Parece que no puede haber un conflicto en el mundo que involucre a mujeres sin que aparezca el demagogo de turno con el discurso de «¿Dónde están las feministas?». Este tipo de acusaciones erróneamente sugieren que las feministas son responsables de los hechos o que poseen algún tipo de superpoder para intervenir y cambiar las situaciones actuales. Con las recientes elecciones del 28 de julio en Venezuela, y todo lo que ha venido pasando después, no tardaron en aparecer las críticas al movimiento feminista.
La acusación de que las feministas no han apoyado a María Corina Machado insinuando que son cómplices de las injusticias en Venezuela, es un ataque infundado y peligroso sobre todo porque para lo único que sirve es para desviar la atención de la verdadera crisis humanitaria y de las graves violaciones de derechos humanos perpetradas por el régimen.
El feminismo es un movimiento diverso y complejo con múltiples corrientes y perspectivas. Si bien es cierto que una parte significativa del feminismo se identifica con la izquierda, no todas las feministas comparten las mismas posiciones políticas. Además, reducir el conflicto en Venezuela a una lucha ideológica entre derecha e izquierda es una simplificación que ignora la realidad de una dictadura que ha destruido instituciones democráticas y ha generado una profunda crisis económica y social.
En pocas palabras y para que se entienda de una vez por todas: No todo feminismo es de izquierda, y aunque lo fuera, el régimen de Maduro hace tiempo que se apartó de los ideales de la izquierda democrática. Es probable que aquellas personas que realmente se identifican con la izquierda no apoyen un régimen que ha abandonado estos principios.
No voy a negar que dentro del movimiento feminista en Venezuela existen activistas y organizaciones con tendencias que favorecen al régimen, pero estos grupos no representan a la mayoría del movimiento. Tampoco voy a negar que muchas feministas han manifestado en muchas ocasiones no estar de acuerdo con algunos principios políticos de María Corina Machado, pero esto no significa de ninguna manera que no la apoyen en temas que tienen que ver con la violencia política que pueda sufrir por razón de su género ya que la defensa de los derechos de las mujeres y la lucha contra la violencia de género trasciende las diferencias políticas. Del mismo modo, aunque no todas las feministas respaldan a Machado como lideresa indiscutible de la oposición, están unidas en la defensa de los valores democráticos, la paz y los derechos humanos frente a la dictadura.
En Venezuela, el régimen se ha encargado de utilizar su poder para reprimir a todas aquellas personas que se atreven a alzar la voz y muchas feministas han sido víctimas de persecución, encarcelamiento y amenazas. A pesar de esto, la mayoría sigue luchando incansablemente por los derechos de las mujeres y la justicia. Es falso afirmar que el movimiento feminista venezolano ha guardado silencio ante esta situación. Numerosas organizaciones y activistas han denunciado las violaciones de derechos humanos y han exigido el retorno de la democracia.
Asimismo, activistas y organizaciones feministas de diversos países han expresado su rechazo al fraude electoral y han abogado por la restauración de la democracia en Venezuela.
Juzgar a un movimiento tan grande y diverso, por el silencio de algunas, es no comprenderlo en absoluto, sobre todo porque desde la concepción feminista, la lucha por la democracia y la igualdad de género están profundamente entrelazadas.