Autora: Anónima
Las artes son indiscutiblemente una parte fundamental de la sociedad, tienen la capacidad de alimentarse de arquetipos de los que nos podemos retroalimentar masivamente. Así, la labor del cine en la salud emocional de sociedades que transitan crisis es fundamental, porque son un espacio donde el individuo puede reconocer una especie de compañía en los diversos reflejos de dolor posibles dentro de su contexto social.
El trabajo cinematográfico de los cineastas venezolanos en la edición número 20 del Festival del Cine Venezolano, realizado por vez primera en Margarita 2024, fue una nueva oportunidad de rescatar las almas de aquellos que estaban a punto de caer en el abismo, se convirtió en el portavoz de las voces que se mantienen calladas y en eco de aquellos que no quieren escuchar, pero sobre todo: contaron historias que demuestran – de diversas maneras – que no estamos solos en nuestras angustias.
De esto que vimos, hubo un largometraje que le lanzó alcohol a mis heridas, porque pudo retratar anécdotas de hechos que nadie puede ocultar: la migración venezolana y la vulnerabilidad que arropa a nuestros familiares cuando son migrantes. Sexo por supervivencia, tatuó una frase dentro de mí que me va a doler siempre, por la claridad y la dolorosa historia de su personaje que explicaba como su tarea era mantener el ano limpio y su pene erecto 10 horas al día para poder subsistir:
“¿Ese es mi aporte para la sociedad?”…
Él mismo se respondía:
“No, ese no es”
No puedo más que indignarme, no puedo más que sentir el dolor porque aunque no es la realidad de mi vida, es la realidad de muchos venezolanos que socialmente han dejado de ser sujetos y se han convertido en objetos sexuales. Lamentablemente, habría que añadir que no es necesario que nuestros jóvenes salgan del país para verse inmersos en el mundo de la prostitución, el trabajo a través de la web cam ha sido la alternativa de explotación sexual por la grave dificultad de acceder a empleos de calidad en el territorio nacional (sin distinción de sexo). Hay quienes se niegan a reconocerse parte de este espacio mientras sus “clientes virtuales” solicitan cosas morbosas – a las que acceden por dinero – como comer algo frente a la cámara para alimentar sus sueños más asquerosos.
De pequeña me enseñaron que la política lo era todo, ahora que soy socióloga: estoy segura de eso. Pero, hoy entiendo que la parte más importante de la política no es la que busca incansablemente mantener o alcanzar el poder, sino más bien la responsabilidad de ordenar los espacios con los criterios necesarios para garantizar que seamos ciudadanos con plenos derechos. Las ideas, los partidos, los políticos no pueden estar sobre la dignidad humana, las explicaciones no bastan si no hay soluciones de quienes por posición y decisión se encuentran en la responsabilidad (no es un favor) de solucionar temas muy crueles que vive nuestra población, como: el tráfico y la trata de personas.
No sé hasta qué límites nos llevarán la indolencia de los que callan y son cómplices silentes sobre lo inaceptable ¿Hasta dónde debemos aguantar? ¿Hasta cuándo vamos a soportar la indiferencia de las autoridades? ¿Hasta cuándo nos vamos a seguir salvando solos? Luego de ver este documental queda muy claro que la dignidad se pierde de diferentes maneras, unas veces por avaricia y otras porque no te queda más remedio.
“… el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro.”