Buscar información sobre la situación de las mujeres en Qatar y no encontrar buenas noticias son una misma cosa. Después de independizarse del Reino Unido en 1971, en ese país rige una monarquía absoluta con la familia Al Thani al mando. Desde entonces, el emirato ha venido ocupando uno de los últimos puestos en el Informe sobre la Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial, quedando en evidencia las enormes diferencias entre mujeres y hombres en materia de empleo, educación, salud y política.
Por evidentes razones financieras y comerciales la FIFA aprobó reunirse en Qatar para realizar el mundial de fútbol 2022. Numerosas organizaciones alertaron sobre el sin sentido de legitimar con esta celebración un régimen que sistemáticamente viola derechos humanos, sobre todo los de las mujeres, bajo el manto culposo de las tradiciones culturales, pero al parecer esto es un detalle al margen que pasa por debajo de la alfombra de quienes toman estas decisiones.
Por eso no está demás informar para mantener presente, sobre todo entre quienes irán al país o seguirán los juegos por TV, las múltiples formas de discriminación que contra las mujeres se cometen en esta región, aun cuando digan que es lo mejorcito del Oriente Medio en esta materia.
Bajo tutela permanente
El sistema jurídico catarí, basado en la ley islámica o sharía más que en la propia Constitución, obstaculiza el avance de las mujeres en lo que respecta a su libertad de movimiento, matrimonio, custodia de los hijos y herencia.
De acuerdo a informe reciente de Human Rights Watch (HRW), en Qatar se aplica un sistema de tutela masculina que niega a las mujeres el derecho a tomar decisiones clave sobre sus vidas para casarse, trabajar, viajar, recibir atención médica – sobre todo en materia reproductiva y sexual-, estudiar en el extranjero con becas del gobierno, acceder a empleos y otros derechos, a menos que tengan la autorización de su guardián. Estos tutores son padres, esposos, hermanos o tíos.
El sistema de tutela niega a las mujeres la posibilidad de desempeñarse como seres independientes y autónomas, reforzando el poder y control que tienen los hombres sobre sus vidas. Para colmo, las posibilidades de reclamar públicamente son limitadas por la existencia de leyes que limitan la libertad de expresión y de asociación, la conformación de sindicatos o partidos políticos. Tampoco existe una oficina gubernamental dedicada a los derechos de la mujer, a pesar de la recurrencia en su vulneración y de que sus autoridades se jactan de decir que existe igualdad de género.
Ejemplos de la discriminación contra las mujeres abundan
Los hombres pueden divorciarse fácilmente y casarse con un máximo de cuatro esposas sin problemas, mientras que las mujeres deben obtener la aprobación de un tutor masculino para casarse a cualquier edad. Las esposas están a cargo del hogar y deben obedecer a sus maridos. Pueden perder la ayuda económica si desafían los deseos del esposo.
Si una mujer es violada fuera del matrimonio se la juzga por adulterio y las solteras que se quedan embarazadas se enfrentan a un proceso judicial por mantener relaciones sexuales extramatrimoniales. Como madres no pueden ser tutoras principales de sus hijas e hijos ni tomar decisiones sobre sus documentos, finanzas, viajes, escolaridad o tratamiento médico, incluso cuando tienen la custodia luego de un divorcio o después de enviudar. Si el hijo o hija no tiene un familiar varón que pueda desempeñarse como tutor, el Gobierno asume esta función.
También deben pedir permiso a un tutor masculino para trabajar en el gobierno y en instituciones especiales; las mujeres pueden heredar propiedades, pero las hijas reciben la mitad que los hijos. Las trabajadoras domésticas son maltratadas en los domicilios privados donde se encuentran recluidas sufriendo abusos y violaciones sistemáticas debido a un sistema feudal de “apadrinamiento” llamado Kafala, en el que el empresario tiene pleno poder sobre su empleado. Organizaciones de DDHH han documentado casos de mujeres, sobre todo inmigrantes, que trabajan más de 14 horas al día, con sus pasaportes confiscados, sin recibir salario completo, insultadas, golpeadas o víctimas de escupitajos, aun cuando en 2020 se derogó tal sistema, pero que se sigue ejecutando en la práctica.
Para acceder a atención prenatal, ultrasonidos transvaginales, examen de prevención de cáncer de cuello uterino y controles en general, necesitan una constancia de matrimonio. Mientras que para prácticas como esterilizaciones o abortos se les pide el consentimiento del esposo.
La legislación de Qatar no contempla la violencia doméstica como un delito. Esto implica que la mujer casada tiene obligación de mantener relaciones sexuales con sus maridos, aun cuando haya pruebas de agresión dentro de la pareja. Vale la pena recordar a principios del 2022 el caso de Paola Schietekat, mexicana que pertenecía a la empresa que organizaba el Mundial de fútbol, quien fue violada y tras denunciar el caso fue condenada a 100 latigazos en público más 7 años de prisión por mantener una relación sexual fuera del matrimonio. El gobierno de México impidió que se cumpliera esa pena, pero Paola debió abandonar el país y su trabajo.
Entre otras prohibiciones absurdas, las cataríes solteras menores de 30 años no pueden registrarse en los hoteles, no pueden entrar a un lugar donde se sirve alcohol, deben llevar cubierta la cabeza y una capa suelta conocida como abayha; se considera que son “desobedientes” si viajan o trabajan sin la autorización de su marido, si abandonan el hogar o si se niegan a mantener relaciones sexuales con él “sin una razón legítima”. Las estudiantes universitarias deben conseguir el permiso de su tutor para entrar o salir del campus en taxi, vivir en las residencias y realizar excursiones.
Tarjeta roja para la FIFA
En la decisión de elegir a Qatar como sede del Mundial, la FIFA no consideró ni una sola vez el tema de los derechos humanos por lo menos públicamente. Obviamente, este no es el primer gran evento que se realiza en un lugar donde se violan DDHH y quizás, viéndolo con esperanza, cabría considerar que podría tener un efecto disuasorio sobre las políticas más represivas que obligue al régimen a hacer cambios en esta materia o por lo menos salgan a la luz pública los desmanes que se cometen.
Con la muerte de más de 6.500 obreros en la construcción de los estadios y el maltrato sostenido del que fueron víctimas, se han publicado en los medios expresiones de condena. En respuesta a estas atrocidades, algunas selecciones han manifestado la intención de protestar, algunas ciudades en Francia no colocarán pantallas en espacios públicos y cantantes como Rod Stewart, Shakira o Dua Lippa, se eximirán de participar en la apertura. Maluma en cambio interpretará la canción oficial del evento … ¿nos sorprende? No nos sorprende.
Ante estas manifestaciones, la FIFA, a través de su presidente Gianni Infantino, envió una carta a los 32 países competidores, instándoles a “centrarse en el fútbol” y dejar de lado los motivos de preocupación en materia de derechos humanos, por ser “batallas ideológicas o políticas”, aun cuando Blatter, el expresidente de la organización, expresó en días recientes que “la elección de Catar fue un error, asumo mi responsabilidad”. Como tarde para reconocerlo, parece. La verdad es que ninguno se preguntó en su momento si no estaban blanqueando un sistema carente de libertades, donde los homosexuales son perseguidos, las mujeres invisibilizadas y los inmigrantes maltratados.
Lo más triste es que la inmensa mayoría de espectadores que siempre congrega un gran evento como este, tampoco se hará esas preguntas, ni sabrá las miserias humanas que se esconden tras el dineral que está en movimiento. Creo que ni aun sabiéndolo a mucha gente le importará. Por eso es bueno recordar que todos y todas tenemos responsabilidad por omisión y comisión en la vulneración de derechos y que los pequeños gestos, como abstenerse de participar y/o denunciar, demostrarán en qué medida somos consistentes con los valores humanos que verdaderamente importan.