decir, las mujeres que recurren al hospital demandando atención obstétrica?

Desde esa mañana creció entre nosotras el compromiso de hacer un trabajo que recogiera los testimonios de lo vivido y sentido por las embarazada atendidas bajo el paradigma obstétrico hospitalario durante el trabajo de parto, en el nacimiento y puerperio. Asumimos el compromiso y desde ese día fuimos deconstruyendo los discursos testimoniales, ajustando el análisis hasta que reconstruimos una matriz con los eventos críticos de sus experiencias como “pacientes obstétricas”, entendiéndose por estos los que se repetían en cada testimonio (eventos saturados), constituyendo el sustrato de la matriz analítica.

¿Por qué esa investigación marcó los primeros pasos del camino hacia la categorización del término Violencia Obstétrica?

La investigación fue pionera en usar la episteme feminista y la metodología de Género, en una época cuando la academia era sorda/ciega/muda para entender que las mujeres somos sujetas políticas de conocimiento. Así mismo, significó un reto porque para ciencias de la salud la palabra creíble es la del poder médico, en nuestro caso las palabras de las mujeres fueron la fuente del conocimiento. Lo más relevante fue que absolutamente nadie, principalmente los y las obstetras podían desmentir sus testimonios porque estaban referidos exactamente a las conductas de rutina pautadas en la atención hospitalaria, tales como: trabajo de parto en soledad, dieta obligatoria, inmovilización, ruptura de membranas, episiotomías, tacto del cuello uterino, separación madre/recién nacido. Las mismas fueron referidas por ellas como violatorias de sus cuerpos, de su intimidad, de su tranquilidad emocional y psíquica.

Por otro lado, el libro fue publicado por la universidad donde se forman especialistas en obstetricia, lo cual ocasionó una reacción adversa en los servicios de los hospitales con postgrado en obstetricia. Pero la realidad quedó escrita. Es difícil desmentir que una vez que las mujeres pasan los umbrales de las áreas obstétricas hospitalarias son desnudadas, simbólica y literalmente, por una institución médica que impondrá la estilística de la existencia de ellas, no solo durante su estadía en ese lugar, sino a partir de esa experiencia.

Escuchar la voz silente de las mujeres, esas voces sin eco en las salas obstétricas hospitalarias, fue una experiencia transformadora para nosotras, ellas nos enriquecieron con sus percepciones, conocimos lo devastador de la soledad que sentían en un momento trascendente en sus vidas, conocimos la humillación que experimentaban cada vez que un residente o estudiante sin rostro les hacían tactos vaginales, la vergüenza de estar desnudas bajo una bata desechable.

Por las ineluctables sinrazones de vida mi hija dejó de acompañarme físicamente, continué acompañada con su luz y su espíritu, por ella y por nosotras le he dedicado mi vida intelectual y espiritual a este trabajo que contesta a la indiferencia del Estado, la academia y el colectivo social.

En el próximo artículo desarrollaremos la importancia que signó la creación de un espacio público de atención respetada del parto: “La sala de parto de Turmero” en el estado Aragua. Ahí desarrollamos la segunda investigación, cuyos resultados constituyen la segunda parte del libro “La experiencia del parto: proceso de la mujer o acto médico”.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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