Abortar: una realidad milenaria… con mudez colectiva

Abortar: una realidad milenaria… con mudez colectiva
julio 16, 2024 Marbella Camacaro Cuevas

¿Por qué? Porque concierne sólo a ser mujer

Transitar en la discusión académica sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, a través de las voces de especialistas y residentes en ginecología y obstetricia, de estudiantes de medicina y enfermería, y fundamentalmente de las experiencias obstétricas y ginecológicas de mujeres, entraña, insoslayablemente, hurgar en la controversial circunstancia del aborto.

El aborto históricamente ha constituido uno de los debates más cruciales de las sociedades. Es un tópico que imbrica el binomio vida-muerte, además de poner en el tapete las más recias contradicciones entre lo legal y lo justo, lo religioso y lo científico, lo equitativo entre masculino-femenino, en fin, es una discusión que enraíza las más polémicas posturas sociales.

La historia de las mujeres que deciden terminar con un embarazo en una sociedad donde es un acto penalizado e ilegal, con algunas variantes, es la misma. La mayoría recorre un espinoso camino de miedos y dudas. Cuando toman la decisión lo hacen bajo el peso de muchas presiones, especialmente las más pobres.

Al referirnos a miedos, dudas y presiones, no sólo está implícita la imposibilidad de dar atención/educación a ese/a niño/a, que sí lo está; no sólo a las implicaciones del rechazo familiar/social, que sí  lo está; no sólo a la culpabilización por asuntos morales/religiosos, que sí lo está; no sólo por el miedo a morir durante el procedimiento; es todo esto y más, porque la clandestinidad imperante no sólo es castigada en materia de derecho, sino en lo moral y ético, lo cual nutre el silencio de las mujeres, aumenta el riesgo de morbilidad/mortalidad por ser un procedimiento ilícito sin rostro responsable y aúpa una hipócrita mudez colectiva.

En los hospitales de nuestro país, lugar donde concurre una vasta población de mujeres para demandar atención obstétrica, dentro de la que se encuentra el aborto provocado, el equipo de salud mantiene una posición un tanto ambigua sesgada por el prejuicio. Recordemos que el aborto es clandestino pero público, notorio e irresponsablemente silenciado.

Un hecho alarmante que hemos encontrado es que ningún/a médico/a anota en la historia la causa real del aborto. En la sala séptica todo el mundo sospecha, supone, intuye que muchas de esas mujeres que están allí, desnudas de cuerpo y alma, se indujeron el aborto. Como el prejuicio desborda las evidencias científicas, en el maltrato que reciben entran también aquellas que han deseado ese embarazo y lo han perdido, pero como nadie pregunta para no tener que escribir “aborto provocado”, sin individualización de los casos, todas son sometidas a preguntas indirectas cargadas de ironía, culpa y rechazo.

Esta nefasta realidad es consecuencia de la penalización del aborto, la cual no detiene el aborto en la clandestinidad e incide en un subregistro epidemiológico, esto a su vez dificulta el diseño de políticas púbica coherentes con la magnitud del problema.

Para quienes requieren de las palabras oficiales la Organización Mundial de la Salud (OMS: 2002) señala que: “Cada día, alrededor de 150.000 embarazos no deseados terminan en un aborto provocado (53 millones al año). La mortalidad por aborto representa aproximadamente el 20% de la mortalidad materna que se registra anualmente en todo el mundo. La mayoría de esas defunciones se producen en los países en desarrollo, donde está prohibido el aborto o los servicios abortivos no están al alcance de toda la población”.

De la cita antepuesta deviene el por qué son pocos los estudios sobre aborto inducido en América Latina. Los que se han realizado han sido en lugares con poblaciones de bajos recursos socioeconómicos, precisamente porque en la mayoría de dichos países el aborto es criminalizado, lo que determina que la búsqueda en centros privados sea “confidencialmente paga”. Los estudios realizados coinciden en que, en un significativo porcentaje, las razones que llevan a las mujeres a abortar, son por asuntos vinculados a lo socioeconómico: perder el trabajo, dejar los estudios, imposibilidad de pagar para que les cuiden los/as hijos/as, ausencia de un padre que aporte manutención a ese niño/a.

No podemos tapar el sol con un dedo. La realidad es que a los hospitales y maternidades llega un significativo contingente de mujeres demandantes de asistencia médica por causas de aborto, quienes en su mayoría son jóvenes y con abortos provocados, todo el mundo cierra los ojos, en virtud de su condición de clandestinidad.

Sabiamente dice Ivonne Guevara, religiosa brasilera que, una sociedad que no tiene condiciones objetivas para dar empleo, salud, vivienda y escuela, es una sociedad abortiva (…) una sociedad que continúa permitiendo que se hagan pruebas de embarazo antes de admitir a la mujer a un empleo, es abortiva. Una sociedad que silencia la responsabilidad de los varones y solo culpabiliza a las mujeres, que no respeta sus cuerpos y su historia, es una sociedad excluyente, sexista y abortiva.

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FUENTES:

Camacaro Cuevas, Marbella. El miedo fue frio, la soledad inmensa y la culpa eternamente mía. Rev. Venezolana Estudios de la Mujer. Enero-junio 2015. Vol 20 N44 pp 17-33. Centro de Estudios de la Mujer. Universidad de Venezuela. Caracas. Venezuela.

Camacaro Cuevas, Marbella. Voces sobre la violencia en la atención del aborto. Rev. Venezolana de estudios de la Mujer. 2006. Nº26 Centro de Estudios de la Mujer. Universidad Central de Venezuela. Caracas. Venezuela

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