Terminando de leer “La creación de la conciencia feminista” de Gerda Lerner no puedo menos que reflexionar sobre lo que las mujeres hemos vivido a lo largo de la historia de la humanidad y lo que en este momento está confrontando el movimiento feminista, un ataque por varios flancos que tratan de destruirlo a partir de falacias de distinto tipo, nada nuevo en la Historia de las Mujeres porque hasta una nueva Inquisición se ha pretendido imponer para callar la disidencia de las feministas.
El desarrollo del pensamiento humano (entiéndase masculino) ha sido a partir de la acumulación sucesiva de conocimiento, se puede trazar una línea desde la antigüedad hasta el tiempo actual. Se ha promovido la educación para los hombres, alentado la expresión de sus ideas a través de escritos y el discurso público, sobre todo cuando han estado a favor del estatus quo.
El conocimiento científico y el estudio ha sido al menos hasta bien entrado el siglo XX un coto cerrado exclusivo del sexo masculino, de los que las mujeres hemos sido totalmente excluidas, a algunas las dejaron estudiar en universidades pero no les estaba permitido graduarse ni ejercer la profesión, no se les reconocían sus méritos académicos o profesionales, sus aportes a la ciencia siempre les fueron escamoteados bajo una firma masculina para que pudieran ser publicados, las mujeres no aparecen en los libros de textos escolares ni universitarios salvo por excepción, cuando esto ocurre usualmente es por su vinculación con algún hombre como esposa, madre o hija, no por mérito propio, aún hoy en día
El avance del conocimiento de las mujeres ha sido espasmódico e interrumpido, no hemos conocido nuestra historia y por eso, quienes la escribieron se han ido perdiendo en el tiempo. Las mujeres siempre hemos estado y hemos hecho, pero siempre hemos quedado como contrafiguras, nunca como protagonistas, quienes han escrito la historia han sido hombres y ellos, obviamente, contaron el cuento a su masculina manera de ver el mundo. Salvo unas pocas como Cleopatra y otras, ¿Qué es lo que sabemos de ellas? En el caso de Cleopatra pareciera que su importancia no fue como reina egipcia sino como amante de dos figuras importantes del Imperio Romano, del resto ¿qué sabemos de ella como líder o reina de un imperio? …el cuento de la mordida de culebra y poco más.
Algo que reconoce Gerda Lerner y lo expresa retomando una frase de Isaac Newton es que el pensamiento masculino si ha logrado avances y su desarrollo continuo porque han tenido genealogía, conocen sus antecedentes y los aprovechan para sus propias investigaciones:
“Si he logrado ver más lejos es porque he subido a hombros de gigantes”
Sir Isaac Newton en carta a Robert Hooke el 05 de febrero de 1675
La lucha de las mujeres por sus derechos y por la igualdad de oportunidades respecto del sexo masculino tiene genealogía, también hemos tenido gigantas, muchas han escrito reflexionando sobre la opresión y discriminación que históricamente han sufrido las mujeres, pero no las conocemos comúnmente porque en eso consiste el poder del patriarcado como sistema político, social y cultural: en borrarnos del imaginario colectivo. Lo que no se nombra no existe y en eso ellos han sido sumamente eficientes.
El avance de las mujeres hacia sociedades donde se empiecen a respetar sus derechos e igualdad es muy reciente, apenas 100 años mientras la humanidad ha ocupado este planeta al menos por 7.000 y está directamente vinculado a su acceso a la educación, no solo al derecho a aprender a leer y escribir, sino su derecho al conocimiento, a investigar y estudiar por sí mismas.
Cuando puedes leer directamente un libro como la Biblia y eliminas las interpretaciones sesgadas de intermediarios, empiezas a vincularte directamente con Dios (o el conocimiento de tu época) y a entender demasiadas cosas que estaban ocultas, comienzas a percibir las desigualdades y las injusticias así como sus justificaciones machistas. Ocurriendo una especie de epifanía, empiezas a ver todo más claro, las cosas tal cual son sin la decoración romántica o religiosa, y empiezas a entender que solo a ti y a las que son iguales a ti les puede interesar que las reglas por las que se ha regido la sociedad cambien absolutamente.
Esta “epifanía” es lo que Gerda Lerner denomina “conciencia feminista” y para lograrla requiere alcanzar varios aspectos:
- Tener conciencia de pertenecer a un grupo oprimido o subordinado en razón de su sexo y que por este motivo han sufrido agravios.
- Reconocer que esa condición de subordinación no es natural sino construida culturalmente e impuesta socialmente
- Amerita desarrollar un sentimiento de hermandad (sororidad) respecto a las otras mujeres que también sufren la misma opresión aunque no tengan conciencia de ello.
- Poder definir autónomamente las propias metas y las estrategias para cambiar su condición, hacerse cargo de los cambios necesarios
- Desarrollar una visión alternativa del futuro
La lucha por los derechos de las mujeres no implica una guerra contra los hombres, significa estar a favor de los derechos de las mujeres y no permitir ningún tutelaje ideológico masculino, a eso se refiere la autonomía e independencia que exige la conciencia feminista. Podemos ser socios en el cambio social pero sin subordinación y en verdadera condición de igualdad.
Por eso cuando veo a algunas que se consideran feministas hablando de interseccionalidad, decolonialismo, renegando del sujeto político del movimiento para ser más abnegadas, diversas e inclusivas que cualquiera solo puedo entender que les falta mucha formación en teoría e historia feminista. En este sentido, se puede ser “simpatizante” o activista de algún movimiento, como ocurre con los partidos políticos, que distinguen entre militantes y simpatizantes porque los primeros están obligados a conocer la doctrina del movimiento y sus bases filosóficas, los segundos no tienen la misma responsabilidad.
Igual ocurre con el Feminismo, existen las militantes que se han formado a través del estudio y las activistas que por desconocer la genealogía e historia de las mujeres se prestan a descalificar a las maestras teóricas del movimiento y todo lo logrado a lo largo de 300 años de desarrollo del pensamiento y obra del movimiento feminista. Se puede ser activista feminista sin tener formación pero para hablar en nombre del feminismo y teorizar sobre el movimiento es indispensable tener formación, por eso somos tan duras con los advenedizos. Porque llegar a lo que hoy ha logrado el feminismo para el avance de los derechos de las mujeres en el siglo XX y XXI ha corrido mucha sangre, sudor y lágrimas.
Así que para ser feminista es fundamental tener conciencia de las opresiones que históricamente han discriminado, subordinado y excluido a las mujeres en razón de su sexo y hacerte militante de la lucha por tus derechos como mujer y de los derechos de las otras mujeres, es lo que nuestra Maestra Evangelina García Prince llamaba “dolor de género”, porque es un momento de verdad sumamente doloroso que te obliga a seguir avanzando por la defensa de tus derechos…
En ese sentido cuando ella hablaba de la “perspectiva feminista” como unos lentes de género, yo le decía que más que gafas moradas eran unos intraoculares que más nunca te puedes quitar, de ese dolor de género en adelante nuestra visión cambió absolutamente para nunca volver a ser la misma, por eso no puedo entender a quienes se prestan a implosionar al Feminismo, incluso desde altos cargos en agencias internacionales para los avances de las mujeres y tampoco entiendo a las que guardan silencio mientras sus compañeras feministas son sometidas al escarnio público y prácticamente quemadas en la hoguera de las redes sociales, falsamente acusadas de fóbicas y silenciadas o incluso perseguidas laboralmente.
Para avanzar y proteger lo logrado es necesario organizarse y ser verdaderamente solidarias con el objetivo del movimiento: la defensa de los derechos de todas las mujeres nacidas mujeres. Porque cada causa debe luchar por lo que le corresponde y a nosotras aún nos queda mucho camino por delante para perder el foco de nuestros esfuerzos.
Como dice Amelia Varcárcel, la igualdad no es natural por eso hay que imponerla, porque lo “natural” en este sentido ha sido la discriminación y subordinación de las “diferentes” por causas biológicas, en este caso y desde hace siglos, de las mujeres, la mitad de la humanidad.