Cuando se acerca el 8 de marzo, tiemblo y me siento desconcertada. Temo que vendrán los tantos mensajes de “gracias por existir”; “mujeres maravillosas, dadoras de vida”; “la obra divina de Dios”; “happy hour para celebrar a las mujeres en su día” y cosas por el estilo. Mi corazón de activista y defensora de los derechos humanos de las mujeres y las niñas desde hace más de diez años se resiente, pues lamenta ver cómo año tras año repetimos el mismo patrón de banalización de esta importante fecha.
Se sobreviene entonces el debate interno sobre si contestar estos famosos mensajes que – ¡no me malintepreten!-, recibo con mucho cariño, porque sé que quienes los envían lo hacen con la mejor intención, con un “muchas gracias” o “igual para ti”, o con una mini-clase inmersiva de Feminismo 101, sobre el origen del #DiaInternacionaldelaMujeres, su importancia, la historia por la lucha por los derechos de las mujeres y niñas que aún está muy vigente, pero desafortunadamente deslegitimada incluso por muchas mujeres, y un fragmento de mi dignidad. Entonces enmudezco. Y ese silencio grita dentro de mi.
¿“Celebramos” o “conmemoramos” el Día de la Mujer?
Yo diría que por respeto a las tantas mujeres que han perdido hasta su libertad o hasta muerto luchando por los derechos que nosotras, las más privilegiadas, gozamos, deberíamos conmemorar la fecha. De esto del privilegio quiero hablar otro día.
También es un recordatorio de lo mucho que queda por hacer y lo seria que es la lucha por los derechos humanos de las mujeres y niñas. Pero, ¿está mal celebrar los logros, que no son pocos? No estoy segura. Sigo callando públicamente, aunque en secreto lo debato a calzón quitao’ con mis más cercanas aliadas feministas, pero sin llegar a ninguna conclusión.
¿Día Internacional de la Mujer o Día Internacional de las Mujeres?. Otro dilema.
En español seguimos usando el famoso Dia de la Mujer, en singular, pero en inglés, la expresión más usada es International Women’s Day. No es casual. En algún momento a finales del siglo XX, hubo un reconocimiento en los espacios de debate académico, sobre la necesidad de hablar sobre los derechos de “las mujeres”, en plural (y posteriormente de las niñas), en lugar de los derechos “de la mujer”.
Era un reconocimiento al hecho de que las mujeres como colectivo, enfrentamos con atención a nuestras diferentes intersecciones (ej. estatus social, origen étnico, grado académico, edad, discapacidad, orientación sexual, etc.), problemas comunes y manifestaciones de discriminación compartidas que ya luego serán definidas como formas de violencia contra las mujeres y niñas. Entonces me quedo con la forma plural… al fin, me decidí por algo.
Más allá de la semántica y de mi silencio ensordecedor, una sola y terrible realidad:
La igualdad verdadera entre hombres y mujeres está lejos, muy lejos. Y parafraseando a Simone de Beauvoir, habrá que seguir haciendo abogacía y luchando, incluso por los derechos alcanzados, pues no hay garantía alguna de que estos no nos sean confiscados nuevamente… y que lo confirmen nuestras hermanas afganas e iraníes, que han visto sus vidas como mujeres reducidas por los brochazos del autoritarismo y el machismo, en su más cruda expresión.
Lo que sí no estoy dispuesta a negociar, son los chistes machistas alrededor de esta importante fecha. Que alguien actúe desde el desconocimiento, lo entiendo. No siempre fue tan “fácil” para mí ver el mundo con estas gafas color violeta. Y me costó… me costó confrontarme con mi propia ignorancia y mis prejuicios.
Pero que alguien crea que es gracioso continuar estereotipando a las mujeres como conflictivas, incomprensibles, indecisas, etc., no lo tolero, particularmente en este día. Y a ese sí, desde el de fondo de mi corazón feminista: DRAKARYS!*
(*) Dragón de Fuego en The Game of Thrones….Poster by Oleg Rudakov