La doctora en Economía y escritora feminista analizó la falta de políticas públicas con perspectiva de género en América Latina, habló sobre las consecuencias socioeconómicas de la pandemia para las mujeres, abogó por más corresponsabilidad en los hogares y recordó su paso por la Dirección Nacional de economía, igualdad y género en el Ministerio de Economía de Argentina.
Mercedes D’Alessandro (Argentina, 1978) recuerda los dos últimos años con mucho orgullo pues califica su experiencia de gestión pública como enriquecedora y retadora tras ser nombrada la primera directora nacional de Economía y Género en su natal Argentina al mismo tiempo que el mundo entero se enteraba y enfrentaba una pandemia.
La doctora en Economía por la Universidad de Buenos Aires asegura que la resistencia a la presencia femenina en ciertos espacios políticos y económicos es muy grande y que cuesta mucho que se entienda la necesidad de la igualdad, pero que “el feminismo también es una forma de hacer política”.
“Mi participación política estuvo presente no en la forma tradicional bajo la órbita de un partido político o de un candidato o candidata, sino en la intervención en debates, con propuestas y a través de la construcción de alternativas. Para mí eso también es la política. Son espacios muy masculinizados en donde creo que muchas mujeres venimos abriendo espacios gracias al trabajo que hicieron otras antes, el que están haciendo muchas y a las vendrán a construir espacios para que haya más mujeres y más diversidades tanto en la economía, como en la política.”
Señala que ve con preocupación los resultados de las elecciones argentinas de medio término pues hubo un retroceso en el número de mujeres que ocupaban posiciones en el gabinete. De 25 ministerios solo dos quedaron con mujeres al frente y además en temas asociados al género, el Ministerio de las Mujeres y el Ministerio de Salud. También, que a las políticas públicas feministas se les culpó por la derrota.
“Algunos dijeron que esto es culpa del feminismo, por ser demasiado progresistas o por pensar que eran problemas de la sociedad cuando son solamente de algunos grupos. Por momentos, cuando hay alguna crisis, pareciera que la respuesta a la crisis es afirmarse en un estilo político económico y de conducción más conservador. Y eso por supuesto nos saca de juego a nosotras, porque el feminismo es una fuerza que rompe con el status quo, que moviliza, que trabaja una agenda más inclusiva, más abierta y distinta. Que realmente pone dentro de gobiernos populares, como el que tiene la Argentina, un condimento que hace ir para adelante a través de la redistribución de riqueza, redistribución de ingresos, inclusión social, igualdad, incorporación de mujeres y de personas trans, son todas agendas que rompen con el status quo y ante la crisis, los varones parecieran refugiarse en aquello que ellos entienden que es mejor y que piensan que es mejor, que desde mi perspectiva es más conservadurismo e ideas un poco más antiguas”, manifiesta.
Optimismo feminista
A pesar de la falta de avances feministas concretos en América Latina la autora de Economía Feminista (Editorial Sudamericana – 2016) declara ser optimista y que nos encontramos en un punto de inflexión por toda la acumulación de conocimiento, instrumentos políticos y las redes de mujeres que se están creando en la región.
“Hoy nos topamos con una realidad en la que no nos vemos porque las feministas hemos avanzado mucho, pero dentro de unos años sí nos vamos a ver. Tenemos cada vez más incidencia en el armado de listas de elecciones. Es más visible que tiene que haber una mujer en una candidatura que intente ser de progresismo o hacia la izquierda. Pasó en Colombia con Francia Márquez que suma mucho porque es una mujer, afrodescendiente, activista climática, feminista y aboga por los pueblos originarios, pasó en Chile donde el gobierno nuevo tiene mayoría de mujeres en el gabinete. Hay medios de comunicación feministas y grupos de periodistas feministas que están a lo largo del continente. Esas cosas van sumando a una narrativa feminista más interesante que nos ayuda a construir y afirmar experiencias”, detalla.
“Soy optimista y lo que creo es que no hay que dejar de dar los debates señalando que tiene que haber más mujeres en cargos y haciendo que el feminismo se sume a reclamar su espacio porque si nosotras no reclamamos nuestro espacio no lo tenemos, nadie nos abre las puertas y nos invita a pasar de manera dulce, se trata de abrir puertas, empujar, de romperlas, saltarlas y traspasar. Nadie nos invita a ninguna reunión, nadie nos invita a ningún espacio, lo tenemos que pelear, ganarlo, ponerlo por estatuto usando, por ejemplo, leyes de paridad o de cuotas porque si no hay otra manera de entrar, que me pongan, que se vean obligados igual. No tenemos que dar por ganado ningún derecho, ninguna conquista, debemos estar todo el tiempo empujando para que las cosas sucedan. Todas las conquistas las tenemos que cuidar y siempre tenemos que ir por más, porque tenemos muy poco.»
La pobreza sí tiene género
Al hablar de economía y crisis se suele pensar en temas macro como la caída de las bolsas, la falta de inversión y exportaciones que en el día a día previene a las personas de tener cosas básicas como comida y servicios. El foco suele ser en esa recuperación, pero sin tomar en cuenta que en todos los países, tal como explica D’Alessandro, la mayoría de las personas pobres son mujeres, y sobre todo mujeres que tienen hogares con niños y que viven con alguien de la familia, sosteniendo un hogar con salarios bajos por tener empleos precarios, con mucho trabajo doméstico y con pocas posibilidades de crecimiento.
«Debemos seguir mostrando que cuando hablamos de inflación, pobreza y desigualdad, todos tienen un impacto mayor sobre las mujeres y que con más razón hay que sentarnos en las mesas de conversación para buscar soluciones. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en toda Latinoamérica todavía quedan cuatro millones y medio de empleos por recuperar (perdidos por la pandemia) y de esos cuatro millones y medio, más de cuatro millones son empleos de mujeres. En la recuperación de empleo que estamos viendo en este período post pandemia vienen detrás trabajadores informales, mujeres y jóvenes. Además quienes consiguen trabajo lo hacen con condiciones de empleo malas y con salarios bajos. Ahí hay una dificultad muy grande otra vez, no perder el foco y saber que las desigualdades estructurales que teníamos previas se han visto reforzadas y que hay que subir la apuesta.”
Agrega que hoy por hoy los países tienen el desafío de ser más inteligentes y más efectivos en el uso de los recursos que tienen “y ahí es donde las feministas tenemos el reto de mostrar que trabajar políticas públicas feministas es ser más efectivo en el uso de los recursos, porque si orientamos recursos en una madre a cargo de un hogar pobre, dándole espacios de cuidado, capacitaciones para que pueda formarse y tener un empleo estamos sacando una familia entera de la pobreza.”
Cuidados, crisis
El COVID-19 puso ante los ojos de todas las personas lo que las feministas han denunciado hace años: distribución asimétrica de las tareas del hogar y de los cuidados que están sobre las mujeres teniendo que dejar sus empleos, sus ingresos y por ende, su independencia financiera.
“Es fundamental entender que cuidar no es solamente preparar la comida y llevar a alguien a la escuela, sino que involucra también las emociones, el afecto, la presencia y el estar emocionalmente para la otra persona. La pandemia también nos deja un legado muy difícil de procesar en términos psicológicos y de salud mental que todavía no lo estamos trabajando como debiéramos. Hay una potencialidad de poder en hacer que esta experiencia se capitalice, de que se pueda entender mejor ese problema que el que teníamos antes. Es, entre comillas, una cosa beneficiosa”, sostiene.
En su opinión, el panorama socioeconómico y político de la región en los próximos años será desafiante por la amplificación de todas las brechas, especialmente la de género, siempre presente cuando se habla de desigualdad.
Expresa la necesidad de seguir buscando herramientas para concretar los ideales y aspiraciones sociales pues “el feminismo es una fuerza transformadora que busca la igualdad, la inclusión social, más oportunidades, que mujeres y personas de diversas identidades también puedan explorar su potencial. Hay un desafío muy grande de ir construyendo narrativas que interpelen, que sean empáticas y que sean solidarias a través de políticas públicas, datos, estadísticas y también lazos. Vienen años muy difíciles. Debemos fortalecer nuestras herramientas feministas y ambientalistas para poder superar esos momentos.”
Aunque D’Alessandro ya no forma parte del gobierno argentino destaca estar tranquila al haber colaborado y logrado la creación de ese espacio porque deja plantada dentro del Ministerio de Economía la semilla de una economía feminista para que crezca.
“Es muy relevante tener un espacio así en el Ministerio de Economía porque si hablamos de desigualdades de género, una de sus causas fundamentales es la desigualdad económica y no alcanza con un Ministerio de las Mujeres, éstos, para mí tienen que orientar las políticas de género. Tienen un tema específico y muy importante que es la erradicación de la violencia machista que ya incluye un montón de demandas y acciones, pero el lugar para para debatir y trabajar con respecto a la desigualdad económica es el Ministerio de Economía, así que es un logro grande haber podido romper una estructura burocrática institucional y haber mostrado que sirve, que no es purple washing como se suele decir, o que no es un capricho, sino que tiene un sentido importante y razón de ser. Incorporar la perspectiva de género en la economía no tiene que ver con querer o no querer. Hay que demostrar que estamos ahí y que somos parte de esa caja de herramientas, que somos parte del diagnóstico de los problemas y de la solución.”
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Foto principal: El País, Uruguay