Este alegórico… no, alegórico no, tragicómico título es apenas unas letras de un testimonio que fue así: “Madrecita, respira como un perrito, tengo que hacerte algo que puede molestarte, pero es por tu bien… y metió la mano pa´dentro, ¡uy horrible!” … Esta voz fue recogida junto a muchas otras en nuestra investigación, cuyo punto cardinal fue develar lo relativo a una pauta de rutina obstétrica de la cual poco se habla, de aquellas que quedan en el silencio de las violencias, nos referimos a la Revisión Manual de la Cavidad Uterina (RMCU).
Obliga precisar algunos detalles al respecto: la RMCU en lenguaje inteligible consiste en que el/la obstetra introduce la mano con gasas en la cavidad uterina arrastrando de las paredes el contenido del útero, este procedimiento se hace después del nacimiento del niño/a cuando los tejidos están inflamados, sensibles, la madre agotada por el proceso de parir, dejándola horas en la misma posición de parir hasta que tenga tiempo algún/a obstetra de acercarse, dependiendo del humor/personalidad/cansancio le haga, SIN ANESTESIA, ni consentimiento informado la RMCU.
La RMCU es una maniobra obstétrica que no debe hacerse rutinariamente, sino bajo indicaciones médicas que lo justifiquen; como son la retención de restos placentarios y membranas, hipotonía uterina, sospecha de ruptura uterina o bien por parto con antecedente de cesárea y partos instrumentados, siendo obligatoria la anestesia. Lamentablemente se ha convertido en una maniobra de rutina en la atención obstétrica y se puede corroborar su registro en las notas de parto realizadas en nuestros centros hospitalarios del país.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que realizarlo fuera de las indicaciones establecidas predispone a las mujeres atendidas a sufrir complicaciones que ponen en riesgo su vida de forma inmediata o tardía al producir infecciones o traumatismos mecánicos y shock por dolor.
Los/as obstetras saben la contraindicación de la RMCU como maniobra de rutina, pero al conocimiento de lo correcto, se antepone la inseguridad, el temor y la rutina es la mejor aliada. Ello queda evidente cuando a pesar de haber atendido un parto sin complicaciones, proceden a “verificar” con la RMCU, lo que ya ha sido verificado cuando el parto ocurrió sin problemas, pero el temor lo justifican diciendo que es para evitar más adelante enfermedades en las parturientas, siendo más bien una forma de protegerse del fantasma de la patologización, como dicen “se protegen las espaldas” a costa del cuerpo de las mujeres.
Así pues, que para realizar la RMCU el/la médico/a explica a las parturientas de manera engañosa las “razones” por las que practican el procedimiento, las parturientas, quienes constituyen el eslabón más susceptible de esta cadena sintiendo temor por las posibles “complicaciones” y en ese momento tan vulnerable de la vida, son incapaces de negarse.
Los testimonios de las mujeres son una constancia de fe:
“El doctor cuando el niño salió y sacó la placenta, me dijo, “te tengo que meter la mano… tengo que hacerlo porque después te quedan restos ahí y te puedes contaminar.”
“Ellos me dijeron que tenían que o sea sacar… limpiarme y eso, porque si no me podía agarrar infección o contaminar por dentro.”
“Ella dijo que era necesario terminar de sacar los restos de la placenta, si no era un riesgo para mí, si me quedaba algún coágulo allí dentro podía estar en riesgo mi vida; entonces accedí porque para uno lo más importante es su vida, aunque es algo doloroso es algo necesario.”
“Yo creo que para eso no hay que pedir permiso… eso es algo que ellos tienen que hacer.”
Es impostergable colectivizar la cuestión de la RMCU como un acto constitutivo de violencia obstétrica, en virtud que la información que reciben las parturientas es distorsionada creando en ellas un imaginario de temor a enfermar y morir por quedarles “sangre coagulada” y “mala” dentro del útero. Aun y cuando ellas sepan que tuvieron un parto sin complicación, acceden al procedimiento, quedando una vez más despojadas de sus cuerpos.
La información y educación de las mujeres sentará las bases de reflexión en las mismas, recuperando el empoderamiento en todos sus aspectos (bio-psico-sociales), dándole fuerza al protagonismo transformador de las mujeres frente a la comunidad médica, quienes al encontrarse con parturientas más informadas y conscientes de sus derechos y deberes exigirán un mejor trato y cumplimiento de los mismos.
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FUENTES:
Camacaro Cuevas, Marbella; Arismendi Serrano, Marienela; Orellana Cabrera, Estefany; Pinto Ramos, Mishelle; Naranjo María. Voces de mujeres que denuncian la violencia obstétrica: Revisión manual uterina como rutina. Revista Inclusiones Vol: 6 num Especial (2019): 14-35.
Canevari Cecilia, Cuerpos Enajenados: experiencia de mujeres en una maternidad pública. (Santiago del Estero: Barco Edita, 2011), 138.
Oswaldo Alvirde y Gerardo Rodríguez, “Revisión rutinaria de cavidad uterina en el postparto inmediato”. Archivos de Investigación Materno Infantil, Vol 1 Num 2. (2009). 58.
ORGANIZACIÓN MUNDIAL PARA LA SALUD. Cuidados en el Parto Normal: una guía práctica. Ginebra: Departamento de investigación y Salud reproductiva. (1996).