Buscando conversación, un taxista que me lleva en un viaje a una ciudad distante, me habla de su familia: “Yo tengo una hembrita y un varón. Tuve que sacarla a ella del colegio porque no me alcanzaba la plata para pagar uniformes, libros, merienda, transporte…”. Le pregunto “¿por qué la sacó a ella del colegio y no al varón? ¿no sacaba buenas notas?” Me responde: “Si Usted supiera que ella es mucho más aplicada que él… pero ya tiene 13 y le están saliendo las teticas, esa ahorita se preña y pierdo todo el dinero. Además, el varón es el que necesita trabajar… para mantener a su futura familia, ya sabe…”
¿Qué si yo sé? Sí, lamentablemente sé que existe conexión entre esa decisión de dejar a su hija sin educación y la afectación de su futuro inmediato. Este padre ya está esperando que su hija sea una madre adolescente porque es eso, una “hembrita con teticas” como él mismo la llama. Es lo que seguramente ha visto en su ciudad, es parte de la costumbre: las niñas crecen y se embarazan.
En este artículo expondré la relación que existe entre la desvinculación del sistema escolar y la exposición a vulneración de otros derechos humanos, que por estereotipos sexistas, afectan de manera diferencial a las niñas en países en crisis, especialmente en Venezuela.
El embarazo adolescente es uno de los problemas más acuciantes y preocupantes que tenemos en muchos países, ya que atenta directamente contra la posibilidad de que las niñas estudien y trabajen hasta lograr la madurez que se requiere para encargarse de un hijo.
América Latina es la segunda región del mundo con la tasa más alta de embarazos adolescentes, con 66.5 nacimientos por cada 1.000 chicas entre 15 y 19 años, solo superada por África subsahariana. Así lo indican la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)
El caso venezolano es alarmante.
Según reportes confiables, cada tres minutos nace un niño de una madre adolescente en Venezuela. Jorge González Caro, representante del UNFPA en Venezuela, explica que la situación más allá de ser un problema de salud pública ha tomado niveles más complejos por las serias consecuencias que implica no solo en la familia y la sociedad, sino porque además compromete indicadores de crecimiento: “El embarazo adolescente es el problema social más importante de Venezuela. Es un asunto que estanca el desarrollo y que le roba el futuro al país. La joven embarazada sale del sistema educativo y entra en un círculo que la hace altamente vulnerable a la violencia de género, se vuelve dependiente desde el punto de vista económico y con poco nivel educativo es difícil su inserción en el mercado laboral”. Un verdadero drama.
Por otro lado, la creencia de este señor papá es que el varón es el protector y proveedor del hogar (nótese la distinción social de varón vs la distinción biológica de hembra con la cual llaman a las mujeres). Este estereotipado rol de género, mujeres a parir, hombres a trabajar, se perpetúa de generación en generación, dejando a las niñas por fuera del sistema educativo y por lo tanto fuera de una vida productiva que le asegure igualdad plena de derechos.
A pesar de estos datos, un soplo de mejoría reporta la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) del 2023, reportando que Entre los hallazgos destacados de la encuesta están los relacionados con el tema educativo. Según el sondeo, el nivel de cobertura educativa, es decir, el volumen de población escolarizada, subió tres puntos versus 2022 y llegó a 66% (7,61 millones de niños y adolescentes entre 3 y 24 años), con lo cual se ubicó en niveles similares a los que había antes de la pandemia. Sin embargo, la ENCOVI indica que 40% de los alumnos entre 3 y 17 años que están escolarizados no asiste a clases con regularidad.
El rezago escolar también sigue apareciendo como dato persistente. Este indicador expresa los años de diferencia entre el grado/año que se debería estudiar, de acuerdo con la edad, y el que efectivamente se cursa o cursó. Entre los niños y niñas de 7 a 11 años aumentó el porcentaje de los que tienen rezago (de 32% a 40% en varones y de 34% a 37% en las hembras), respecto al nivel reportado en la ENCOVI de 2019-2020, antes de la pandemia.
El rezago por temas asociados a estereotipos de género afecta más a las niñas como podemos ver en la gráfica de ENCOVI. Urge tomar medidas al respecto para que esa causa no sea la que aleja a las chicas del sistema escolar, aunque algunas personas lo achaquen al destino y a la “esencia de ser mujer”.
Educación divino tesoro
Esta semana se celebró el Día Mundial de la Alfabetización ratificando que hay 775 millones de adultos analfabetos en el mundo, del cual casi el 70 por ciento de ellos son mujeres. Es una realidad que alrededor de 130 millones de niñas no van a la escuela y esta es justamente la campaña que la joven Malala, Premio Nobel de la Paz, está llevando adelante: “la educación de las niñas es un Derecho”.
Irina Bokova, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, declaró: «Esta es una situación intolerable, lo que refleja una de las injusticias más persistentes de nuestro tiempo: acceso desigual a la educación. No hay ninguna justificación, ya sea cultural, económica o social, para negar a las niñas y a las mujeres su derecho a la educación. Cuando una mujer sabe leer y escribir ella puede tomar decisiones para cambiar radicalmente su vida para mejor». Definitivamente no habrá una sociedad de iguales si el acceso a la educación perjudica a todo un género de manera tan abierta y lamentable.
Imagino que, en este momento, cuando más aprieta la crisis económica en Venezuela, en muchas familias deben estar tomando decisiones similares a las de mi taxista, un hombre que hace lo que puede con lo que tiene. Ojalá siempre haya una opción de ahorro o recorte de gastos familiares distintas a la de sacar a los muchachos del sistema escolar, y si esto ocurre, que los criterios usados no sean sexistas ni discriminatorios contra las niñas.
Verdaderos talentos como el de esta aplicada chica de la historia se pierden, por culpa de concepciones machistas que se asumen como ciertas. Quiero que haya más padres y madres que alienten a sus hijas a estudiar y a no conformarse con lo que les toque patriarcalmente en medio de tan precaria situación social.