Urgen voces propias… voces de mujeres
La masculinización de las mujeres en el mundo público es un hecho que ha perdurado históricamente sin que haya ocurrido una contestación colectiva lo suficientemente consciente como para materializarse en una reivindicación de las mujeres. Este escrito centrará su interés en una parcela de ese mundo público: el espacio académico, en el cual nos hemos despojado de lo femenino a canje del reconocimiento/validación de lo masculino, hemos dejado desamparada la posibilidad de una voz propia, una voz de mujeres, que ocupe ese despojo histórico el cual nos cosifica en tanto sujetas de derechos.
Ilustrando lo antedicho para entendernos, traeremos al texto/contexto puntuales fragmentos testimoniales de residentes obstetras recogidos en las investigaciones deconstructivas/constructivas del discurso y praxis médico/obstétrico:
(…) cuando alguna residente se embarazaba ocultaba su embarazo el máximo de tiempo que podía por temor a las represalias…; quien coordina el postgrado es una mujer, e igual que hacen los hombres, impone castigos a las residentes que se embarazan…; quedó embarazada, padeció las penurias y presiones impuestas por el coordinador; …el residente, utilizó su condición de embarazada para ridiculizarla, le dijo de forma peyorativa: las mujeres que quieren ser madres deberían quedarse en sus casas y no ocupar un puesto en la universidad y menos en el postgrado…; estaba en el último año de la residencia, me hicieron una cesárea de emergencia y sin reposo tuve que presentar los exámenes porque me negaron presentarlos unos días después, si no, no me dejaban graduar…
Lo fragmentos discursivos antepuestos, dejan al desnudo una realidad poco expuesta cuando de violencia contra las mujeres se trata. Hoy son muchas las residentes de obstetricia en los espacios hospitalarios, son muchas como dato numérico y al mismo tiempo son una i–realidad en el espacio real. Tan i–realidad que siendo mujeres la sociedad las glorifica por la maternidad, pero en tanto ocupan un espacio público, en este caso como residentes, si están embarazadas lo deben ocultar para poder obtener logros en el espacio académico con la anuencia y validación de los hombres, siendo lo más grave que en cuanto a algunas de ellas les otorgan poder castigan con el látigo que aprendieron, el masculino, a sus pares y más duro les dan si están en una condición subalterna a la de ellas.
Evocar lo que sugieren estos testimonios duele y mucho, porque no son hechos exclusivos de la disciplina obstétrica, aunque vale acotar la contradicción de la especialidad, tampoco es exclusividad de una universidad en particular. No. Es la lógica dominante de la universidad institucionalizada. Hoy en los albores del siglo XXI, seguimos subsumidas por el androcentrismo de dicha academia.
En este artículo transita una intencionalidad política: dejar constancia escrita de la i-realidad simbólica de la mujer creada en el nombre del varón… subvertir el orden patriarcal que ha desalojado nuestro poder creativo, psíquico, sexual y político… crear el caos del orden que nos robó nuestros cuerpos sexuados y poco amados… buscarnos donde nos dijeron que no estábamos… dejar un hilo/huella que han de tejer/seguir las mujeres nacidas y por nacer y construir/constituir un des-orden histórico con letras de mujeres…
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Camacaro, C, Marbella (2012) La obstetricia desnuda. Una ruptura epistémica. Dirección de medios y publicaciones. Departamento de producción editorial. Universidad de Carabobo. Colección “La sociedad y sus discursos. Valencia. Venezuela.