Este fue el título de una conversación que sostuve en días pasados con mis amigos Gabriel Patrizzi y Dilmer Duno, expertos del área comunicacional y fundadores de Conversa Ce. Hablamos sobre los errores que cometemos frecuentemente los y las activistas en el campo del marketing social.
Me pidieron mencionar solo tres errores, pero favorablemente hay muchos más, por lo que la oportunidad para aprender se amplía proporcionalmente a la cantidad de fallas cometidas. Acá comparto algunos que me han permitido mejorar en mi acción feminista porque los he vivido en carne propia y otros que observo con frecuencia en el ámbito público cuando de comunicar y construir marca se trata.
- Incoherencias entre el discurso público y la actuación privada. Defender una causa social nos involucra en lo personal de una manera profunda porque la decisión de lucha nace de nuestras propias vivencias y formas de entender los problemas que queremos aliviar. Cuando nos vinculamos y comprometemos con la lucha por el bienestar o los derechos colectivos, aunque suene obvio, tenemos que practicar lo que predicamos. Al ser portavoces de un mensaje, tenemos una mayor exposición pública que nos somete a un escrutinio social, poniendo a prueba la seriedad, consistencia y solidez de nuestra propuesta. Ser parte activa de un movimiento político o social, exige ir más allá del discurso para hacer de la práctica privada un hábito de vida coherente con lo que se pretende lograr en el espacio público. Esto demanda revisión permanente de los propios haceres.
- Mantener el foco en la causa y no en la persona que la defiende. Los movimientos sociales requieren de liderazgos fuertes que construyan y mantengan agendas usualmente complicadas en entornos hostiles y con escasez de recursos. Pero quien lidera no debería ser más importante que la propia organización que le respalda. En ocasiones vemos cómo algunas iniciativas se convierten en trampolín para proyectar carreras de activistas con fines instrumentales o en espacios para rendir cultos a la personalidad. Todo pareciera reducirse a presencia intensiva en redes, followers y likes.
- Suponer que por ser una organización social debe regalarse el trabajo realizado. Dirigir una organización sin fines de lucro no significa tener fines de pérdida. Para que los esfuerzos sean sustentables en el tiempo y las iniciativas perduren, se requiere diseñar un modelo de operaciones sostenible que permita generar ingresos de las formas más creativas posibles, evitando manipulaciones moralistas culpabilizadoras o el aprovechamiento de instituciones públicas o privadas que buscan apoyos en ONGs, pero que no son consecuentes con la compensación que tal trabajo merece. Entidades extractivistas, las llamaba mi maestra Evangelina.
- Intentar complacer a todos y evitar fijar posición para no generar conflictos. No hay manera de defender una causa que sea abrazada por todo el mundo de forma universal, porque otros actores y actoras tienen agendas legítimas e intereses propios que defender. Es ingenuo pretender salir ilesos de una confrontación matizando lo que se quiere defender. No existen los puntos neutros o imparciales en estos terrenos y esto obliga a comprometerse con una postura, a veces impopular, pero importante para la causa. Quienes emprenden un cambio siempre la llevan peor, pero para romper dinámicas dañinas, hay que tener disposición a recibir reacciones duras así como saber defenderse, aunque a veces te dejen sola. No se trata de un concurso de popularidad.
- Quedarse en la sensibilización de los problemas y no prepararse técnicamente. Si se desea agregar valor a las acciones a emprender en nombre de una causa social, la mera intuición o repetición de consignas no van a ser suficientes para lograr incidir en la transformación esperada. Hay que leer, estudiar, escribir, documentar, formarse técnica y procedimentalmente a profundidad y ojalá esto no sea una ofensa para nadie, pero pretender intervenir en una realidad que es compleja requiere dotarse de estrategia y capacidad. Vemos con preocupación la emergencia de muchas organizaciones que quieren trabajar por lo derechos de las mujeres por ser el tema “trending topic”, pero sin formación firme en teoría feminista y escasa actualización basada en data verificable. Con la mejor de las voluntades se cometen errores de concepto que los paga caro el movimiento completo. Crear contenido propio, participar de investigaciones bien diseñadas, sumergirse en las vivencias de los destinatarios de nuestros esfuerzos, proporcionar hechos sustentados científicamente, son acciones básicas que reflejan responsabilidad. Y actuar responsablemente debería ser un valor clave.
- Engancharse y agotarse emocionalmente. Siempre que se desee lograr una transformación cultural importante, las reacciones del sistema se harán sentir, por lo que la continua confrontación y debate duro puede llevar a desestabilizar física y emocionalmente a los activistas. Balance, autocuidado, trabajo en equipo y en red, y fortaleza espiritual, ayudan a contrarrestar los ataques recibidos. Al mismo tiempo, estas herramientas sirven para aprender a conectarse con áreas de esperanza, testimonios de avance, historias de éxito, que den luz y ánimo al trabajo que se hace día a día. Hacer visible con nuestros mensajes los aspectos positivos, el panorama que queremos lograr, los sueños y las posibilidades, nos permite conectar con personas que pueden ser aliadas desde lo positivo y no desde la permanente confrontación. Y esto no es banalizar la causa.
- Perder foco al intentar abordar un amplio espectro de temas. Una regla importante del marketing es el posicionamiento de la marca en la mente de las personas con un mensaje claro y bien definido. Destacar por hacer muy bien una sola cosa, es mejor que hacer muchas de forma mediocre. Es fácil perder el rumbo, por lo que desde la definición de la misión, visión y propósito de la iniciativa a emprender es preciso tener claro el foco y dirección que se le va a dar a todas las actividades: ¿para qué existimos? Recordarlo de tanto en tanto es necesario porque ello evita que se diluyan los esfuerzos en múltiples demandas, llevados por la falsa idea de que hay que estar en todas partes para ser visibles. O para captar fondos de donde sea y como sea.
Lo comunicacional es sustantivo a la formulación de políticas y programas porque somos seres que vivimos en el lenguaje. Una adecuada atmósfera comunicacional hace viables las transformaciones que perseguimos. Es lamentable ver muchas buenas ideas morir por errar el blanco al no dotarnos de estrategias comunicacionales apropiadas.
Pero de los fracasos aprendemos más que de los éxitos, dicen los expertos en gerencia. Abracemos entonces nuestras vulnerabilidades para avanzar de forma más eficiente en el espacio comunicacional, porque hay mucha gente esperando por respuestas serias que les permitan vencer los múltiples problemas que les aquejan.