Fuí víctima de violencia obstétrica

Fuí víctima de violencia obstétrica
julio 22, 2024 Feminismo INC
violencia

Por: María Alejandra Mancebo

Este mes mis queridas lectoras, quiero abordar un tema no solo delicado sino personal, la violencia obstétrica. Lo escribo como un grito a la acción para su erradicación y a la reflexión, pues esta forma de violencia no solo ocurre en centros públicos y no por ello oculto, todo lo contario. Es una mirada que les presento desde mi vivencia, que pese a los años jamás olvidaré, pero nunca denuncié y ello, en diversas ocasiones, me hace sentir cómplice de alguna manera.

Nunca, hasta hoy, he reconocido en voz alta que fui víctima de violencia obstétrica hace 25 años; tampoco que la afectación a esta forma de agresión cambió mi vida y que sus secuelas siguen latentes en mi mente y en mi corazón. Al año de estar casada sorprendí a mi esposo con la noticia de que seríamos padres, aunque era lo esperado y ansiado. Ya tenía elegida a mi médica, pues era un hecho esperado, en una clínica con todos los recursos. Y así se inicia la vida de una mujer embarazada por 8 meses que hacia las visitas regulares, se cuidaba, hablaba con la beba. La doctora nos decía cada quince días que todo era perfecto, mi barriga crecía y la especialista decía que era un embarazo normal … y yo le creí.

En el octavo mes con una barriga grande voy a consulta de rutina, por primera vez mi esposo no pudo ir… ya casi era el día. Ese día ingreso a la consulta y la médica después de revisarme y preguntar, me ordena acostarme para hacerme un eco y de forma textual dice: “Tu hija ya no está … se desintegró”. Nunca olvidaré esas palabras. Me dije “¿Maté a mi hija? ¿Cómo?” Gritando desesperada exijo que me explique y sólo volvió a decir eso … ah y que habría que hacerme un curetaje de urgencia, con la bata, salté y corriendo del consultorio empecé a gritar “¡Maté a mi hija!”.

De esos gritos a recordarme en una cama sin barriga, solo recuerdo dolor. Me dijeron que me desmayé, me ingresaron e hicieron el curetaje. Ocho meses de convivir con mi bebé resultó una falsedad. Me explicaron que mi embarazo era sin embrión y no se explican por qué avance tanto. La médica desapareció y sola quedé sin barriga y en un duelo. Al salir de loa clínica y llegar a mi casa, tomé todo lo de la niña y lo tiré por el balcón con gritos y llantos que aun resuenan en mi alma.

No denuncié a la doctora que además se desapareció y la omisión solo respondió que yo me sentía culpable de haber matado a mi hija. Pasé mucho tiempo viviendo sin estar viva y hoy todavía no entiendo como un profesional de la salud, es capaz de arruinar la vida de una persona. Porque esa pérdida me cambio para siempre.

Dos años después volví a salir embarazada, dicen que un milagro pues el curetaje dejó secuelas. Pero ahí estaba de nuevo, embarazada de mi única hija y les confieso a todas ustedes, fue una mis peores épocas, solo lloraba asustada.

Fui tratada por un doctor que conocía lo que aconteció y fui riguroso con el cuidado. Me cuidé, pero saben algo, amando el ser que crecía en mí, no me tocaba la barriga, duré nueve meses sin verme en el espejo y nunca dejé de sentir miedo si podía volver a la matarla.

Si, ella nació y es mi razón de vida, ya tiene 25 años; sin embargo, puedo decir que fueron nueves meses solo de terror, miedo. Mi esposo fue el que compró todas las cosas para la niña, yo simplemente no podía.

Que un médico trastoque tu vida y la de tu hijo y te lleve a no querer pensar en el ser en crecimiento, es sin duda una violencia obstétrica. En mi caso quedó claro la falta de información y comunicación, como formas de maltrato. Y voy más allá, la secuela emocional, el desapego al nuevo embarazo es inhumano, de allí que se debe abordar la violencia obstétrica desde una mirada transparadigmática, es decir, desde una perspectiva que trasciende las fronteras disciplinarias, que busque comprender el fenómeno en su complejidad y multidimensionalidad.

Soy abogada, pero hoy pido me lean como madre que no tuvo duelo y que el miedo fue mayor que la grandeza que ocurría en mi cuerpo. Fuí víctima de esas prácticas que, en el contexto de la atención médica durante el embarazo, violentaron mis derechos y me afectaron no solo la integridad física, sino psicológica, moral y sexual.

Fui objeto de actitudes, conductas, omisiones o intervenciones por parte de una médica que me hizo sentir asesina y logré comprender que tal conducta fue parte de esa expresión del pensamiento patriarcal de la medicina, la cual se ha apropiado de los procesos naturales. Además, en el  proceso natural de vida con mi segundo embarazo, fui despojada por una médico de mi identidad, codificada y fragmentada en toda mi integridad dejando de ser sujeta de derechos para convertirme en un cuerpo hospedando a un bebé, al cual le tenía miedo.

Mi historia, mi dolor, quisiera que sirviera para mirar de otra manera esta violencia. Es un fenómeno complejo, más que una norma pues como fenómeno multidimensional está influenciado por factores sociales, culturales, políticos, económicos y de género, que nos lleva a que veamos a la madres como simple depósitos de fetos. Es hora de ver a la mujer madre con miedo, que necesita verdades y la tranquilidad de vivir los nueves meses más emocionantes de una mujer que decide ser madre.

La violencia no se acaba solo con un reporte, o citar un artículo, daremos un paso a lo humano cuando respetemos la vulnerabilidad de una mujer embarazada, pues si bien no es una enfermedad, un médico inadecuado, puede ser un homicida del alma de una persona.

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María Alejandra Mancebo: Feminista y cofundadora de Cata Jurídica con Tacones. Consultora en el área penal de Empresas Trasnacionales. Asesora externa de la Universidad Yacambú. Docente Universitaria. Ex funcionaria Pública por más de 25 años. Miembro de Capitulo Venezuela del Colegio Internacional de Estudios Jurídicos de Excelencia Ejecutiva / CIDEJ. ORCID:https://orcid.org/0000-0002-0208-0134. Instagram:@maria_alejandra_mancebo_ @catajuridicacontacones Linkedin: @Maria Alejandra Mancebo.

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