Mujeres holísticas

Mujeres holísticas
abril 10, 2024 Juliana Henao
feminismo

En una reciente conversación con mi esposo, brotó un tema personal que me llevó a reflexionar profundamente sobre mi práctica espiritual. Su comentario, «¿Pero eso no es demasiado espiritual? ¿Dónde quedan todas esas enseñanzas que compartes sobre espiritualidad?», desencadenó una profunda introspección. Mi respuesta, simple pero significativa, fue: «Precisamente por eso. Porque a través de mi práctica diaria he aprendido a establecer límites y reconocer las situaciones que me han causado daño. La espiritualidad me ha proporcionado los recursos para amarme a mí misma y saber cuándo decir no».

En un mundo saturado de estereotipos y roles predefinidos, las mujeres que exploramos la espiritualidad holística a menudo desafiamos la percepción generalizada de sumisión. Históricamente, se nos ha retratado como pasivas y débiles, como si nuestra conexión con lo espiritual implicara renunciar a nuestra autonomía. La imagen tradicional de la mujer espiritual ha estado asociada con la sumisión y la obediencia, presentándola como alguien suave, tierna y sumisa, viviendo en un mundo irreal con olor a incienso, velas y flores. Sin embargo, esta representación está lejos de la verdad.

Ser una mujer holística no implica sumisión, sino una conexión consciente con nosotras mismas, un despertar que cuestiona lo que no nos hace bien, y una afirmación de nuestra autonomía en la búsqueda de significado y conexión en un mundo fragmentado. La verdadera espiritualidad implica poder, pero este poder a menudo se ha malinterpretado o ignorado.

El feminismo y la espiritualidad no son fuerzas opuestas, sino complementarias. Ambos movimientos buscan la liberación y el empoderamiento de las mujeres, desafiando las normas de género restrictivas y promoviendo la igualdad y la justicia para todos. Integrar la espiritualidad en nuestra vida diaria nos permite ver al otro como un ser que merece respeto y dignidad.

Una falsa creencia extendida sobre las mujeres holísticas es que somos incapaces de establecer límites o defender nuestras creencias. La verdad es que la espiritualidad nos proporciona las herramientas necesarias para establecer límites saludables y afirmar nuestras verdades más profundas. Nos conecta con nuestra intuición y nos dota del coraje para defender lo que creemos, incluso frente a la oposición.

La infantilización de las mujeres que creen en la fuerza espiritual es una táctica insidiosa para mantener el status quo y perpetuar el dominio. Se nos ha enseñado a dudar de nuestra sabiduría interna y a conformarnos con roles predefinidos que no nos representan. Sin embargo, las mujeres espirituales han demostrado una fortaleza excepcional a lo largo de la historia.

Por ejemplo, Harriet Tubman, una líder del movimiento abolicionista en Estados Unidos, era conocida por su profunda conexión espiritual y su valentía al liderar a esclavos hacia la libertad a través del ferrocarril subterráneo. Otra figura inspiradora es Rigoberta Menchú, activista guatemalteca y ganadora del Premio Nobel de la Paz, quien ha luchado incansablemente por los derechos de los pueblos indígenas, inspirada por su espiritualidad maya.

En última instancia, ser una mujer holística es un acto de valentía y autenticidad. No se trata de renunciar a nuestra autonomía, sino de abrazarla plenamente mientras exploramos nuestro propio camino hacia la sanación y el crecimiento personal. Es hora de liberarnos de las cadenas de la falsa creencia y abrazar nuestra totalidad como mujeres fuertes, conscientes y espirituales. Es hora de desafiar la dicotomía entre espiritualidad y activismo, y reconocer que podemos ser mujeres holísticas y feministas, integrando nuestra espiritualidad en nuestra vida cotidiana sin que eso signifique ser débiles o sumisas.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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