Hace años, cuando mis hijos eran pequeños, me preguntaron qué regalo quería recibir por el día de la madre. Yo les dije “estar sola”. Obviamente con esa respuesta pasé a la categoría de mala madre en un instante. Pero si nos detenemos a ver lo que significa que tengas para ti un día especial, ese debe ser el regalo más deseado, y al mismo tiempo menos solicitado por muchas mamás.
En este mes de mayo no solo se celebró el día de las madres sino también el día mundial de la salud mental materna. El objetivo de tener una fecha para hablar de este tema es “elevar la conciencia acerca de los problemas de salud mental, con vistas a que más madres busquen ayuda, reciban tratamiento adecuado y reduzcan su sufrimiento”. El lema de la campaña para el año 2023 es: La salud mental materna importa.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha establecido que los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales. La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que hombres.
Malestar materno en cifras
En Venezuela se registra la más alta tasa de embarazo adolescente entre los países de Sur América, con 96 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años de edad. Una joven a esa edad aún está en plena formación, pero teniendo que encargarse de criar a otro ser humano. Esta situación, aunada a la falta de apoyos del Estado, las empresas y la mayoría de las veces del padre de la criatura, sin duda alguna pasa factura a su estabilidad mental y emocional presente y futura.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 25% de las mujeres embarazadas experimenta algún tipo de malestar de carácter psíquico y una de cada cinco va a padecer algún trastorno de salud mental durante el embarazo y el primer año tras el parto.
Desde la Universidad Católica Andrés Bello, en el último estudio Psicodata, (2023) leemos que las mujeres en Venezuela presentan mayor malestar físico y psicológico. 45.7% de ellas considera que su ánimo se ha deteriorado y 38% que su salud ha desmejorado durante esta crisis económica y política.
En un estudio que realicé desde FeminismoINC con Visionarias llamado “Venciendo la inercia del suelo pegajoso” (2022) con 180 mujeres en América Latina, el mayor problema que reportaron las madres, fue la sensación de fatiga y agotamiento por el trabajo doméstico que es necesario hacer al regresar del trabajo formal, la falta de tiempo para dedicarle a su trabajo o estudios, temor a la privación de ser promovidas o asignadas a un proyecto importante por la posibilidad de salir embarazada o por tener hijos de los cuales ocuparse, dificultades para viajar por negocios o moverse de ciudad por ataduras familiares.
Se quejaron también por la falta de apoyos que esperan les proporcione la empresa donde trabajan, como por ejemplo guardería, sala de lactancia, trabajo remoto, horario flexible y otras medidas que favorezcan la conciliación laboral-maternal. Muchas han tenido que tomar un trabajo a tiempo parcial o por horas para poder con todo, lo cual las conduce al camino de la brecha salarial o, en el peor de los casos, a tener que abandonar el trabajo porque no era compatible con las otras responsabilidades y cargas domésticas.
Para muchas de ellas, genera estrés excesivo y mucha tensión sentir que tienen la máxima responsabilidad por los fallos o errores de los hijos, que no calzan los puntos para ser un “buen modelo” de madre, resentimiento por la poca involucración de la pareja en las labores del hogar, culpa por no estar haciendo lo suficiente por los hijos y por no poder disfrutar más de ellos, y la sensación de que, si ella no lo hace, nadie más lo hará. Pero, sobre todo, las hace sentir muy mal la conciencia de saber que no disponen de tiempo para sí mismas.
Muchas veces, la situación se agrava hasta el punto de que, para muchas mujeres, no tener hijos es visto como una ventaja para avanzar en la carrera, según reportaron en sus testimonios para este estudio. Porque siempre, a la carga laboral y doméstica, se le suma la carga mental asociada a la responsabilidad del bienestar de los hijos, pareja, espacio doméstico y laboral.
La carga es mental y es real
Carga mental es un concepto descrito por primera vez por la socióloga Susan Walzer, en 1996, en su estudio “Thinking about the baby”. Lo definió como el síndrome de las mujeres que viven abrumadas por el cúmulo de responsabilidades de su vida cotidiana. Según el estudio de la organización Womenalia con más de 1200 mujeres (España, 2020), que ahonda en las causas de la imposibilidad de conciliar, el 71% de las mujeres sufren carga mental. Frente a ellas, solo el 12% de los hombres lo experimentan.
Las amigas de MomsData lo documentaron muy bien en su estudio “La carga mental en las mujeres” (2023). Encontraron que un 70% de las mujeres de la muestra seleccionada en Latinoamérica declara que ellas se encargan mayoritariamente de que la casa y la familia funcionen. Este porcentaje se mantiene incluso en las mujeres que adicionalmente trabajan en la calle: “Las mujeres se sienten frustradas, cansadas, tristes, estresadas y ansiosas ante la carga mental con la que viven. Ante tal situación no es sorpresa ver que el cuidado de sí mismas es la última de sus prioridades”.
¿Cuál es la realidad de la carga mental para mujeres que son mamás de niños/as entre 0 y 6 años? Según los testimonios proporcionados para este estudio el cansancio mental lo relacionan con falta de libertad, poca motivación para vivir, gran acumulación de tareas pendientes y preocupaciones, con sentirse perdidas. También declaran que el estrés, agotamiento, desconexión del presente y el descuido de sí mismas son de las consecuencias más constantes y comunes, dejando el autocuidado, la salud mental y hasta física de las mujeres por debajo de todas las otras necesidades.
Por tradición, la maternidad ha sido una historia de abnegación, postergaciones, sacrificios y preocupaciones constantes que pasan por debajo de la mesa porque se nos vende como el mayor de los servicios que una mujer puede hacer a la humanidad. Casi que la principal, si no la única, razón de ser. Por este motivo, el 85% de las madres que tienen algún problema de salud mental no son atendidas y mucho menos diagnosticadas, a causa de la visión romántica y estereotipada de la maternidad en la sociedad.
El mensaje que se nos da desde chiquitas es que las mujeres tenemos que ser madres y al serlo, tenemos la obligación de sentir amor incondicional, además de ser la principal, y a veces única, figura responsable del cuidado de las y los hijos, y sin quejarse. Obviamente esto tiene que cambiar entendiendo lo que en realidad toda madre necesita: tiempo, no discriminación y saber que no está sola en esta importante tarea social donde familia, gobierno y empresa tienen un rol corresponsable fundamental.
Ellas también
En este mes de las madres y de los cuidados por su salud mental, pensemos también en aquellas que sufren pérdidas en la etapa gestacional o neonatal, las que están presas sin contacto con sus criaturas, las madres que cuidan a hijos e hijas con discapacidad con el dolor y el trabajo que ello significa, las que padecen depresión postparto (un trastorno que afecta aproximadamente al 15% de las mujeres que dan a luz a nivel global), las mal llamadas subrogadas o gestantes en el negocio mil millonario de los vientres de alquiler, las madres mayores de 60 y 70 años que aún hoy cuidan hijos, nietos y bisnietos y no por gusto.
Recordemos también a las que tienen que parir aun siendo violadas por imposición religiosa, pero sin desearlo realmente, a las “madres a juro” que lo son por presión social, a las que conviven con padres que se desentienden de la manutención de sus hijos e hijas, a las que sufren violencia gineco-obstétrica, a las que quedan con secuelas de salud por no contar con aborto legal, seguro y gratuito, a las que han perdido a sus hijas por femicidios.
Para todas ellas, regalemos por lo menos un día de libertad, un día libre para sí mismas, un baño de salud mental para todas ellas.