Mi viaje personal hacia el feminismo

Mi viaje personal hacia el feminismo
mayo 28, 2024 Veronica Arvelo
feminista

Ser feminista es probablemente la única etiqueta que llevo con orgullo y es además una transformación profunda que ha impactado cada aspecto de mi vida.  Como lo he dicho hasta el cansancio, no se trata de odiar a los hombres, se trata de defender la idea de que las mujeres somos también ciudadanas de pleno derecho y de luchar por un mundo donde todas las personas tengan las mismas oportunidades.

Mi camino como feminista no ha sido fácil. Crecí en una sociedad donde la religión y las normas de género están profundamente arraigadas. Desde niña, me enseñaron todas aquellas cosas concernientes a ser “una señorita de bien” – lo que sea que eso signifique- educada para encajar en una sociedad, donde quienes desafían el ideal de lo que “debería ser una mujer”, son vistas con recelo y crítica.

Sin embargo, siempre sentí incomodidad con las normas de género. Me molestaba la idea de que mi valor como persona estuviera determinado por mi sexo. Me frustraba que me prohibieran hacer cosas que mi hermano si podía hacer sin ser cuestionado. A mediada que fui creciendo y comprendiendo mejor el mundo, mi molestia se fue haciendo cada vez más profunda, me dolía ver el sufrimiento de tantas mujeres y niñas víctimas de violencia, discriminación y desigualdad.

Cuando me gradué de tercer año de bachillerato del colegio de monjas, decidí que no quería tener nada que ver con la religión católica, porque no podía ser cómplice de una organización que promoviera la inferioridad y sumisión de las mujeres con respecto a los hombres. Ante estas declaraciones algunos miembros de mi familia se horrorizaron y otros pensaron que no era más que una muestra de rebeldía adolescente, mi papá fue la única persona que tomó en serio mi declaración y más que apoyarme, pareció estar orgulloso. Al entrar a la universidad ya había abrazado por completo el ateísmo y asumido que mucha gente lo tomaría como una ofensa personal, aunque nunca entendería la razón.

La primera vez que escuché el termino feminista fue de una maestra a la que le había llevado la contraria en una clase, en aquel momento no tenía idea de lo que significaba, pero me pareció que debía tratarse de algo muy malo. Después de ese momento perdí la cuenta de todas las veces que me dijeron feminista, algunas a manera de insulto y otras como una forma de descartar alguno de mis comentarios incómodos.

Un día, aproximadamente a mitad de mi segunda carrera universitaria, algo hizo clic. Empecé a leer sobre feminismo y en el proceso descubrí las historias de tantas mujeres fuertes, inteligentes y apasionadas que lucharon por la igualdad y enseguida me sentí identificada con sus historias, sus luchas y sus sueños. No me hice activista inmediatamente, fue todo un proceso que comenzó por escribir artículos y publicarlos para luego interactuar con las mujeres que me leían. Poco a poco me fui involucrando más y más, hasta que el feminismo se convirtió en una parte muy importante de mi vida.

El feminismo me abrió los ojos a una realidad que antes no había visto y a la vez le dio sentido a eso que toda la vida me habían dicho que era producto de mi rebeldía “sin causa”. Me enseñó que las desigualdades de género no son naturales, sino el resultado de una construcción social que beneficia a unos pocos en detrimento de la mayoría. Me dio las herramientas para analizar el mundo de manera crítica y para identificar las injusticias que nos rodean. Pero, sobre todo, el feminismo me dio la esperanza de un futuro mejor. Me mostró que es posible construir una sociedad donde todas las personas tengan las mismas oportunidades para desarrollarse y alcanzar su máximo potencial.

Aunque sé que todavía me queda mucho por aprender y desaprender, mi camino hacia el feminismo ha sido un viaje personal lleno de descubrimientos, desafíos y satisfacciones, que me ha permitido crecer como persona, conectar con otras mujeres y comprometerme con la equidad como estrategia para la igualdad.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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