Las leyes de paridad que buscan garantizar una representación equitativa de mujeres y hombres en posiciones de poder son un paso importante hacia la igualdad de derechos. Sin embargo, el simple hecho de tener mujeres en estas posiciones no garantiza automáticamente que se promuevan agendas feministas o se trabaje activamente en favor de los derechos de todas las mujeres.
A mediados de 2024, solo 18 países están presididos por una Jefa de Estado; las mujeres representan el 23% de los miembros de Gabinete y 26% están en los escaños parlamentarios. La muestra es muy pequeña como para sacar conclusiones en torno a la efectividad de las mujeres en posiciones de poder. No sabemos aún a ciencia cierta si las mujeres son más eficientes que los hombres en estas lides y menos aun si ser mujer feminista mejoraría su desempeño. Pero creo que a esto tenemos que apostar y explico por qué.
Poder y Feminismo
La relación entre poder y feminismo es crucial, ya que uno de los objetivos fundamentales del movimiento feminista es redistribuir el poder de la manera más equitativa posible entre mujeres y hombres. El tema aquí es que el poder tradicional, de puño y letra patriarcal, no es el que queremos. Es inútil entrar por sistema de cuotas a seguir siendo guardianas de un sistema injusto que reproduce desigualdades por diseño.
Tener poder, desde una perspectiva feminista, implica no solo alcanzar posiciones de autoridad sino también usar esa autoridad para desafiar y transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad, esto incluye combatir los estereotipos de género y promover una cultura de respeto y equidad. El feminismo busca una redistribución equitativa del poder y trabaja para garantizar que todas las personas, independientemente de su sexo, tengan la oportunidad de vivir vidas plenas y libres de opresión
En palabras de la mexicana Marcela Largarde: “Las mujeres feministas estamos a favor de la democracia y la construcción de ciudadanía. Para ello hay que erradicar el liderazgo abusivo y autoritario, lleno de sacrificios, heroicismo y ominipresencia. Poder para la vida y el desarrollo, no para la opresión ni la dominación”.
En efecto, el feminismo radical cuestiona y desafía las estructuras de poder patriarcales que históricamente han oprimido a las mujeres. Busca desmantelar estos sistemas y reemplazarlos con estructuras más inclusivas y equitativas.
Desde una perspectiva feminista, el poder no solo es visto como una meta, sino como una herramienta de cambio para promover la justicia social. Las feministas en el poder buscan usar su influencia para implementar políticas y prácticas que beneficien a todas las mujeres.
Por ello es crucial que las mujeres en el poder tengan una conciencia feminista porque esto garantiza que su liderazgo se traduzca en reformas significativas en instituciones políticas, económicas y sociales. Las mujeres con una conciencia feminista están mejor equipadas para crear cambios profundos y duraderos que beneficien a todas las personas.
Poderosas que no empoderan
Todavía asombra y es noticia cuando una mujer accede al poder, porque en la historia muy pocas lo han logrado; sólo entran aquellas a las que el patriarcado les ha abierto la puerta, porque garantizan mantener las estructuras que conservan y protegen los privilegios derivados de la supremacía masculina
Actualmente, hay varias mujeres en posiciones de poder que se destacan por promover agendas anti-derechos y anti-feministas. Marjorie Taylor Greene (Estados Unidos), Giorgia Meloni (Italia), Marine Le Pen (Francia), Kari Lake (Estados Unidos), Beatrix von Storch (Alemania), Damares Alves (Brasil), Margaret Court (Australia) entre otras, con demostrado peso político de las élites conservadoras. Aunque están en posiciones de liderazgo, han adoptado políticas y posturas que son contrarias a los principios de derechos humanos, generando críticas y preocupaciones entre muchas activistas feministas.
Estas líderes han utilizado su influencia y plataformas para promover políticas y prácticas que están haciendo retroceder los escasos avances de las mujeres, demostrando un compromiso claro con los principios patriarcales. Llegaron allí para mantener el estatus quo, como cualquier hombre en el poder haría. Son insignes defensoras del orden patriarcal.
Siendo así, el sistema paritario pasa a ser una herramienta de incorporación sin transformación, que cumple con mandatos formales sin contraprestación real ni sustantiva, como una especie de moda o ritual para cumplir con las formas. Pero las mujeres no nos podemos dar el lujo de participar para que todo quede igual, porque los problemas que nos aquejan son reales y son urgentes.
Conciencia feminista en el poder
Más allá de cumplir con las cuotas de género, es esencial que las mujeres en posiciones de poder tengan plena conciencia feminista y se comprometan activamente a transformar las estructuras y sistemas que perpetúan la desigualdad. Esto no solo fortalecerá la representación femenina en la toma de decisiones, sino que también contribuirá significativamente a la construcción de sociedades más justas e inclusivas para todas las personas.
Para lograrlo, es fundamental que las lideresas estén bien informadas sobre las teorías y prácticas feministas y desarrollen capacidades para promover y efectuar cambios significativos hacia la igualdad. Su empoderamiento pasa por la formación y adquisición de conocimientos que las habilite para entender profundamente las desigualdades, les permita identificar las barreras sistémicas, desmantelar estructuras patriarcales en lugar de simplemente operarlas y promover un cambio cultural que desafíe las normas y estereotipos perjudiciales.
Las teorías feministas apoyan un estilo de liderazgo transformacional que se centra en el cambio sistémico y la justicia social, en lugar de simplemente mantener el estatus quo. Que las mujeres líderes estén bien informadas sobre las teorías y prácticas feministas es crucial para asegurar que su objetivo no solo sea alcanzar posiciones de poder, sino usar ese poder para abogar eficazmente por los derechos de las mujeres y la justicia social.
El feminismo nos llama a luchar por un mundo más justo y equitativo.
Como líderes, las políticas con conciencia feminista tienen el poder de influir en cambios que promuevan la justicia social y mejoren la vida de millones de mujeres y niñas. Este fue uno de los muchos aprendizajes obtenidos en el ciclo “Ellas lo lograron” que las ONG venezolana WOMMU realizó en días pasados: “No queremos mujeres masculinizadas en el poder, queremos lideresas solidarias con las mujeres, ejerciendo un poder flexible, colaborativo y horizontal”.
Es crucial que las pocas mujeres que están accediendo a roles de liderazgo aprovechen esa oportunidad para abogar por políticas y acciones que promuevan la igualdad y mejoren la situación de todas, especialmente de aquellas que enfrentan múltiples formas de discriminación y marginalización.
Esto incluye trabajar para que más mujeres puedan superar obstáculos que les impiden hoy acceder al poder y trabajar en políticas que aborden la igualdad salarial, la autonomía corporal, el acceso a la educación y la salud, la eliminación de la violencia basada en género, entre otros temas fundamentales para el avance de nuestros derechos.
No basta con que las mujeres lleguen al poder si no trabajan por los derechos de las mujeres. Necesitamos que tengan conciencia feminista.
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Comment (1)
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Bien bueno este artículo. Dos cosas: a) Analizar si el liderazgo femenino será más o menos efectivo (o bueno, o razonable o productivo o cualquier calificación positiva que se le quiera añadir) es una manera patriarcal de entender estas cuotas, porque pareciera que el avance en la representación femenina del poder debe «mejorar» el desempeño predominantemente masculino del poder. En general, debería ser paritario el acceso al poder solo por desechar la idea de que la mitad del mundo, por el sexo con el que nació, no gobierne. Pero, siendo la mitad de la humanidad, deberíamos asumir que pueden ser tan malas gobernantes/dirigentes como lo somos los hombres, o incluso peor ¿cuál es el problema? ¿no hemos tenido milenios los hombres para mejorar las prácticas de dirección y gobierno? Y b) El feminismo es un concepto polisémico, incluye principios e ideas de carácter filosófico, que incluyen valores y sus proyecciones ideológicas. Asumir que la dirección del futuro tiene que ser feminista y asumir que al decirlo se dan por superadas todas las «lacras» del accionar humano más cuestionable (violencias, expolios, la explotación económica y las clases sociales, el capitalismo y sus mecanismos de acumulación, las desigualdades, etc.) ayuda poco. Porque no existe una ideología humana que avance hacia la operacionalización de esas ambiciones (la última que nos engañó con eso fue el marxismo leninismo y sus variantes stalinistas, maoistas y otras) y el feminismo no debería pretenderlo, eso solo genera confusión. Si quieres una alternativa al capitalismo porque te parece que se ha constituido como un sistema desde el patriarcado, pues plantéala, pero es probable que muchos de sus condicionantes no sean de género, pasen por analizar problemas de producción, distribución, consumo, innovación, competitividad y múltiples otras aristas que hoy en día nos permiten, por ejemplo, acceder a equipos para comunicarnos con el mundo, tal cual lo hago ahora. El feminismo no puede «esconderse» detrás de las luchas por la igualdad y la equidad, para pretender que eso resuelve todo lo que es dable resolver para acceder al paraíso. El paraíso no existe, no lo fue la economía paleolítica (con toda esa visión romantizada de que todo el mundo vivía en equilibrio con los demás humanos y el resto de la Naturaleza). Ningún pasado fue mejor que este presente duro y difícil, especialmente no lo fue para las mayorías desposeídas de la Humanidad, jamás hubo mayor esperanza de vida y expectativa de bienestar a partir de la incorporación masiva de grupos humanos a las «clases medias» especialmente por el desempeño de la India y la China de este siglo. Si se quiere contrarrestar esto, hay que trabajarlo con algo más que simples deseos o formulaciones filosóficas en torno al bien, el amor y la igualdad (y no digo que no se pueda y que no resulte útil una mirada feminista para cualquier construcción ideológica futura, probablemente será imprescindible).
Saludos.