Quiero contarles la historia de la fundación de AVEM (Alianza Venezolana Empresarial por el Liderazgo de las Mujeres) por considerarlo un caso inédito en el país y un intento de organización en red lleno de solidaridad y voluntariado por las mujeres empresarias y trabajadoras.
Hace casi seis años, Scarlet Gutiérrez, en ese momento Líder del área Gender Balance de Nestlé Venezuela, se acerca a mi oficina para que le cuente qué estoy haciendo en materia de igualdad, porque ya le habían referido que en Multinacional de Seguros se trabajaba con las mujeres en programas de empoderamiento. Conversamos, compartimos información de lo que cada organización hacía y pensamos enseguida que quizás otras empresas estaban desarrollando iniciativas similares que valía la pena conocer, divulgar y replicar.
Nos pusimos a indagar y pronto tuvimos a unas diez mujeres directivas y gerentas de empresas medianas y grandes, mayoritariamente trasnacionales, que efectivamente trabajaban para reducir brechas de género en varias áreas del desempeño corporativo. Motivamos una reunión y de ese grupo surgió la idea de conformar una red para fortalecer cada una de esas iniciativas, algunas todavía a nivel de ideas y otras que ya eran programas en marcha.
Así surgió en el año 2017, AVEM, con el empuje de un grupo pequeño de ejecutivas empresariales de alto nivel, inquietas por posicionar el tema de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en la agenda de prioridades de cada empresa venezolana, empezando por las organizaciones que quisiesen unirse a la Alianza. Queríamos romper el silencio imperante en torno a estos temas y destacar el rol que el sector privado tenía en el logro de la equidad como objetivo para construir organizaciones sostenibles.
Llegaron los apoyos
Con argumentos y data en mano recorrimos varias empresas, organizaciones gremiales empresariales, organismos de cooperación multilateral y embajadas, llevando nuestro mensaje en procura de adhesiones a esta causa. Nuestra primera aliada fue Irene Coello, en ese momento Gerente de Proyectos de la Embajada Británica en Venezuela, quien consiguió darnos visibilidad de alto nivel a través de la organización y celebración del Foro “Mujeres del Futuro Venezuela”. Luego recibimos el respaldo del Programa Naciones Unidas Para el Desarrollo, quienes habían labrado ya un camino con el Sello de Igualdad dirigido a empresas, en muchos países de Latinoamérica.
Hicimos presentación formal de AVEM en Fedecámaras y no solo en Caracas, también en la Cámara de Comercio de Maracaibo, con Amaya Briner liderando el proceso allá. Sellamos el bautizo de la organización con nuestro primer Foro AVEM, en el IESA, en Caracas, ante más de 300 personas, quienes confirmaron con su presencia que este tema era importante y necesario.
Al cabo de un año teníamos afiliadas 45 empresas medianas y grandes, con quienes celebramos capacitaciones, foros presenciales y virtuales, reuniones, presentaciones, declaraciones y actividades, llevando el mensaje sobre la necesidad de eliminar los sesgos y estereotipos que impiden a las mujeres acceder al poder, tomar conciencia de la necesidad de medir las brechas de género en las empresas y, sobre todo, de asumir como prioridad acciones conducentes a cerrarlas, porque los discursos más convencionales en este sentido desde las empresas privadas incluyen el reconocimiento de algunos problemas, pero no consideran otras dificultades que obstaculizan priorizar acciones para atacarlos sin ambages. El mensaje, en fin, de que las empresas en Venezuela han sido históricamente cotos cerrados de poder masculino y que ese modelo tiene que mejorar como herramienta intrínseca de los procesos de modernización y sostenibilidad.
Frutos
AVEM es una alianza de empresas, no de mujeres, que promueve equidad de género en sus organizaciones. Impulsamos, asesoramos, investigamos, divulgamos y entrenamos sobre aspectos que mejoren la participación gerencial y directiva de la mujer. Queremos generar un impacto positivo en la transformación cultural del espacio corporativo empresarial privado venezolano, contribuyendo eficazmente a equilibrar la participación de las mujeres en los máximos niveles de dirección y gerencia.
En sus 6 años de funcionamiento, logramos posicionar el tema en la agenda de muchas empresas que a la fecha no se lo habían planteado; aprendimos de las mejores prácticas de empresas afiliadas con presencia en otro lugares del mundo; nos unimos en torno a las múltiples resistencias que surgieron en contra del mensaje feminista que subyace a la lucha por los derechos de las mujeres en términos laborales, patrimoniales y de negocios; desmitificamos creencias limitadoras sobre el rol de las mujeres en el ámbito productivo, entre otros resultados alcanzados.
Para mí, AVEM representó, en lo personal, un reto enorme desde su creación, constitución y desarrollo, con pandemia mediante y en medio de los peores años de la crisis política y económica en Venezuela. Defender la tesis de la paridad y de la lucha contra las desigualdades de género en medio de tantas carencias e inestabilidad, nos hacía lucir como desubicadas. Pero convencidas de que no es sostenible un modelo económico que excluya y limite el desarrollo a la mitad de su población y que la inclusión de las mujeres en posiciones de poder era clave para superar las crisis, persistimos en el mensaje y aquí estamos.
Un futuro posible
Montones de cosas quedan por hacer. Seguir divulgando el mensaje, incorporar más empresas a esta causa, evitar el arrinconamiento gremial a partir del estereotipo “son cosas de mujeres”, para dar paso a un procesamiento serio de la agenda AVEM en todos los espacios empresariales. Buscar apoyos para aumentar la disponibilidad de data sobre techo de cristal, suelo pegajoso y, más en general, desigual distribución de cargas y exigencias para el progreso gerencial y directivo. Evaluar el alcance de la participación patrimonial de mujeres en las empresas venezolanas y su correspondencia en términos directivos, su desigual acceso a financiamiento desde su posición empresarial, así como considerar más y mejores políticas internas para romper estas brechas.
Recientemente AVEM renovó sus autoridades y le toca ahora a mi amiga Patricia Valladares y al grupo de personas que continúa enriqueciendo esta experiencia continuar con el testigo, segura de que su formación y experiencia directiva, gerencial y gremial le darán brillo a su gestión, además del apoyo y solidaridad de todas las aliadas AVEM, a quienes agradezco con el corazón su permanencia, participación y compañía.
Sigamos abriendo espacios para las mujeres. Las de esta y las de las generaciones que vienen. Para que ninguna más sienta la exclusión, la discriminación y la subordinación por el hecho de ser mujeres. Para que las empresas en Venezuela sean ejemplo de modernidad y desarrollo, yo deseo larga vida a AVEM.