Gerda Lerner fue una investigadora, historiadora y profesora universitaria cuyo eje principal de estudio fue la historia de las mujeres y el hacer de ello asunto fundamental en la aulas desde la década de los 60. Nació el 30 de abril de 1920 bajo el nombre de Gerda Hedwing Kronstein en Viena. A los 19 años escapó a Estados Unidos junto a su primer esposo por la persecución Nazi pues su familia era de origen judío.
Podría decirse que su primer encuentro con el feminismo y la eterna búsqueda de libertad e independencia de las mujeres fue a través de su madre Ilona, quien no era feliz en su matrimonio ni siendo una ama de casa tradicional, pero sin poder divorciarse porque hubiese perdido la custodia total de sus hijas, Gerda y Nora.
En Nueva York tuvo una serie de trabajos que hasta hoy en día son calificados como empleos precarios, algo fundamental en su posterior activismo pues durante esa experiencia se dio cuenta de la feminización de ciertas labores. Una vez divorciada, se casó con el director de cine Carl Lerner con quien tuvo dos hijos y representó un apoyo incondicional en su labor feminista y activismo social que nació luego de ver la realidad de personas racializadas en las diversas ciudades estadounidenses donde vivió.
“Compartí con mujeres comunes y corrientes la experiencia de haber sido una trabajadora sin cualificación primero y semi-cualificada después, la de dar a luz, ser ama de casa, madre, activista. En todos estos roles y ocupaciones encontré un grupo activo y dinámico de mujeres que trabajaban silenciosamente y sin reconocimiento público, generalmente sin cobrar y con frecuencia sin percatarse de la importancia del trabajo que estaban haciendo”, escribió.
Tras graduarse como investigadora luego de que sus hijos crecieran avanzó hasta obtener el título de doctora a sus 43 años con una tesis que abordó la interseccionalidad: la lucha por los derechos de las mujeres, la lucha antiracista y la lucha contra la pobreza.
Para Lerner, la también escritora e investigadora Mary Beard, fue su principal referente e inspiración para formarse y manifestando lo injusto que era el hecho de que las mujeres tuvieran que pelear por un lugar en la historia cuando en realidad siempre habían estado ahí, sencillamente, por ser la mitad de la población.
Mencionó en su autobiografía que cuando le preguntaron en el doctorado por qué quería estudiar historia su respuesta fue porque “quería hacer de la historia de las mujeres un ámbito de estudio legítimo”. “Me enseñaron un mundo en el que las mujeres no existen y cuando pregunté por ello, una de las frases favoritas de los profesores era que, por desgracia, la mayoría de las mujeres eran analfabetas», dijo al New York Times.
La también activista hizo historia en sí misma al dar el primer curso universitario regular sobre “Mujeres en la historia estadounidense” en 1963 en la Nueva Escuela de Investigaciones Sociales.
Desde la década de los 70 empezó a publicar su obra la cual consiste en doce libros, siendo el más famoso “La creación del patriarcado” (1987) donde sostiene que el sistema de dominación masculino sobre las mujeres (patriarcado) es una creación social, cultural e histórica y como tal, puede erradicarse.
Fue líder y miembro de varias instituciones como el Congreso de las Mujeres Americanas, la Organización Nacional de Mujeres y la Organización de Historiadores Americanos. También enseñó en las universidades Sarah Lawrence, Columbia, Duke y Wisconsin – Madison
Visión del feminismo
La investigadora, quien se consideraba feminista desde los años 40, afirmó que escribir y pensar en las mujeres «podría conducir a una política transformadora arraigada tanto en el pensamiento como en la experiencia» porque la opresión hacia las mujeres era la más antigua de las opresiones del mundo, naturalizada en todas las religiones e ideologías.
Enfatizaba que los hombres necesitaban a las mujeres subordinadas económicamente y educacionalmente para tener un control total de ellas. Por ende, el feminismo debía romper esas cadenas.
En sus palabras, “la conciencia feminista comienza con la autoconciencia, un conocimiento de nuestras propias necesidades como mujeres; después viene el conocimiento del colectivo femenino, el contactar con otras mujeres para primero apoyarnos mutuamente y después para mejorar nuestra situación.”
En una de sus últimas entrevistas pidió, entre muchas cosas, pensar en el envejecimiento como parte natural de la vida, no como una carga o una enfermedad, así como valorar la experiencia y la sabiduría de las personas mayores y dejar que formen parte de la comunidad el mayor tiempo posible.
Larner falleció a sus 92 años el 02 de enero de 2013.
Fuentes consultadas:
Página web oficial de Gerda Lerner, “Notas autobiográficas” – Gerda Lerner (1979), The New York Times, The University of North Carolina Press, Journals Open Edition, Wikipedia