Por: Araceli Higueras*
Muchas de nuestras sociedades son sistemas en los que los hombres tienen el poder primario y dominan en roles de liderazgo político, autoridad moral, privilegio social y control de la propiedad.
Se llaman estructuras patriarcales. Estas estructuras dan forma a varios aspectos de la sociedad, incluyendo la dinámica familiar, las oportunidades económicas y los roles de género.
Yo creo que no nos sirven (ni evidentemente representan) y me gustaría contarte por qué y qué hacer, de paso sacándome el sombrero ante Gisèle Pelicot.
¿Qué mantiene el patriarcado?
Me baso en el trabajo de Sylvia Walby para compartir con vosotras esta lista, que espero os abrirá los ojos:
- Cuando las mujeres tienen prohibido ocupar roles significativos de poder y toma de decisiones en las estructuras de gobierno y judiciales, todo el estado/país es patriarcal.
- Cuando los roles de género colocan a las mujeres a cargo de las responsabilidades domésticas, los hogares son patriarcales.
- Cuando hay una brecha salarial de género (la diferencia entre los salarios percibidos por los trabajadores de ambos sexos, calculada sobre la base de la diferencia media entre los ingresos brutos por hora de todos los trabajadores.) y oportunidades desiguales de avance profesional, el trabajo remunerado perpetúa el patriarcado.
- El uso o la amenaza de violencia mantienen el dominio masculino.
- El control sobre los cuerpos de las mujeres y los derechos reproductivos apoya el patriarcado.
- Cultura cuyas normas y expectativas sociales refuerzan el dominio masculino, ayudan a que el patriarcado permanezca.
Este entramado se refuerza mediante normas culturales, leyes y prácticas institucionales que perpetúan la autoridad masculina y limitan los roles de las mujeres tanto en las esferas pública como privada.
¿Qué podemos esperar del futuro?
Hay esperanza, pero depende de nosotr@s. Si bien las estructuras patriarcales han prevalecido en muchas sociedades, no son universales ni inmutables. Los antropólogos y sociólogos modernos reconocen que la dinámica de poder entre los géneros puede variar según las culturas y los períodos de tiempo.
En el contexto de la desgarradora experiencia de Gisèle Pelicot, me gustaría ahora aprender de ella y pasar a reflexionar sobre estrategias de autoafirmación y asertividad.
Su caso pone de relieve la importancia de desafiar las expectativas y los estereotipos sociales, en particular en situaciones en las que las mujeres son víctimas de abusos.
Ejerzamos nuestra capacidad de autoafirmación
Gisèle decidió poner en práctica su lema «ya es hora de que la vergüenza cambie de lado” y nos ha dado una lección en el 2024 llevando a juicio a sus agresores en público.
1. Rompamos el silencio
La decisión de Gisèle de hacer público su caso demuestra el poder de hablar abiertamente. Las mujeres podemos afirmarnos negándose a permanecer en silencio ante la mala conducta, el acoso o la discriminación.
2. Deshagámonos de la vergüenza
El término “Monsieur Tout-le-monde” «Sr. Todo el mundo» (utilizado para hablar de los violadores, hombres de 27 a 72 años, de un gran abanico de profesiones) subraya lo comunes que eran estos perpetradores, lo que pone en tela de juicio la noción de que los abusadores tienen un “perfil” o son fácilmente identificables.
Las mujeres podemos afirmarnos negándonos a aceptar la culpa o la vergüenza por la mala conducta de los demás, y en su lugar atribuyendo la responsabilidad a quien corresponde.
3. Solidaridad y apoyo
La naturaleza pública de este caso permitió que Gisèle recibiera un amplio apoyo.
Las mujeres podemos buscar y crear redes de apoyo, amplificando las voces y experiencias de las demás.
4. Cuestionemos la normalización
El concepto de «Sr. Todo el mundo» revela lo profundamente arraigadas y esparcidas que pueden estar ciertas conductas. Cuando algo sucede a menudo se describe como “estadísticamente normal”, que no correcto ni aceptable.
Las mujeres podemos afirmarnos cuestionando y desafiando las prácticas que normalizan el comportamiento inadecuado o los desequilibrios de poder.
5. Recuperemos la autonomía
La participación de Gisèle en el proceso legal demuestra el rol que quiere tener en su vida y en la narrativa de lo que le ha sucedido.
En nuestras vidas, esto puede traducirse en establecer límites claros, defendernos y tomar decisiones que prioricen el bienestar y nuestras metas personales y profesionales.
6. Expongamos problemas sistémicos
Este caso reveló una complicidad generalizada y fallas sociales.
Las mujeres podemos afirmarnos identificando y denunciando problemas sistémicos que perpetúan la desigualdad o las prácticas nocivas.
Si nos centramos en la fuerza y la valentía de Gisèle al enfrentarse a sus abusadores y hacer pública su historia, podemos extraer lecciones importantes sobre la resiliencia, la importancia de decir la verdad a los poderosos y la necesidad de un cambio social en la forma en que vemos y tratamos a las víctimas de abuso.
Os deseo un muy feliz 2025 y nos deseo a todas (y a todos) mucha gente con coraje para hablar y con integridad para tomar decisiones respetuosas y consideradas.
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Ilustración: Collage Susana Reina
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Araceli, con más de 25 años de experiencia en software para el sector financiero incluye roles como formación, consultoría, desarrollo de software, digitalización y diseño de experiencia de usuario. Graduada en administración de empresas (MBA ESADE) y con un máster CEMS en gestión internacional (HEC París), domina inglés y francés.
Desde 2009, trabaja en paralelo como coach acreditada, impartiendo talleres y sesiones individuales, con especial interés en autoliderazgo, comunicación y pensamiento sistémico. En 2024 publicó ¿Y cómo?: Una guía sobre autocuidado, autoliderazgo y propósito. Comprometida con el voluntariado y la igualdad, Araceli también disfruta del deporte, la lectura y las manualidades.