¿Y si me desmayo y no pujo?… y si le pasa algo al niño! Perdidas en nuestro propio cuerpo.

¿Y si me desmayo y no pujo?… y si le pasa algo al niño! Perdidas en nuestro propio cuerpo.
enero 12, 2025 Marbella Camacaro Cuevas
feminismo

En tanto seres humanos/as todo dolor orgánico que se sitúa en el cuerpo biológico, inexorablemente se acompaña de las subjetividades que se instalan en el cuerpo psíquico. Esta premisa es soportada por el antropólogo David, Le Breton (1999), quien sostiene: “el dolor no es una mera reacción anatómica y fisiológica objetiva sentida, tampoco es una reacción mecánica del organismo corporal a determinados estímulos, sino que se halla sujeto a modulaciones y variaciones sociales, culturales, simbólicas e individuales”.

Lo antepuesto es el proemio para la discusión -de los dolores del parto-, es decir, dolores vinculados a la singularidad del proceso reproductivo de las mujeres, acerca de los cuales, desde tiempos remotos, ginecólogos, antropólogos, fisiológicos y afines, han elucubrado diferentes ópticas respecto de los miedos, temores y dolores del parto. Algunos enfoques estaban a favor del respeto por la evolución natural del parto y de la dinámica psíquica de las mujeres como vía para un parto placentero, obliga acotar que fueron los menos apreciados. Otros, son conceptualizados desde el biologicismo, explicando el dolor fisiológicamente, como signo y síntoma de la “máquina orgánica”, la cual responde a la acción hormonal del parto, aquí un paréntesis obligatorio, de esta última concepción parte la obstetricia oficial, por ello, las quejas de las parturientas no son escuchadas por las/os obstetras, en tanto consideran que son dolencias normales que no ameritan dedicar el tiempo necesario para escucharlas a favor del tiempo récord con que deben sacar el mayor número de partos… en fin, existe mucha tela teórica que cortar en esa temática.

Así pues, la interpretación, definición y asignación que le ha otorgado la cultura, -al dolor del parto-, no se queda circunscrito al útero y sus adyacencias, sino que se imbrica con los temores aprendidos desde niñas frente al significado/significante de parir. Un inciso necesario: -uno de los bastiones del patriarcado es haber logrado que las mujeres seamos madres sin parir, toda niña lleva en su psiquis la unidad simbólica mujer/madre como destino y no como decisión-. La impronta -del dolor del parto- invade toda la humanidad del engrane cuerpo/psiquis en gravidez.

Cohabitando con esos temores socioculturales, aquellas circunstancias individuales que hayan determinado esa maternidad, nos referimos a los hechos de la vida concreta los cuales pueden desplazarse desde un deseo inmenso de tener una/un hija/o hasta, por ejemplo, haber sido un embarazo producto de una violación, lo cual aviva el deseo o rechazo a ser madre. Siendo de obligada mención el peso de la cultura médica obstétrica, la cual concibe a las mujeres como objeto de trabajo y no como sujeta con derecho a decidir.

Tanto camino andado y hoy la mayoría de las mujeres siguen manifestando vivir y/o haber vivido situaciones de miedo y ansiedad durante el proceso del parto, el miedo esta instigado por la dimensión simbólica de los dolores del parto y desde aquí crece una ansiedad por el poco control e incertidumbre ante las situaciones que se puedan presentar durante el proceso de parir, algo así como que las mujeres nos sentimos perdidas dentro de nuestro propio cuerpo y lo que vaya a ocurrir como parte del proceso se aprecia amenazante.

Nuestra búsqueda en la actualidad refiere que los temores han sido similares entre casi todas las mujeres, siendo las primerizas quienes expresan con mayor fuerza el extrañamiento de sus cuerpos: ¿Soportaré esos dolores?; ¿Y si no aguanto los dolores y le pasa algo a mi niño?; apenas tengo los primeros dolores y son fuertes, cómo será cuando este pariendo; y si me desmayo y no puedo pujar…mejor que me hagan una cesárea; en este cauce de sensaciones va instalándose una gran ansiedad, la cual consigue acogida dentro de nosotras, por la cultura social que nos forma y conforma como mujeres.

Estos fragmentos reflexivos nacen desde la concepción de la maternidad como un hecho personal y político, por ello, hemos desentrañado algunos aspectos que nos dicen que el miedo es una emoción que se instala como resultado de una sinergia de hechos sociales, religiosos, culturales, simbólicos e individuales, ocasionando diversas reacciones corporales y psíquicas.

Entonces, partiendo de este cimiento proponemos rescatar la memoria robada de nuestro cuerpo; no ceder pasivamente los procesos reproductivos de la humanidad femenina a decisión/control de otros; parir/nacer es un asunto nuestro. La búsqueda de nuestros cuerpos robados oxigena el des-orden del orden patriarcal.

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Fuente:

Camacaro, Cuevas, Marbella. Una cultura socio-simbólica que entraña el dis-placer de parir/nacer. Rev. Estudios Culturales. Vol. 8 Nª 15 enero-junio 2015. Valencia. Venezuela

Le Breton, David (1999) Antropología del dolor. Editorial Seix Barral. Barcelona, España

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